Capítulo 23

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Por costumbre, Kai sacó las dagas de sus botas antes de que  el  primer  vampiro lo alcanzara. Claro que, utilizar una daga en una pelea con un vampiro era como llevarse una pluma a un combate de boxeo. Inútil. Dio una cuchillada en el  pecho de uno de sus atacantes, pero la hoja de la daga se dobló. Sí, inútil.
Ellos le apartaron las dos manos a palmadas. Las dagas salieron volando y cayeron al suelo. Kai sintió un mordisco en el hombro. Uno de los vampiros  se  había teletransportado tras él. Otro lo mordió en el cuello.
La adrenalina se le disparó en las venas y le dio fuerza. Consiguió arrancarse a  los vampiros y arrojarlos lejos de sí. Sin embargo, cuando se zafaba de uno, otro aparecía. En pocos segundos todos estuvieron encima de él otra vez, tratando de abatirlo, y sus colmillos eran lo más afilado que Kai hubiera visto nunca. Además,    al contrario que cuando lo había mordido Kyungsoo, no sentía placer, sino un dolor candente, intenso.
Debería haber previsto aquello, debería haber estado preparado,  pero  tenía  otras muchas preocupaciones y se había distraído. Había estado más veces en aquella mansión y nadie lo había atacado. ¡Y, demonios, él era el rey! No deberían tratarlo     así.
Los vampiros seguían comportándose como tiburones que hubieran olido la sangre, y lo mordían, intentando arrancarle trozos de carne. Al final consiguieron ponerlo de rodillas. Cuando golpeó el suelo frío y duro, perdió todo el aire de los pulmones, y se mareó.
«¡Lucha!», le gruñó Eunhyuk.
—¡Eso hago! —respondió Kai, mientras daba una patada  y  mandaba  a  alguien lejos—. Pero… ¿qué más puedo hacer?
«Tienes el anillo. ¡Úsalo!».
El anillo. Claro. Kai sacó la mano, de un tirón, de entre los dientes de uno de  los consejeros, y con la yema del pulgar deslizó la tapa de  ópalo  del  engaste.  Extendió el brazo y lo agitó, y el líquido salpicó en todas direcciones.
Se oyó un chisporroteo de carne. Los vampiros comenzaron  a aullar de dolor y  lo soltaron para agarrarse las caras abrasadas. Kai consiguió ponerse en pie,  jadeando y sudando, con la intención de salir corriendo hacia la puerta tan rápidamente como fuera posible.
Pero en aquel momento vio sus bestias. Estaban saliendo de ellos  y alzándose  por encima de sus hombros. No eran más que contornos, pero lo suficientemente visibles como para distinguir sus alas extendidas, sus ojos encendidos y rojos, y sus hocicos, de los que fluía algo… ¿Veneno? ¿Ácido? Kai se quedó paralizado.

Las bestias lo vieron, e igual que había hecho la de Kyungsoo, se estiraron hacia él como si estuvieran desesperadas por tocarlo. Él debería haberse asustado mucho. Bueno, más. Sin embargo, aquellos ojos feroces… lo calmaron, tal vez porque no proyectaban amenazas. Las bestias parecían cachorritos. Sí, eran como cachorritos de demonio que querían que él los tomara en brazos,  que se los llevara a casa y les  rascara detrás de las orejas. Extraño. Muy raro.
«¡Sal corriendo de aquí!», gritó J.B.
«En serio, tío», dijo Mark, «éste no es el mejor momento para quedarte ahí plantado».
«¡Corre!», le urgió Eunhyuk.
Demasiado tarde. La vacilación le costó muy cara.  Aunque  los  vampiros  estaban sangrando y tenían heridas abiertas en la carne, estaban olvidando el dolor e irguiéndose. Caminaban hacia él y entrechocaban los dientes. Seguramente, tenían la boca hecha agua porque estaban pensando en su sangre. Kai alzó el anillo con un gesto amenazante, pero ya no quedaba líquido en él. Lo había gastado todo.
Y peor todavía, al mover el brazo,  que tenía  lleno de  mordiscos, expandió el  olor de su sangre hacia ellos. Los consejeros cerraron los ojos, saboreándolo con  deleite, hasta que saborear no fue suficiente para ellos. Querían más.
De nuevo, alguien se lanzó contra él. Los demás lo siguieron rápidamente, y volvieron a morderlo. Más heridas, más quemaduras.
Kai luchó con todas sus fuerzas. Pataleó. Golpeó. Incluso  mordió.  Sin embargo, no había nada que pudiera dañar la piel de un vampiro. Y no había fuerza suficiente para empujarlos.
«Juega sucio. Tienes que luchar de una manera sucia», le dijo Mark.
Y tenía razón. Kai metió los dedos en la herida abierta de uno de los vampiros  y tiró. Hubo un alarido de dolor, y el vampiro se alejó rápidamente. Sin embargo, por encima de aquel alarido, a Kai le pareció oír… ¿Rugidos?
Sí, rugidos. Muchos rugidos que reverberaban por la habitación. Y  alguien  estaba quitándole a los vampiros de encima a Kai. Había  gruñidos,  rugidos,  sonidos de dentelladas y gritos, todo mezclándose como si fuera la banda sonora de una película de terror.
¿Qué demonios estaba ocurriendo?
Kai se sentó e intentó escabullirse. Cuando vio lo que le rodeaba, se quedó petrificado. Las bestias se habían materializado. Kyungsoo le había dicho que  necesitaban algo de tiempo para hacerlo, pero en aquella ocasión lo habían hecho rápidamente. Olían a azufre, a huevos podridos, y las puntas de sus alas eran como puñales.
Aunque no podían cortar la piel de los vampiros, los  atrapaban  con  sus  enormes fauces y los sacudían violentamente.  Seguramente  les  estaban  rompiendo los huesos y el cráneo. Los vampiros gritaban de dolor.
Las enormes puertas de la estancia se abrieron, y aparecieron más vampiros.
Cuando vieron la escena, se quedaron helados, con la boca abierta de espanto.
—¡Las bestias!

—¿Qué hacemos?
—¡Esto nunca había ocurrido!
—¡Alto, por favor! —gritó Kai.
Entonces, todos los monstruos se detuvieron y lo miraron. Los cuerpos de los vampiros cayeron al suelo con un ruido sordo. Los vampiros no se levantaron; se quedaron en el suelo, llorando, hechos un ovillo. Una de las bestias rugió, y los vampiros que acababan de llegar retrocedieron y se pegaron contra la pared. Kai permaneció en su sitio.
Todos los monstruos se acercaron a él.
En aquel momento, Kyungsoo entró en la sala gritando su nombre. Él no se dio la vuelta, pero extendió los brazos para detenerlo y evitar que  se  le  ocurriera adelantarse a él e intentar luchar contra los monstruos para protegerlo. Por supuesto, el lo ignoró, y su cuerpo chocó contra el de Kai.
Todas las bestias rugieron al unísono.
Kyungsoo lo agarró y tiró de él para teletransportarlo.
—Te van a matar. Tenemos que irnos.
—No —dijo él—. No. Apártate de mí, Kyungsoo.
—¡No!
Se oyeron más rugidos.
—Por favor, Kai —le rogó Kyungsoo.
—¡Apártate de mí! ¡Ahora! —le ordenó él—. No me van a hacer daño. Me están protegiendo —dijo. Al menos, eso era lo que esperaba. Sin  embargo,  fuera  como fuera, él no quería que el se interpusiera entre el peligro y él.
Pasó un momento en silencio, y después, sus manos se apartaron y Kai notó que perdía su calor. Sin decir una palabra más, Kai se obligó a mover las piernas.    La bestia que estaba más cerca de él rugió de nuevo y aleteó. Las otras se colocaron a  su lado, y todas formaron una muralla de furia y amenaza.
«¿Qué estás haciendo?», preguntó J.B.
«Corre», le rogó Mark.
«No… no veo nada», dijo Eunhyuk. «Ya no sé lo que deberías hacer. Y no me gusta.
No me gusta nada esto».
Sin embargo, Kai continuó hacia delante.
—Tenía razón —dijo suavemente—. Me estabais protegiendo, ¿verdad? No hubo respuesta.
¿Lo entendían?
—¿Y por qué habéis hecho eso?
El primer monstruo plegó las alas y se agachó, y puso su cara a  pocos  centímetros de la de Kai. Por las enormes ventanas de su hocico salían resoplidos húmedos. Y con la boca, llena de dientes agudos de los que goteaba saliva, le acarició  el brazo.
