Un clavo saca otro clavo

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Amar de Lejos

Capítulo 5

Un clavo saca otro clavo

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Alguien decía su nombre. Lo llamaban repetidamente, pero él estaba tan a gusto durmiendo que no quería abrir los ojos. La voz no se cansaba y comenzaba a ser un verdadero fastidio. Quizá si se hacía el dormido, dejarían de molestar. Cambió de posición en la cama, escondiendo la cabeza debajo de la almohada. Aun así, seguía escuchando ese ruido exasperante.

Pensó por un momento. Si alguien lo estaba llamando, era porque se metió en su dormitorio en mitad de la noche. Y él había dejado puestos los hechizos para que nadie pudiese entrar...

Entonces, se quitó la almohada de encima y se sentó en el colchón, barrió el cuarto con la mirada, hasta detenerla en la puerta, donde vislumbró una silueta. No se asustó, lo único que sintió fue un poco de irritación ante tal invasión a su privacidad. La figura dio un paso adelante, se encendió la punta de una varita, y Snape ahora sí que se sobresaltó. Abrió la boca para decir algo, pero Hermione puso un dedo sobre sus propios labios, exigiendo silencio.

Él obedeció, desconocía el porqué, mientras ella avanzaba con suma lentitud. Lo único que se sentía capaz de hacer era observar sus movimientos. Probablemente, estaba soñando, no encontraba otra explicación. Aunque, de ser así, ¿por qué no despertaba y ya? Se concentró en regresar a su consciencia, abrir los ojos de su "verdadero yo". Sin embargo, todo era muy real, y esa mujer ya había llegado al lado de la cama, junto a él, lo miraba y le sonreía como siempre. Severus hizo otro intento de hablar, y ella de nuevo lo calló, pero esta vez, colocando un dedo en los labios de él.

Su garganta dolió cuando tragó saliva. Se halló paralizado, pese a que Hermione no había utilizado la varita. Lo mantenía hechizado de otro modo. Ella dijo algo en voz muy baja; Severus, mudo, la miró a los ojos por varios segundos, pues no había logrado entenderla.

De verdad era como si lo hubiesen inmovilizado con magia, porque no se podía mover, ni siquiera un milímetro. Se le erizó el vello de la nuca cuando la mano de ella lo rozó. No fue nada más que una mínima caricia en su mejilla. ¿Se había vuelto loca, o el loco era él? Porque no podía ser cierto todo aquello.

Siguió mirando sus ojos, escrutando y reprochando sus acciones. Ni siquiera estaba cerca de intuir el próximo paso que ella iba a dar, en el momento en que la luz procedente de la varita se apagó. El aliento de Hermione se enfrentó al suyo.

Extraviado, era esa la palabra que reflejaba su estado. Extraviado, porque, a pesar de las señales que estaba recibiendo, no conocía el camino que debía tomar. La situación era demasiado intempestiva, y ella pareció advertir todo lo que pasaba por su mente, ya que dejó salir una risa apacible, dijo otra cosa que él no comprendió y le atrapó el rostro con sus manos. Estaba fría, pero no le importó.

Severus cerró los ojos y respiró profunda y silenciosamente. El corazón, que retumbaba con violencia, se paró en el preciso instante en el que sus labios tocaron los de ella. Fue sólo eso: presión, un primer reconocimiento.

Un beso algo torpe, por lo imprevisto. Y, sin embargo, un beso que no terminaba.

Pero unos toques en la ventana rompieron el embrujo. Ella se separó bruscamente, y cuando Snape volvió a abrir los ojos, ya no estaba ahí. De hecho, no estaba por ninguna parte, se había esfumado. Su mirada la buscó con insistencia entre la oscuridad.

Era un sueño, apenas se daba cuenta de que era un estúpido sueño.

Despegó los párpados, ahora de verdad, en el mundo real. No había nadie en su habitación y los golpes en la ventana eran ocasionados por la lechuza que le llevaba el periódico.

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