Capítulo 1

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Byun Baekhyun observó su reflejo en el espejo de su cuarto. Maquillaje ligero. Pelo oscuro sin un solo enredo, y suave. Ropa, una camiseta bien  planchada y pantalones vaqueros ajustados. Calzado, unas botas de senderismo. El les había cambiado los cordones blancos por otros más gruesos de color rosa.
Bien. Ya estaba oficialmente preparado.
Respiró profundamente, tomó la mochila de los libros, se la puso al hombro  y bajó las escaleras hacia la cocina. Su padre lo estaba esperando con el desayuno preparado.
A el se le revolvió el estómago. Iba a tener que fingir que comía,  porque dudaba que pudiera tragar un solo bocado. Estaba demasiado nervioso.
Desde el salón oyó el ruido de las sartenes, del agua cayendo en el fregadero y oyó también el suspiro de derrota de su padre.
Se detuvo antes de torcer la última esquina y se apoyó contra la pared. Una semana antes, su padre y el habían entrado en un territorio nuevo, feo y engañoso.
«Siempre seremos sinceros el uno con el otro», le había dicho siempre él. Siempre. Claro que, al mismo tiempo, le estaba diciendo mentiras sobre su padre biológico. El hombre que lo había criado no lo había traído al mundo, sino que en  realidad, era su   tío.
Su padre biológico poseía la habilidad de viajar en el tiempo a versiones más
jóvenes de sí mismo, pero él se había negado a creerle y había considerado que era inestable. El no podía demostrar lo contrario porque había muerto y su espíritu se había ido. Baekhyun lo había perdido para siempre. Baekhyun había  conseguido  pasar un día con el. Un día increíble y maravilloso. Heechul, su padre, era una de las almas que estaban atrapadas en la cabeza de su amigo Kai. Y después, todo había terminado. Heechul se fue.
A Baekhyun se le llenaron los ojos de lágrimas al recordar su despedida, pero    las contuvo. No podía llorar. Se le estropearía el maquillaje, y estaría horrible cuando llegara Chanyeol.
Chanyeol.
«Mi novio». Sí, pensaría en él, y miraría hacia el futuro en vez de obsesionarse  con el pasado. Consiguió sonreír un poco, y notó que se le aceleraba el corazón. No lo había visto desde el Baile Vampiro, cuando su rey había  sido  asesinado,  y  Kai había sido designado como nuevo soberano de los vampiros. Aunque él no quería aquel título, en realidad, ni las responsabilidades que conllevaba.
Sólo habían pasado dos días desde que había ocurrido todo aquello, pero para Baekhyun, pasar dos días separado de Chanyeol era una eternidad. Estaba acostumbrado   a verlo todos los días en el instituto, además de todas las noches, cuando él se colaba  en su habitación.
Y, para ser sincero, nunca le había gustado nadie como le gustaba él. Tal vez  fuera porque no había nadie como Chanyeol. Era intenso, listo, dulce con el, y protector.  Y sexy. Con todos esos músculos forjados tras años de correr y luchar en  forma de   lobo para proteger a los vampiros.
Cuando era guardián de los vampiros, se comportaba sin emociones y  de  manera distante, con todo el mundo salvo con el. Cuando era hombre lobo, era  suave, cálido y adorable. «Estoy impaciente por abrazarlo de nuevo», pensó, y su sonrisa aumentó.
—¿Vas a quedarte ahí todo el día? —le preguntó su padre.
El se sobresaltó, y la sonrisa se le borró de los labios. ¿Cómo sabía que estaba allí?
Bueno, era hora de enfrentarse al baño de sangre emocional. Alzó la cara, entró en la cocina y se sentó a la mesa. Su padre le puso delante una bandeja de tortitas con sirope de arándanos. Su desayuno favorito. Se le había calmado bastante el estómago mientras pensaba en Chanyeol, pero no creía que pudiera comer. O, más bien, no quería arriesgarse a vomitar delante de su novio.
Su padre se sentó frente a el. Tenía el pelo muy revuelto, como si se hubiera pasado los dedos por él cientos de veces, y sus ojos azules estaban apagados. Tenía ojeras y arrugas de tensión. Parecía que no había dormido desde hacía semanas.
Pese a todo lo que había ocurrido, Baekhyun odiaba verlo así. Él lo quería, y  el lo sabía. Pero por eso mismo, su traición resultaba más dolorosa.
—Papá —dijo el, en el mismo instante en el que él decía «Baekhyun».
Se miraron el uno al otro y después sonrieron. Era el primer momento relajado que compartían desde hacía varias semanas, y resultó… agradable.
—Habla tú primero —le dijo el.
Era médico, psicólogo clínico, y muy listo. Con sólo unas  cuantas  palabras,  podía conseguir que el le contara todos sus sentimientos sin darse cuenta de que abría la boca. Sin embargo, aquel día estaba dispuesto a arriesgarse a hacerlo, porque no sabía cómo comenzar la conversación.
Él se sirvió unas cuantas tortitas.
—Sólo quería decirte que lo siento. Siento las mentiras.  Lo lamento.  Y lo que  hice para protegerte.
Aquél era un buen comienzo. El
también se sirvió unas tortitas, y después comenzó a fingir que comía, empujando la comida de un lado a otro por el plato.
—¿Para protegerme de qué?
—Del estigma de que pensaras que tu padre era un desequilibrado. De que pensaras que tú… que tú…
—¿Que yo lo había matado? —preguntó Baekhyun con la voz quebrada.
—Sí —susurró él—. Y no fue así, ¿sabes? No fue culpa tuya.
Su padre biológico, Heechul, a quien Kai conocía, había muerto en el
parto. Aquello sucedía a veces, ¿no? No había ningún motivo para que su padre lo culpara. Pero su padre no sabía la verdad. No sabía que Baekhyun  anulaba las habilidades paranormales.
El mismo acababa de enterarse, y lo único que sabía era que su mera presencia impedía a la gente, y a las criaturas, usar sus dones.
De no haber sido por Kai, nunca lo hubiera descubierto. Él era el imán paranormal más potente de todos los tiempos. El papá de Baekhyun había ido debilitándose a cada día que pasaba durante su embarazo, porque el pequeño que llevaba en el vientre le estaba succionando la vida, literalmente. Y entonces, en el momento del alumbramiento, Heechul,  se había desvanecido, simplemente.
Y había ido a parar a la mente de Kai. Kai nació aquel mismo día, en  el mismo hospital. Además de acoger a Heechul, había atraído a otras tres almas humanas, fantasmas, y los había alojado en su cabeza.
Sin embargo, Heechul no recordó a Baekhyun enseguida, porque sus recuerdos desaparecieron cuando entró en Kai. Cuando, entre todos, lo descubrieron,  su  padre había conseguido lo que siempre deseó, lo que le había sido negado por la muerte: pasar un día con Baekhyun. Cuando su padre consiguió su deseo, volvió a marcharse.
A Baekhyun se le encogió el estómago de nuevo.
Su padre no sabía nada de eso, pero Baekhyun no iba a decírselo.  Él no le  creería, y pensaría que estaba desequilibrado, como su padre.
—¿Baekhyun? —dijo él—. Por favor. Dime lo que sientes. Dime lo que pensaste cuando te…
En aquel momento alguien llamó al timbre, y los dos se libraron de tener que seguir con la pregunta y la respuesta. A Baekhyun  se le aceleró el  corazón.  Se puso  en pie enseguida. Chanyeol.
—Yo abro —dijo rápidamente.
—Baekhyun…
Pero el ya estaba corriendo desde la cocina a la puerta principal. En cuanto abrió,  Chanyeol apareció ante el a través  de la puerta mosquitera,  y Baekhyun sintió  que su estómago se calmaba completamente.
Él sonrió, con aquella sonrisa de chico malo.
—Hola.
—Hola.
Sí. Muy sexy. Tenía el pelo oscuro y los ojos verdes. Era alto, musculoso, con los hombros anchos y el estómago plano. Era una pena que el no pudiera ver aquellos músculos bajo la camiseta negra. Llevaba unos vaqueros un poco  anchos,  y  unas botas manchadas de barro.
Un momento. ¿Acababa de hacerle una revisión completa? Sí. Con las mejillas ardiendo, volvió a mirarlo a la cara. Claramente, él estaba intentando no reírse.
—¿Te parece bien? —le preguntó. El calor aumentó.
—Sí, pero no había terminado —respondió Baekhyun.

Premonición «Kaisoo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora