Amar de Lejos

Todo en orden

Amar de Lejos

Capítulo 17

Todo en orden

Definitivamente, las multitudes no eran lo suyo. No encajaba entre tanta palabrería sin sentido y conversaciones que iban y venían.

Aun así, debía admitir que lo trataban con enorme simpatía. Tampoco era de extrañarse, ya que no era la primera vez que compartía con el grupo de pelirrojos y sus respectivas familias y amigos.

Unos le caían peor que otros, pero, a fin de cuentas, se había terminado por acostumbrar a ellos.

Bill Weasley era, por lejos, el más sensato de todos. Severus se había llevado la grata sorpresa de que podían sostener charlas prolongadas e inteligentes, de que tenía una vasta experiencia en su campo laboral y que, además, era estimado por él.

Sin embargo, no podía decir lo mismo de Lovegood. Su extravagancia lograba sacarlo de quicio y dejarlo sin ideas para responder.

Los demás siempre mantenían cierta distancia, dada su personalidad y comentarios cortantes. Excepto Potter y su mujer, por supuesto, quienes insistían en asumir perfectamente su papel de dueños de casa y no dejaban de ofrecerle cosas o preguntarle si estaba bien.

Él ya pertenecía a ese peculiar grupo de personas, por más que le costase admitirlo.

Había asistido a sus fiestas y reuniones tantas veces en los últimos años que ya había superado la etapa del aborrecimiento.

Antes, lo único que deseaba en esas ocasiones era largarse. Ahora no le fastidiaba mucho quedarse.

Sinceramente, se sentía agradecido de que lo hubiesen incluido en sus vidas sin mirarlo como si fuese un asesino en serie.

Celebraban el cumpleaños de uno de los niños (no recordaba quién), aunque ya era tarde y tan solo quedaban los adultos en la celebración.

Las bebidas alcohólicas nunca escaseaban, tampoco la comida, y el ambiente era confortable.

Miraba distraídamente a Hermione, que se hallaba sumida en una conversación con su amiga Weasley. Él pensaba en otras cosas mientras la veía, cuando un comentario se deslizó desde su espalda.

Reculó su expresión furibunda la percatarse de que era Bill quien le había hablado.

« ¿Cuándo le vas a pedir matrimonio? », le había preguntado descaradamente. El profesor lo único que hizo fue alzar las cejas y encogerse de hombros, como si la pregunta no lo hubiese puesto nervioso.

No era la primera vez que le decían algo así. Sus amigos solían preguntárselo a modo de chiste; y Minerva lo insinuaba de vez en cuando.

Y, bueno... él también lo había pensado, pero nunca había tocado el tema con Hermione.

Ya eran años los que llevaban juntos, eran una pareja estable. ¿Casarse cambiaría las cosas? Severus suponía que estaban bien así.

Pero ¿qué pensaba ella? ¿Estaría esperando que él se lo propusiera? ¿Era eso lo que se suponía que debía hacer?

No era tan viejo, al menos no para los estándares de edad de los magos. ¿Tenía que atreverse? Lo peor que podía pasar era una negación, pero seguirían juntos.

¿Y si lo intentaba?

La verdad era que la idea le gustaba. Como un cursi, adoraba imaginarse casado con ella, unirse aunque fuera solamente de manera simbólica. Quería demostrarle todo lo que sentía de todas las formas posibles, y si con ello la hacía feliz, mejor.