Kai se despertó de golpe, con un grito de dolor atascado en la garganta, intentando orientarse con una mirada salvaje. Estaba en un dormitorio. Había un escritorio. Una cómoda. Paredes blancas y desnudas. Suelo de madera.
Entonces, estaba en su habitación del rancho.
Vivo. Estaba vivo, no chamuscado. Gracias a Dios. Pero...
¿Seguía intacto? Se palpó el cuerpo. ¿Piel? Suave y cálida. ¿Dos brazos? Sí. ¿Dos piernas? Sí. Y lo más importante, ¿se había convertido en un vampiro psicópata? No. Gracias a Dios, gracias a Dios, gracias a Dios. Exhaló un suspiro de alivio, se dejó caer sobre el colchón y revisó todo lo demás.
Estaba empapado en sudor. Tenía el pelo aplastado contra la cabeza, y los calzoncillos pegados a la piel. Le ardían las mejillas. Si Shannon, su compañero de cuarto, lo viera así, le tomaría el pelo diciéndole que había tenido un sueño húmedo. Aunque de buen humor. Eso era lo que hacían los amigos. Sin embargo, no, gracias... Miró hacia la cama de su amigo y abrió unos ojos como platos. Había muescas profundas en los listones de madera, como si él la hubiera arañado y pateado. Se
miró las uñas, y era cierto. Estaban rotas y ensangrentadas, y tenía astillas bajo ellas.
Estupendo. ¿Qué más había hecho mientras estaba inconsciente a causa de la sangre de vampiro?
«Preocúpate de eso más tarde».
-¿Eunhyuk? -preguntó. Hora de hacer recuento.
«Presente», respondió el vidente, que ya conocía el procedimiento. Uno.
-¿J.B.?
Aquél era el que despertaba a los muertos. Con dar un solo paso en un cementerio, hola, muertos vivientes.
«Aquí».
Muy bien. Dos. Sólo quedaba uno.
-¿Mark?
El que podía poseer a los cuerpos.
«Yo».
Magnífico. Estaban todos.
Hacía tiempo, Kai quería que se marcharan. Los quería, pero también hubiera querido algo de privacidad. Sin embargo, después había perdido a Heechul.
Echaba de menos a aquella figura maternal que podía viajar en el tiempo. Lo echaba de menos terriblemente. Y ya no estaba seguro de que pudiera enfrentarse al
hecho de perder a los demás. Eran parte de él. Sus mejores amigos. Sus compañeros constantes. Los necesitaba.
Como siempre, pensar aquello hacía que se sintiera culpable. Ellos se merecían tener su libertad, y querían tenerla. Tal vez. Desde que Heechul se había marchado, ellos no habían vuelto a pedirle que averiguara quiénes habían sido antes de alojarse en su cabeza, como si tuvieran miedo de que lo consiguiera y ellos también tuvieran que experimentar lo desconocido.
Ninguno sabía adónde había ido Heechul. Sólo sabían que había desaparecido y no había vuelto.
«Bueno, ¿y qué está pasando?», preguntó J.B.
«Lo que quiere decir», intervino Mark, «es que hemos pasado mucho calor. Y no del bueno. Nos hemos quemado, tío. Quemado».
«Y normalmente, la mayoría de nosotros no compartimos tus sueños», añadió J.B.
Bueno, Eunhyuk sí, pero porque él era vidente, y sus visiones eran las de Kai. Lo de la noche anterior no había sido ninguna visión, sin embargo. Había sido algo real. Aunque Kai estaba empezando a perder recuerdos. Se acordaba de haber visto a Kyungsoo, de sentir las llamas y de haber conocido a... ¿sus hermanas? Sí, sus hermanas. Pero no había nada más que destacara. El resto de lo sucedido se desdibujaba, como si su mente no pudiera procesarlo. ¿Por qué recordaba entonces que lo habían quemado vivo? ¿Por qué todos se acordaban de eso? ¿No debería ser eso lo que se les olvidara, por ser algo demasiado doloroso como para recordarlo?
«¿Y bien?», preguntó J.B. «Sería agradable que nos dieras alguna explicación».
-La sangre de vampiro -les recordó él. No podía pensar sus respuestas porque ellos no oían su voz interior entre tanto caos-. Lo vimos a través de otros dos pares de ojos.
«Ah, sí. Y hablando de vampiros», dijo Mark, «¿dónde está el nuestro?».
Se refería a Kyungsoo. Kai tuvo ganas de dejar bien claro que Kyungsoo era solamente suyo, pero no lo hizo. Mark, el Pervertido, no podía contenerse. Vivía para las chicas y chicos.
-Se supone que va a venir a buscarnos para que vayamos juntos al colegio.
¿Qué hora era?
Antes de que pudiera mirar el despertador, se abrió la puerta de su habitación y aparecieron Seth y Ryder.
-A Shannon no le va a importar -decía Seth.
Seth Tsang. Era un apellido asiático, aunque uno no podía distinguir su procedencia al mirarlo. Tenía el pelo negro, pero lo llevaba teñido de rojo, y tenía los ojos azules y la piel blanca.
Ryder Jones, que estaba detrás de él, arqueó una ceja. Él también tenía el pelo oscuro, pero sus ojos eran castaños.
-¿Estás seguro? Ya sabes lo posesivo que es con sus cosas. Kai se tapó con la sábana.
ESTÁS LEYENDO
Premonición «Kaisoo»
FantasiaPor una vez, el joven de dieciséis años Kim Jongin tiene todo lo que siempre ha deseado:Un hogar.Amigos.A el chico de sus sueños.Es una lástima que vaya a morir...Desde que llega a Crossroads, Oklahoma, el antiguo paria Kim Jongin ha llevado una bue...