14

1K 147 63
                                    

Su primer pensamiento era que hacía calor. Mucho. Tenía el cabello parcialmente pegado a la frente por la humedad que transpiraba su piel, y la camiseta que le había dado Frank estaba enroscada alrededor de su cuerpo cual camisa de fuerza de tantas vueltas que había dado para poder dormirse. Algo que no sucedió. Y esa noche no se debía a las pesadillas o la ansiedad que solían atosigarle. No. El problema era que Frank estaba justo a su lado. Había tan poco espacio entre sus cuerpos que cualquier movimiento haría que se rozasen y Tony estaba luchando con todas sus fuerzas para que eso no ocurriera. Porque se conocía, sabía lo que pasaría después, y llevaba la última hora u hora y media auto convenciéndose de que no era buena idea cruzar esa línea.

El siguiente pensamiento, sin embargo, fue que Frank tal vez no opinaba igual. Antes siquiera de procesar lo que estaba ocurriendo, una fuerte caricia estaba subiendo por su cuerpo desde su muslo de forma delicada a la vez que intensa. Aquel gesto le sorprendió tanto que fue incapaz de abrir los ojos, se limitó a tratar de recordar cómo se respiraba mientras el peso se acurrucaba en su pecho. ¿Estaba Frank haciendo aquello conscientemente o era un acto reflejo mientras dormía? Abrazar a quien tenía cerca, ¿tal vez pensando que se trataba de Mary y quería protegerla?

Su propia respiración se volvió mucho más pesada y supo enseguida que Frank estaba bastante despierto. O eso, o tenía un extraño tipo de sonambulismo, porque lo siguiente fue notar su lengua dando pequeñas y rugosas lamidas y...

Un momento, pensó. Una lengua no debería sentirse de aquel modo. Abrió los ojos y a punto estuvo de despertar a todo el bosque con un grito cuando vio un brillante y pequeño ojo justo delante de su rostro. Fred estaba bien cómodo sobre él lamiéndole gustoso, el muy bastardo. Agarró al gato enseguida y salió disparado de la tienda para soltarlo por ahí, maldiciendo al animal por haberle provocado una incómoda erección. 

—¿Qué demonios estoy haciendo...? — maldijo entre dientes.

La situación se estaba saliendo completamente de control y no encontraba forma de frenarlo. 

Sabía perfectamente lo que sentía por Frank, era demasiado obvio incluso para él, pero no era posible. No lo era. Apenas una semana atrás seguía estando convencido de su amor por Pepper, pensando incluso en pedirle matrimonio, y de repente se estaba enamorando de Frank —a quien conocía de hacía solo unos días— a una velocidad aterradora. No estaba cambiando en absoluto. No era un mejor hombre. Solo debía fijarse en lo rápido que había sustituido a Pepper para darse cuenta de que seguía siendo el mismo tipo despreciable de antes. 

Y sabía lo que llegaría después. Era la historia de su vida, el mismo error una y otra vez. Pronto la cagaría como acababa haciendo con todo y Frank recibiría la mayor parte del daño. Y le apreciaba demasiado para soportar ver odio en sus ojos. De modo que no podía, no debía, cruzar esa línea.

Es solo un capricho, quiso convencerse. Un capricho que desaparecería si se centraba de nuevo en el trabajo. Debía dejar de jugar a las casitas con Frank y volver a ser el de antes. ¿Pero era eso realmente lo que quería? Volver a las viejas andadas entre fiestas, resaca y soledad, abandonándose a cualquier cuerpo que le diera algo de calor por unas horas... No, por supuesto que no quería volver a ser ese hombre. ¿Pero qué otra opción tenía? Podía proteger la Tierra de cualquier amenaza que se acercara, mas no podía proteger a nadie de sí mismo. Del caos que provocaba alrededor. 

Se alejó de la tienda llenándose los pulmones de aire fresco en un desesperado intento por tranquilizarse, pero pronto una conocida sensación empezó a recorrer su cuerpo. Sabía lo que estaba sucediendo, o lo que iba a suceder en breve. El dolor en el pecho, la dificultad para respirar, el temblor en las manos. ¿Por qué ahora? se dijo, ¿por qué debía sufrir un ataque de ansiedad en ese instante? 

Un Recuerdo Inolvidable [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora