La mujer de la florería

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Amar de Lejos

Capítulo 4

La mujer de la florería

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Ella estaba muy entretenida charlando con Longbottom durante la cena, tanto que no le mandó ni una mísera mirada. A Snape se le había olvidado por completo que ese chico iría al castillo, lo que significaba que se llevaría prácticamente toda la atención de Hermione mientras estuviera allí. Mejor para él, pensó. Sin embargo, el bichito de los celos le picaba el cuerpo. Verla ahí, así, tan cercana y abierta, le dejaba claro cuánta diferencia había en ella cuando trataba con un amigo de verdad y cuando lo hacía con un conocido al que sólo le tenía simpatía.

Pero si lo que buscaba era apartarse de los sentimientos que ella le provocaba con su cercanía, ahí tenía la mejor solución.

Terminaron todos de comer y Severus había abandonado la mesa, cuando notó una presencia a su lado.

-¿Y?- le preguntó Hermione, observándolo con una insistencia tal que lo hizo sentir muy presionado. Él le sostuvo la mirada.

-¿Qué?

-¿Te gustó el regalo?- quiso saber la mujer. Severus no habló ni dio señales de querer hacerlo-. No me digas que no lo abriste...

-Pues... Se me olvidó- pronunció él en voz baja. No le iba a decir que estuvo observando el regalo misterioso por casi diez minutos, mucho menos que le daba tanta mala espina que había pensado en destruirlo. Lo único que hizo con él fue dejarlo sobre la cama y hacer como que no existía-. Lo veré ahora.

-Eres tan desconsiderado- refunfuñó Hermione-. Después no te quejes si no recibes ni uno para tu cumpleaños.

-No es tu problema, ¿o sí?- replicó Snape, más sarcástico que ofensivo.

-Tienes razón- afirmó la bruja, sonriendo de repente-. Me voy con Neville, él sí aprecia las muestras de afecto.- Y se fue.

¿"Muestras de afecto"?

¿Qué diablos le importaba a ella su cumpleaños y los tontos regalos? Él aceptaba los detalles, pero no era la clase de persona que los esperaba. Y ¿cuándo le comunicó que cumplía años por esa fecha? No recordaba haberlo hecho nunca. Pero, por supuesto, ella era entrometida por naturaleza...

*****

En su habitación, tomó el regalo y rasgó el papel. Comprendió enseguida por qué ella había estado tan expectante: era una bufanda color verde oscuro. No era para nada fea. Es más, se sorprendió de que hubiera acertado tan bien en sus gustos. La extendió y algo cayó al piso, una nota. Se agachó para recogerla, leyó y una risa silenciosa subió por su garganta.

"Para que dejes de lloriquear".

Conque esa era su "muestra de afecto": un mensaje insultante. No podía esperar nada más, en realidad. Él hacía lo mismo con ella, estaban, por así decirlo, jugando su propio juego.

Dobló la bufanda y la guardó en lo más alto del ropero. Jamás la usaría, no le brindaría ese placer.

*****

Ninguno de los dos mencionó lo de la nota, él solamente le dio las gracias y le dijo que "podía haber sido peor". Y si ella estaba esperando alguna otra reacción de su parte, no lo demostró. Ni siquiera lo fastidió para que se la pusiera, no aludió a sus "lloriqueos", tampoco le volvió a preguntar si le gustó o no.

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