Por un instante, el miedo lo dejó paralizado. Entonces, vio que no tenía ninguna herida nueva, y se dio cuenta de la verdad.
—Quieres que te acaricie, ¿verdad?

De nuevo, no obtuvo respuesta, pero alargó el brazo. Aunque le temblaba la mano, posó la palma detrás de la oreja del monstruo y lo acarició. En vez de un mordisco, en vez de dolor, en vez de la pérdida de un miembro, Kai obtuvo el ronroneo de aprobación de la bestia.
Los demás monstruos se acercaron a él torpemente, arañando con las garras el suelo, y se colocaron a los pies de Kai, esperando sus caricias.
—No lo entiendo —susurró él.
«Yo tampoco», respondió J.B.
«Pero no importa, tíos. Somos los mejores», dijo Mark, orgulloso como un pavo real.
«No me esperaba esto», añadió Eunhyuk, asombrado.
¿Por qué les gustaba a aquellas criaturas? ¿Por qué lo habían protegido de la gente en la que habitaban? No tenía sentido.
Lo único que se le ocurrió fue que debía de gustarles la atracción que  él  irradiaba, la extraña vibración que emitía, y que había atraído a las hadas, a los vampiros, a los duendes y a las brujas a Crossroads. Sin embargo, aquellas otras criaturas odiaban aquella atracción. Por eso mismo, las brujas habían organizado una reunión, para decidir lo que iban a hacer con él. Por ese motivo, también, Thomas y Brendal habían ido al rancho, para salvarse a sí mismos, y también a los que ellos llamaban «sus humanos», de la supuesta maldad de Kai.
—¿Kai? —dijo Kyungsoo en voz muy baja, muy suave, mientras se acercaba lentamente a él.
Varios de los monstruos sisearon y le rugieron.
—No —les dijo Kai, y dejó de acariciarlos—. Es un amigo.
No sabía qué esperar de su reproche, pero lo que recibió fueron unos maullidos lastimeros. Incluso le empujaron un poco el brazo con la cabeza, para que siguiera acariciándolos.
Y él lo hizo.
—Kyungsoo, acércate lentamente —le pidió. No podía permitir que  aquellas  bestias la amenazaran o le hicieran daño alguna vez.
Oyó sus pasos. De nuevo, las criaturas sisearon y gruñeron. Sus cuerpos se pusieron rígidos, y sus escamas se empinaron, casi como si fueran armaduras preparadas para el ataque.
—Alto —les dijo Kai, tanto a Kyungsoo como a los monstruos. Los pasos cesaron. Las bestias se calmaron.
—Otro paso.
El obedeció, pero provocó más siseos.
—Alto.
De nuevo, el obedeció, y de nuevo, las criaturas se calmaron. Kai suspiró. Tendrían que intentarlo en otro momento. Aquellos monstruos no estaban en disposición de aceptar a nadie más, y él no podría dominarlos si la atacaban.
—¿Cómo puedo meterlos dentro de sus vampiros otra  vez?  —preguntó  sin  dejar de acariciarlos.

—Ahora ya se han materializado —dijo el con la voz trémula—. No tienen por qué volver.
¿Nunca?
—¿Pero pueden hacerlo?
—Sí, pero yo sólo he presenciado una vez un regreso. Normalmente, sus huéspedes vampiros están muertos cuando las bestias llegan a este punto.
—¿Y los consejeros están…?
—No. Están vivos —respondió el—. Están sufriendo mucho dolor, pero se curarán.
Kai miró a los ojos al monstruo que tenía delante.
—Necesito que vuelvas al lugar del que has salido —le dijo. Se ganó un resoplido desdeñoso.
Lo entendían, pensó, y se  animó.
—Necesito que volváis —dijo con más firmeza. En aquella ocasión, la bestia negó con la cabeza.
—Por favor. Os agradezco mucho que me hayáis ayudado, pero estos hombres también me están ayudando. Yo no puedo venir a esta casa sin ellos. Así que si no volvéis a ellos, tendré que marcharme y no podré entrar más aquí. Sin embargo, si volvéis, puedo hablar con ellos sobre sus marcas de cerradura, para que os dejen salir  y venir a visitarme.
Estaba haciendo una apuesta muy arriesgada. ¿Les importaba de verdad a aquellas criaturas? No lo sabía con seguridad. ¿Querían pasar más tiempo con él? Tampoco lo sabía, pero era la única moneda de cambio que tenía.
Lo miraron durante un largo instante, con los ojos entrecerrados, resoplando de nuevo con ira, pero al final no lo atacaron. Uno a uno fueron levantándose y poco a poco, su color se desvaneció y el olor a azufre desapareció. De nuevo se convirtieron  en contornos, como si fueran fantasmas.
«Increíble», pensó. Aquellas formas flotaron hacia los  vampiros  y  desaparecieron en su interior,  como si los hubiera  succionado una aspiradora.  Kai lo vio todo con los ojos muy abiertos. «Increíble».
Tras él se armó un jaleo, y Kai se dio la vuelta. Kyungsoo se acercó rápidamente hacia él y se arrojó a sus brazos. Él la estrechó con fuerza. Los demás vampiros que habían entrado en la sala estaban blancos como la nieve, murmurando, y mirándolo con una mezcla de reverencia, espanto e incredulidad.
—¿Cómo lo habéis hecho? —le preguntó alguien, por fin.
«Yo también me lo pregunto», dijo Eunhyuk.
—Nunca había visto nada semejante —dijo otro vampiro.
—Las bestias están domesticadas. ¡Domesticadas de verdad!
«El Domador de Bestias. Ése debería ser tu alias», dijo Mark, y soltó un grito de alegría.
Un vampiro muy alto, pelirrojo, se acercó a Kai con la cabeza inclinada.
Incluso se puso de rodillas.
—No sé si os han hablado de mi desafío, Majestad, pero lo retiro humildemente.
Un segundo vampiro imitó las palabras y los gestos del primero, seguido de un tercero y un cuarto.
—Bien. Eso está bien —dijo Kai, porque no sabía qué otra cosa podía decir—.
Kyungsoo y yo vamos a marcharnos un rato, ¿de acuerdo?
—Sí, sí.
—Por supuesto.
—Majestad, que tengáis un buen rato.
—Haced lo que os plazca. Ésta es vuestra casa.
Aunque estaba temblando, Kai entrelazó sus dedos con los de Kyungsoo y dejó que el lo guiara hacia su habitación. Chanyeol y Baekhyun los  estaban  esperando arriba. Estaban sentados en la cama de Kyungsoo, en silencio, sin mirarse el uno al otro.
Cuando Kai cerró la puerta y los cuatro estuvieron  solos,  Kyungsoo  se  giró hacia él con los ojos abiertos como platos.
—Ha sido increíble. ¿Cómo lo has hecho?
—¿El qué? —preguntó Chanyeol.
Kyungsoo se lo dijo, y el lobo palideció. Se puso en pie y agitó la cabeza.
—Debería haber estado allí. Siento no haber estado, siento que te atacaran. Yo…
—No pasa nada —le dijo Kai, intentando no tambalearse—. He podido controlar la situación.
Más o menos.
—¿Estás bien? —le preguntó Baekhyun—. Es como si hubieras estado en un cuadrilátero de boxeo. Jugando con cuchillos.
Kyungsoo lo miró con atención, por primera vez,  de los pies  a la cabeza.  Frunció  el ceño.
—Es verdad. Tienes la ropa rota, y toda la piel llena de marcas de mordiscos, y hueles… divinamente —dijo con la voz ronca de deseo—. ¿Quieres que te dé un poco de mi sangre para que te cures?
—No, gracias.
No quería ver el mundo a través de sus ojos. No le importaba; en realidad, le gustaba, pero durante los dos días siguientes necesitaba tener el dominio sobre sí mismo.
—¿Has conseguido el equipo de tatuaje? —le preguntó.
El asintió. Se acercó al tocador; allí había tubos, frascos y agujas.
—Si no te importa —dijo remilgadamente—, Chanyeol te hará los tatuajes. Eso también te va a doler, y yo no quiero hacerte daño.
Se sonrieron el uno al otro, mientras Kai se sentaba en la silla del tocador.
—No me importa —dijo él.
Chanyeol se sentó frente a él y se ocupó de organizar las cosas.
—¿Cuántas marcas de protección quieres?
—¿Cuántas necesito?
—Todas las que puedas acoger. Si yo estuviera en tu situación, me cubriría de ellas. Pero éstas son permanentes, ¿sabes? En los vampiros desaparecen a medida que su piel se cura de las marcas que les hacemos con  je la nune.  En  los humanos no.  Y no, no voy a usar je la nune contigo. A los vampiros no hay otra manera  de  marcarles la piel, pero para ti no es necesario.
—¿La tinta es mágica, o algo así?
—No. Los dibujos son encantamientos en sí mismos. Bueno, protecciones contra encantamientos. Tú verás líneas retorcidas, pero en realidad son series de palabras.
Magnífico.
—De todos modos, debes elegir con cuidado, porque te quedarás con ellas para siempre.
Él sopesó las opciones.
—No tenemos mucho tiempo, así que te daré dos horas. ¿Te parece bien?
Tatúame todas las que puedas en ese tiempo.
—Seis. En dos horas puedo hacerte  seis.
—Parecen  muchas para  tan poco tiempo.
—Llevo haciendo esto más de un siglo. Se me da muy bien. ¿De qué quieres protegerte?  ¿Del control de la mente? ¿De la fealdad? ¿Del dolor? ¿De la muerte?   Ellas pueden lanzarte un maleficio sobre cualquier cosa. Impotencia. Amor. Odio. Rabia. Ah, y tendré que hacerte una marca para proteger las demás marcas, porque también pueden alterarlas, a menos que… Bueno, no importa, pero supongo que eso significa que tenemos tiempo para otras cinco.
—Espera. Explícame eso que no tiene importancia —dijo Kai. Chanyeol suspiró.
—Las marcas se pueden cerrar con más tinta, y eso niega su poder.  Kai arqueó una ceja. ¿Por qué iba a querer alguien anular una marca?
—¿Existe alguna marca  que pueda mantenerme  con  vida para siempre?
—Sí y no. Es una muy rara, y no tenemos tiempo para hablar de eso. Lo que puedo hacer es tatuarte una marca que te proteja de un maleficio de muerte.
—¿Y puedes proteger a Baekhyun y a Kyungsoo con esa marca?
Kyungsoo ya se lo había explicado, pero no le importaría tener una segunda opinión.
—No. Podría tatuarles una marca, pero en cuanto terminara, esa marca se quemaría y quedaría inútil, porque ya están hechizadas.
Una pena.
—De acuerdo. Entonces, te daré una hora para que me hagas tres marcas a mí, y después, quiero que tatúes a Baekhyun contra algunas cosas.
—¿Tatuajes? No, no —dijo el, negando con la cabeza nerviosamente—. Mi padre me mataría.
Nadie señaló lo evidente: una persona tenía que estar vivo para que alguien pudiera matarlo.
Chanyeol asintió, aunque sólo hacia Kai. El necesitaba  marcas  de protección,  y  se las harían. Punto. Sería una preocupación menos para ellos. El  iba  a  darse  cuenta, y cedería. Kai estaba seguro.
Chanyeol sujetó la máquina de tatuar.

—Entonces, aparte de la marca para proteger las demás marcas, ¿qué quieres proteger?
—Quiero una marca contra los maleficios de muerte, como has dicho. Y protege también mi mente.
—Bien. Empezaremos con ésa. Hasta el momento, las brujas han querido que estuvieras vivo. Si te capturaran, seguramente intentarían sacarte de la cabeza toda la información que pudieran. Así no podrán hacerlo. Vamos, quítate la camisa.
Después de echarle una rápida mirada a Kyungsoo, que lo  estaba observando, Kai obedeció. Chanyeol posó la herramienta en su pecho y comenzó a trabajar.
Kai notaba un escozor constante, pero nada que no pudiera soportar.  De  hecho, incluso podía echarse una siesta. Y lo hizo. Cerró los ojos y  dejó  vagar  la mente, hasta que oyó a Chanyeol soltar una maldición entre dientes.
Abrió los ojos al notar, de repente, una quemazón en el pecho, y el olor a carne que chisporroteaba. Miró hacia abajo; había un tatuaje en su pecho, pero sobre su superficie se producían  descargas eléctricas luminosas que estaban borrando el color   y provocando vapor.
—Ya te han maldecido —dijo Chanyeol con gravedad—. ¿Por qué demonios no me   lo habías dicho?
¿Cómo?
—No, no me han maldecido. De verdad, me acordaría de algo así.
—Bueno, pues la única cosa que podría causarte esta reacción, aparte de eso, es que tengas una marca que me impida hacerte marcas protectoras.
—Creo que también me acordaría de eso —dijo Kai. Sin embargo, tenía una idea molesta en el fondo de la mente, un mar de oscuridad—. Puede que  tenga  lagunas de memoria. Estaba pensando que ayer encontré electricidad estática en la mente del doctor Hennessy, aunque no recuerdo haber intentado entrar en su cabeza.
—Lagunas, ¿eh? —Chanyeol frunció el ceño y dejó el equipo de tatuaje a un lado.
—Quítate la ropa. Toda. Kai se atragantó.
—¿Cómo?
—Ya me has oído. Desnúdate. Voy a buscar marcas en tu cuerpo.
«No vamos a hacer un show de striptease», tartamudeó J.B.
«No pasa nada por enseñar un poco de piel», dijo Mark.
—Creo que me habría dado cuenta si…
Chanyeol lo interrumpió negando severamente con la cabeza.
—No siempre. Chanyeol insistió.
—Lis chicos…
—Se darán la vuelta. Deja de protestar. No tienes nada que yo no haya visto antes.
Kai miró a los chicos, y ellos ya se habían dado la vuelta. Así que, con vergüenza y algo de rubor, se desnudó. Chanyeol lo examinó y soltó un gruñido.
—Demonios —dijo, mientras Kai se vestía rápidamente—. No tienes ninguna marca.
—¿Le has mirado en todas partes? —preguntó Kyungsoo. Kai enrojeció por completo.
—Sí, aunque todavía tengo que buscar en algunos sitios —dijo Chanyeol.
Miró detrás de las orejas de Kai y en la línea donde empezaba el pelo de la cabeza, y bajo sus brazos. Nada.
Después lo empujó por los hombros, y Kai se sentó en la silla. Chanyeol le levantó un pie y después el otro. Entonces, el lobo comenzó a cabecear como si hubiera descubierto los secretos del universo.
—¿Cómo es posible? —preguntó Aden—. Me habría dado cuenta después, aunque no me hubiese dado cuenta mientras me tatuaban —dijo—. Me habría dolido  al caminar.
—No. Te han hecho dos marcas, y una de ellas es para prevenir el dolor de pies.
Después de que te despertaras no sentiste nada.
Dios santo, ¿acaso había una marca para todo?
—Has mencionado el dolor de pies. ¿Para qué es la otra marca?
—Para impedir que se te pueda hacer una marca  contra  la  manipulación  mental. Eso significa que quien te hizo la marca quería que tu mente fuera maleable.    Y si tienes lagunas de memoria relacionadas con tu médico, seguramente fue él quien te hizo las marcas.
Kai se sintió asombrado, conmocionado, enfurecido. ¿Por qué le había hecho marcas el doctor Hennessy?
—¿Y por qué lo ha hecho? ¿Qué quería de mí?
—Mañana le haremos una visita y lo averiguaremos.
Si todavía estaban vivos. Chanyeol no lo mencionó, pero todos lo pensaron.
—Ahora voy a negar la marca de la manipulación mental entintando  las  palabras. Luego te pondré otra marca en contra de la manipulación. Después  te  pondré una marca para proteger tus marcas. Así, él no podrá  negar  las  nuestras, como estamos haciendo nosotros con las suyas. Sin embargo, tengo que hacerte una advertencia. Mucha gente no quiere las marcas protectoras de otras marcas  porque    las marcas que te hagas ahora, como las que te hagas después, se hacen permanentes.  Y si se te añade otra marca sin tu consentimiento… De todas maneras, en tus circunstancias merece la pena correr el riesgo.
—Gracias —dijo Kai.  Todavía estaba furioso—.  ¿Quedará tiempo para hacer  la marca que previene la muerte?
—Haremos tiempo. De todos modos, te voy a dejar la marca contra el dolor de pies. Vas a necesitarla —respondió Chanyeol.
Después volvió al trabajo.

Premonición «Kaisoo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora