Capítulo 8

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—Quiero que te quedes en casa esta noche.
—Pero yo quiero ir contigo. Estar contigo. Quiero ayudar a Kai.
—Prefiero que estés a salvo.
Y así era como lo había zanjado Chanyeol. Lo había llamado, le había soltado la bomba de que tenía que quedarse en casa y había colgado antes de que el pudiera protestar otra vez. Y en aquel momento, cerca de las once de la noche, el seguía paseándose por la habitación, preguntándose qué ocurría en la mansión de los vampiros y si todo el mundo estaba bien, y si los vampiros habían aceptado a Kai   sin protestar.
Claramente, Chanyeol lo consideraba un débil. Un estorbo. El ya lo sospechaba, pero aquello era una prueba fehaciente. Y a Baekhyun no le gustaba. No podía soportarlo. Sin embargo, ¿qué iba a hacer?
No podía secuestrar a una bruja el solo.  Eso sería una locura. Para empezar,    no conocía el alcance de su poder, ni de cómo utilizaban aquel poder. Aunque se hubiera pasado las últimas horas estudiando todos los libros que había sacado de la biblioteca, además de navegar por Internet en busca de los detalles  más  oscuros. Había muchísima información en la Red, pero la mayoría eran datos contradictorios.
Las brujas obtenían su poder de los elementos, y de sí mismas. Eran buenas, benevolentes. Eran malas, malvadas, servidoras del demonio.  A  las  brujas  les gustaba celebrar sacrificios rituales. Las brujas tenían delirios.
«Te estás apartando de lo principal. Estabas pensando en  el motivo por  el que  no puedes secuestrar a una bruja». Oh, y para continuar, no creía que  pudiera  dominar a nadie físicamente en aquel momento. Y en tercer lugar, ¿dónde iba a esconder a la bruja? ¿En el armario? A su padre no iba a parecerle  nada  raro,  no, claro.
Sin embargo, esperar a que Kai, Kyungsoo y Chanyeol hicieran algo la exasperaba.
No era el más hábil detectando a las brujas, pero podía hacerlo, porque Chanyeol le había enseñado. Tal vez pudiera ir al centro y contar las brujas  que veía, descubrir   qué era lo que estaban haciendo y dónde se estaban congregando. A la mañana siguiente podría informar a sus amigos de lo que había averiguado, ayudar al grupo, en vez de ser una carga.
Aquél era un buen plan. No saldría del coche, por supuesto. No era tan tonta. Podría conducir un rato, echar un vistazo a la gente y tomar notas. Y, mejor todavía, podía ir con Penny.
Sí. Era un plan excelente.
Baekhyun se puso una camisa, unos vaqueros y una chaqueta sobre la camiseta

de tirantes y los pantalones cortos que llevaba. Se calzó las zapatillas de deporte, tomó el bolso y metió en él las llaves, el móvil y una grabadora que le había regalado su padre para que grabara sus  pensamientos.  Se colgó el bolso en bandolera y, con los nervios a flor de piel, arregló la cama para que pareciera que estaba debajo de las mantas. Miró hacia abajo por la ventana; no había ningún árbol cerca, así que tendría que dejarse caer con cuidado hasta el tejado del primer piso y de allí, a la hierba del jardín.
Sencillo y fácil. Ojalá lo fuera de verdad; el nunca se había escapado, nunca había violado ninguna norma. Y en poco tiempo estaba saltándose todas  las  reglas.  Sin embargo, todo era un mundo nuevo, y era necesario establecer reglas nuevas. La primera de ellas era que la supervivencia del grupo era más importante que la hora    de llegada a casa.
«Papá no iba a estar de acuerdo», pensó. «Pero papá no conoce todos  los  hechos», se dijo.
Con las palmas de las manos sudorosas, Baekhyun salió por la ventana. Se mantuvo agarrado al borde y dejó colgar las piernas. Respiró profundamente. Ya no había niebla, pero el aire estaba helado, de todos modos.
Se soltó. Sus pies golpearon en el tejado, y las rodillas se le doblaron. Se deslizó por las tejas antes de poder agarrarse al canalón, arañándose y golpeándose. Su clase de defensa propia con Kai li había dejado muy dolorido. ¡Y en  sitios  que  ni  siquiera sabía que existían!
Con un jadeo, esperó a que su padre asomara la cabeza por la ventana. Pasó un minuto, y después dos. Le temblaban los brazos. No pasó nada. No hubo ningún movimiento.
En la distancia aullaron varios lobos.
Baekhyun tragó saliva. ¿Era Chanyeol? ¿Lo había visto?
Seguramente no. Lo habría llamado por teléfono, le habría enviado un mensaje, cualquier cosa. Entonces, ¿quiénes eran? ¿Sus hermanos? Baekhyun   sabía  que  estaban por la zona, patrullando y luchando contra los duendes, pero no los conocía.   Y si ellos lo habían visto, se habrían puesto en contacto con Chanyeol. Así  pues,  el debería haber recibido una llamada, o un  mensaje.  No había recibido nada,  así que  no había nadie vigilando.
«Bien. Puedes hacerlo». Lentamente, se dejó caer hacia el borde del tejado. Los brazos volvieron a temblarle cuando se colgó de nuevo.  ¿Siempre había sido tan alto  el tejado del primer piso? Seguramente sí, pero el no se había dado cuenta. «Vamos, hazlo».
Baekhyun se soltó y cayó.
Cuando aterrizó, sintió un terrible impacto en las piernas y en las rodillas. Se dobló y cayó hacia atrás, con mucha menos elegancia de lo que pretendía,  y rodó  hasta que se le salió todo el aire de los pulmones y se le llenó la boca de hierba.
Gracias a Dios que todavía no había cenado. Habría vomitado con toda seguridad. Sin embargo, su falta de apetito era extraña… Tenía la sensación de que la comida le causaba repugnancia con sólo pensar en su olor, en su sabor. Y había algo

más extraño todavía: no se sentía débil por no haber comido.
Habían pasado dos días. ¿No debería estar cansado?
«Piénsalo más tarde», se dijo.
Se puso en pie y fue hacia la puerta de la casa de Taeyeon. Se detuvo en el roble  que había junto a la ventana de la habitación de su amiga. Tomó unas cuantas piedrecitas y comenzó a lanzarlas hacia el cristal. A la tercera,  la cabeza rubia de  Taeyeon asomó por la ventana. Se frotó los ojos y bostezó mientras buscaba lo que la había despertado. Al ver a Baekhyun se quedó boquiabierta.
—¿Qué estás haciendo? —susurró.
—Necesito que me ayudes. Vístete y baja las llaves.
Irían en el Mustang de Taeyeon. Baekhyun  todavía estaba ahorrando para comprarse su propio coche.
Taeyeon no hizo preguntas. Sonrió con los ojos brillantes, y asintió.
—Bajo en cinco minutos —dijo, y cerró la ventana.
Baekhyun aprovechó para recuperar el aliento. Sus  pulmones  se  lo  agradecieron tanto, que dejaron de arder. Entonces oyó otro aullido, aquél más  cercano, y olvidó los pulmones. Se dio la vuelta y escudriñó nerviosamente los alrededores, la carretera,  las casas, los árboles.  Las hojas y las ramas crujieron, como  si algo o alguien estuviera esperando para darse una merendola.
«Date prisa, Taeyeon».
Minutos después, se abrió la puerta de la casa, y se cerró silenciosamente. Baekhyun vio a Taeyeon, con un vestido y unas sandalias, caminando como si no tuviera importancia. Parecía que iba al instituto. Era como si no hiciera frío, y no estuvieran a punto de pasar la medianoche.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Baekhyun en voz baja, acercándose a ella—
. Tus padres…
—No les va a importar, te lo aseguro. Ya se les ha pasado la sorpresa  de mi  nuevo estado, y me han perdonado. Ya no estoy castigada de por vida. Además, ya  casi no duermo, así que me oyen andar por la casa a todas horas. Algunas veces me aburro y salgo a dar una vuelta —dijo Taeyeon, y se encogió de hombros—. No pasa nada. ¿Adónde vamos?
—Vamos a calentarnos, y después hablaremos.
Cuando estuvieron dentro del coche, Taeyeon arrancó el motor y salió a la  carretera.
—Si hubiera sabido que tenías insomnio, no te habría despertado —dijo Baekhyun.


Taeyeon se echó a reír.
—No te preocupes. Llevo años intentando corromperte. El hecho de que me pidas que te acompañe en una escapada no tiene precio. ¿Adónde vamos, entonces?
—A Tri City.
—¿De verdad? ¿Por qué? A estas horas de la noche estará vacío. Tal vez sí. O tal vez no.
—Sólo quiero dar una vuelta y ver si hay alguien por allí.

—Eso no me lo creo. ¿Hay alguien… esperando a otro alguien en particular?
¿Alguien como por ejemplo el guapísimo Chanyeol? Porque me parece que sólo él podría conseguir que Baekhyun el Contrario se decidiera a salir a jugar.
—Baekhyun el Contrario.
Aquel era el mote que Taeyeon le había puesto cuando eran  pequeños.  Y  era cierto. Baekhyun siempre estaba llevando la contraria. Era un niño lleno de energía     al que sus padres no conseguían domesticar. Hasta que su padre… su tío, en realidad, había muerto, y entonces, Baekhyun había cambiado. La  sonrisa  de  felicidad había desaparecido. La risa también.  Su  espíritu salvaje se había apagado.  En su lugar había desarrollado una inmensa necesidad de cumplir  con  las  expectativas de su padre,  de agradarlo.  Se  había convertido en una persona sombría  y reservada.  Incluso había preparado un plan  de quince años para cumplir durante   su vida: universidad, doctorado, trabajo de interna en un hospital, y después, abrir     su propia clínica. Como su padre. Pero en aquel momento… Adiós, plan de quince años. Ni siquiera sabía lo que iba a hacer al día siguiente, así que mucho menos sabía  lo que iba a hacer el año próximo. Y se sentía feliz por ello. Por fin era libre.
—¿Y bien? —preguntó Taeyeon.
Baekhyun ignoró la pregunta. No quería hablar de Chanyeol con Taeyeon,  y  no  porque Taeyeon se hubiera acostado con el último novio de Baekhyun.  Para  su sorpresa, le importaba mucho menos de lo que hubiera  creído.  Lo que  ocurría  era que sus sentimientos hacia Chanyeol eran tan nuevos, tan intensos… Apenas podía  asimilar todo aquello, y no quería que ninguna otra persona lo intentara tampoco.
—¿Te produce insomnio el bebé?
—Probablemente —respondió Taeyeon, que aceptó el cambio de tema sin  decir  una palabra.
—¿Sabes algo de Kris?
Los ojos azules de su amiga se ensombrecieron.
—Nada.
Kris era un idiota.
Después del Baile Vampiro, Kai, Riley, Kyungsoo y el habían llevado a Kris  al hospital y lo habían dejado allí para que le hicieran  una  transfusión.  Un  poco antes, Baekhyun había llamado a su habitación para ver qué tal estaba, y le habían dicho que se había ido. En  aquel momento, Kris andaba por ahí, sabiendo que  podía ser peligroso para sus amigos.
¿Le habría dicho a alguien que los vampiros eran  reales? Chanyeol le había obligado  a jurar que no iba a hacerlo. Kyungsoo hubiera utilizado su voz de mando para que obedeciera, pero parecía que aquella autoridad de vampiro no servía para los demonios, y Kris había dejado claro que cumpliría su parte del  acuerdo.  Pero, como bien sabía Baekhyun, Kris mentía muy bien. ¿Adónde iba? ¿Qué estaba haciendo?
—¿Cómo se ha tomado Grant la noticia? —preguntó Baekhyun.
Grant era el novio intermitente de Taeyeon. En aquel momento no lo era. Seguramente, había dejado de serlo para siempre al enterarse de que Taeyeon estaba embarazada de otro chico.
—No me dirige la palabra. Al contrario que tú, él no me perdona.
—Lo siento.
—No te preocupes —dijo Taeyeon. Sin embargo, no pudo ocultar el dolor de su voz.
Durante el resto del trayecto, ambas estuvieron en silencio, cada una absorta en
sus pensamientos. Por fin llegaron a su destino, y aparecieron  edificios  de ladrillo  rojo, algunos en ruinas, otros nuevos, pero todos lo suficientemente alejados entre sí como para que hubiera mucho sitio de aparcamiento. Las calles eran curvas, y había farolas a cada lado de la calzada. En aquel momento, todos los semáforos estaban en verde.
Aunque el tráfico no avanzaba. En realidad, todo lo contrario.
—Vaya —dijo Taeyeon—. Esto no me lo esperaba. En serio. ¿No es ése el señor Hayward, mi profesor de Trigonometría?
Seguramente. Había gente por todas partes. Humanos y no humanos, aunque alguien que no estuviera al tanto de la situación no sabría distinguirlos.
No había ninguna tienda abierta, pero eso no importaba. La gente tenía sillas plegables y neveras portátiles llenas de cerveza fría, y música a todo volumen. Todo ello invitaba a una multitud de pecados que requerían quitarse la ropa. Las sillas plegables eran un apoyo que chirriaba para las parejas,  y las neveras,  plataformas  para que las chicas hicieran striptease. El resto de la gente bailaba de manera muy sensual al son de la música.
Era escandaloso. Baekhyun sacudió la cabeza y se  frotó los  ojos.  No sabía si se  lo estaba imaginando todo. El tampoco se esperaba aquello. Todo era como de… campus de universidad.  Bueno,  o al menos de la idea que el tenía del campus de  una universidad. Una gran fiesta, una orgía a punto de comenzar. ¿No deberían ser aquellas criaturas míticas y legendarias un poco más… circunspectas y dignas?
—¿Qué le ha pasado a todo el mundo, y quién es toda esta gente? —preguntó Taeyeon, sin dar crédito a lo que veía.
Baekhyun ignoró la primera pregunta, y respondió a la segunda.
—No tengo ni idea.
Y, técnicamente, no la tenía. Nunca le habían presentado oficialmente a las criaturas que habían decidido mezclarse con los humanos.
—¿Paro?
—Sí,  pero aparca en un sitio desde el que podamos ver a la  gente y no nos vean  a nosotras.
Taeyeon frenó junto a un edificio, apagó los faros y dejó el coche  entre  las  sombras. Se detuvo, y Baekhyun escudriñó atentamente a la  multitud.  A  primera vista todos parecían humanos, pero el ya  había empezado a distinguir algunas de  las diferencias.
Había unos cuantos vampiros. Tenían la piel pálida y los labios muy rojos. Se movían con una elegancia etérea, como si cada uno de sus pasos  fuera  de  ballet. Había hadas, que se mantenían a distancia de los vampiros. Su piel brillaba

suavemente a la luz de la luna. Además, eran todos guapísimos. Los cambiadores de forma, como Chanyeol, tenían un paso decidido y una expresión depredadora, como si  todo el mundo fuera el bufé de la cena.
Parecía que todos los habitantes del otro mundo habían descendido a  Crossroads. Y a los humanos les encantaba, aunque no tuvieran ni idea de lo que  estaba pasando en realidad. Pero…
Brujas, brujas, ¿dónde estaban las brujas?
«Con las brujas hay que tener cuidado», le había dicho una vez Kyungsoo.
«Pueden echarte una maldición mientras te sonríen».
También podían envolverse en su magia, de modo que cualquiera  que  las  mirara vería a personas comunes y corrientes, fáciles de olvidar.
«Tienes que entrenar la mirada para ver más allá de la fachada», le había explicado Chanyeol.
Baekhyun se dio cuenta de que no era capaz de ver nada más allá de la fachada, de la máscara de magia. Cinco minutos después, sin embargo, divisó a una mujer a la que reconocía, y soltó un jadeo.
—¿Qué pasa? —preguntó Taeyeon.
—Nada, nada. Es sólo que todo esto es muy raro, nada más.
—Estoy de acuerdo. Es rarísimo.
Una de las brujas que les había echado la maldición estaba bajo una farola que     la iluminaba. Tenía el pelo rubio y largo, y llevaba una capa  negra.  Se  había  levantado algo de brisa, que le había quitado la capucha de la  cabeza.  Era  muy  guapa, y su cara le resultaba familiar a Baekhyun. Tenía los ojos oscuros, y observaba con desdén el caos que la rodeaba.
—¿Habías visto alguna vez a esa chica? —le preguntó a Taeyeon, señalándosela.
—No. Es guapa. ¿La habías visto tú?
—Tal vez…
Baekhyun no podía decirle la verdad a su amiga. En primer lugar, necesitaría pedirles permiso a Chanyeol y a Kyungsoo. De lo contrario, tal vez quisieran matar a Taeyeon para que no hablara. Aunque, en realidad… El secreto ya no era tan secreto. El señor Klien, su profesor de Química, estaba flirteando con una mujer escasamente vestida que tenía el cuerpo cubierto con unos tatuajes muy raros.
—¿Puedo ser sincera contigo? —preguntó Taeyeon de repente.
—Por favor.
—Esto me asusta un poco, pero… ¿No crees que deberíamos unirnos a ellos?
¿Hacer de detectives y averiguar lo que está sucediendo?
—¡No!
—Bueno, bueno, mala sugerencia —dijo Taeyeon—. Entonces, ¿cuál es el plan?
¿Quedarnos aquí sentados mirándolos?
—Sí. Cuando llegue la policía para arrestar a todo el mundo por escándalo público, nos resultará más fácil huir si estamos dentro del coche.
—Eh… ¿Baekhyun? No me gusta tener que desilusionarte, pero  la  policía  ya está aquí. ¿Ves a ese hombre barrigón que está agitando la camisa por el aire? Es el

oficial Swanson.
—De todos modos, nos quedamos aquí —dijo Baekhyun.
No tenía intención de poner en peligro a su amiga. Parecía que las criaturas se estaban comportando bien y que no le hacían  daño a  nadie,  pero eso podía cambiar en un abrir y cerrar de ojos. ¿Y si alguien notaba que el bebé de Taeyeon tenía un padre demonio? ¿Qué podía pasar? ¿Querrían derramar la sangre de Taeyeon? ¿Querrían destruir al niño?
Baekhyun se estremeció. Había una cosa que sabía con certeza: las criaturas mitológicas estaban en guerra, como las hadas y los vampiros, y el no tenía ni idea   de quiénes odiaban a los demonios y quiénes no.
—Muy bien. Resolveremos el misterio desde aquí —dijo Taeyeon, aunque  no  podía disimular su decepción.
—De acuerdo.
Sin embargo, minutos más tarde, Taeyeon refunfuñó:
—Esto es un rollo. Ellos siguen divirtiéndose, y nosotros  seguimos  aquí sentados, mirando.
—Lo siento. Cinco minutos más y nos iremos a casa. Te lo prometo. Hasta aquel momento, Baekhyun no había averiguado nada nuevo.
¿Las brujas iban allí todas las noches? ¿Se celebraba una fiesta como aquélla  todas las noches? De ser así, iba a tener que secuestrar a aquella mujer delante de mil testigos.
Entonces, ¿cuál era el mejor modo de secuestrar a alguien en un lugar tan abarrotado? Las respuestas aparecieron en su cabeza como si hubiera sido una  criminal durante toda la vida. Lo primero sería controlar el ruido. Un solo grito llamaría la atención de todo el mundo.
Lo segundo sería llevar a la persona, o por la fuerza, o inconsciente, entre la  gente. De nuevo, tendría que hacerlo sin llamar la atención. Lo tercero sería encerrar     a la rehén después del secuestro.
Mientras pensaba en todo aquello, notó una repentina calidez en el cuerpo, un cosquilleo en la piel, un gruñido en el estómago. En segundos, se sintió calmado. El cosquilleo se intensificó, pero el gruñido cesó, y Baekhyun saboreó aquellas sensaciones. Cada vez quería más de aquel calor. Frunció el ceño y miró por la ventanilla. ¿Qué ocurría?
La bruja caminaba con paso decidido hacia el coche de Taeyeon.
—¡Vamos! —gritó, dando una palmada en el  salpicadero—.  ¡Tenemos  que  irnos!
—¿Qué? ¿Por qué?
—¡Muévete!
Taeyeon metió la marcha atrás y pisó el acelerador.  Los neumáticos derraparon.   La gravilla salió disparada. El coche giró en una esquina, y Baekhyun  se  golpeó contra su ventanilla. Después, Taeyeon enderezó el coche y salió a la carretera a toda velocidad. La plaza se convirtió en un punto lejano en el espejo retrovisor.
El único problema era que había dos lobos corriendo junto a ellos, cada uno a un lado del coche, y ninguno de los dos era Chanyeol. Uno era blanco como la nieve, y el otro, castaño y pelirrojo. ¿Amigos? ¿Enemigos? No tenía tiempo para razonarlo. Cuanto más avanzaban por la carretera, más se alejaban de los lobos. Al final, Baekhyun  los perdió de vista.
—Bueno, ¿de qué iba eso? —preguntó Taeyeon, sin aliento, aunque no hubieran hecho ningún esfuerzo físico.
—No… no lo sé.
Baekhyun tuvo que mentir de nuevo. ¡Demonios! ¿Lo habría estropeado todo? Seguramente. Las brujas ya sabían que había estado allí, vigilándolos, y no volverían    a la plaza al día siguiente.
Suspiró, intentando no desesperarse. Iba a  averiguarlo  de  todos  modos; después de que les dijera a Chanyeol, a Kai y a Kyungsoo la tontería que había hecho y  ellos le echaran una buena bronca por su tontería, claro.
Taeyeon tenía razón. Aquello era un rollo.

Premonición «Kaisoo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora