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Se arrepintió de haber elegido traje chaqueta nada más bajar del jet privado. Si bien estaba acostumbrado al clima cálido de cuando vivía en Malibú, Tampa le recibió con un abrazo húmedo además de caliente, provocando que antes de subir al taxi ya llevara la camisa pegada a la piel.

Le dio la dirección al conductor y, sin pudor alguno, se cambió ahí dentro de ropa.

Sabía que iba a lamentar el no haber dicho a Pepper dónde iba, o siquiera que salía de casa, pero en el momento de hacer la maleta ni lo pensó. Estaba tan acostumbrado a hacer la suya sin rendir cuentas a nadie, que incluso después de años de relación seguía tomando decisiones sin compartirlas antes con ella. Solo se lo había dicho a Harley y fue más por fruto de la casualidad.  

Tony pagó al taxista una vez llegaron y cogió la pequeña bolsa de viaje del maletero. Plantado de pie en la acera frente a la casa de Frank Adler, entendió finalmente por qué Evelyn hablaba tan mal del lugar. Él, que creció en la más absoluta comodidad, con mayordomo y distintas casas en las que vivir, lo que tenía ante él le pareció triste. La casa entera podía caber sin problemas en su hall principal. 

—¿Se le ha perdido algo por aquí? — una mujer afroamericana se le acercó. Era bajita, rondando los cuarenta, con media melena rizada y cara de estar oliendo algo en mal estado. Supuso que era por él. 

—Estoy buscando a Frank Adler. ¿Le conoce?

—Frank no está, será mejor que se vaya.  

—Vengo desde Nueva York. Soy...

—Ya sé quién es usted — se cruzó de brazos frunciendo aún más el ceño, confirmando la suposición de Tony —. Por eso mismo le digo que vuelva por donde ha venido. 

—Disculpe, ¿y usted quién es? El jardinero estoy seguro que no, porque es el césped más muerto que he visto nunca...

—Voy a echarle de aquí a patadas como usted hizo con Frank — la mujer hizo ver que se subía las mangas, pues iba en tirantes, y Tony dio un paso atrás. Estaba bastante convencido de que la amenaza era real. 

—Roberta, yo me encargo...

Frank apareció por la puerta de la casa con peor aspecto que la única vez que se vieron. Sus jeans rotos por la rodilla y la camiseta llena de manchas de grasa se le antojaron a Tony un mejor conjunto para el barrio en el que estaba. Conforme se acercaba, pudo apreciar una sombra negra bajo sus ojos y eso, sumado a la barba que llevaba, le dejó claro que tenía ante él a otra víctima del insomnio.

—Frank, no hacía falta que salieras, le he pateado el culo a tipos más grandes que este.

—Nadie le va a patear el culo a nadie, Berta... — aunque hablaba con la mujer, sus ojos estaban fijos en las gafas de sol de Tony —. Por favor, déjanos a solas.

La mujer se lo pensó un minuto antes de darse la vuelta y desaparecer por el pasillo lateral de la casa. Tony se relajó un poco y carraspeó antes de tenderle la mano.

—La otra noche no me presenté debidamente. Soy Tony Stark, también conocido como Iron...

—¿Qué quieres? — le interrumpió Frank de brazos cruzados, rechazando abiertamente el protocolo de saludo y, aparentemente, también el trato de usted —. Si no es para traer de vuelta a Mary, no sé qué estás haciendo aquí. 

—Estás a la defensiva, lo entiendo — alzó las manos en señal de paz —. He venido a hablar. Mary sabe acerca de tu visita y lleva desde entonces un poco alterada. 

Aquellas palabras parecieron bastar para que Frank bajara las barreras y sustituyera la agresividad por preocupación. Se dio media vuelta y entró a la casa, quedándose en la puerta. Tony pensaba que iba a cerrársela en las narices, hasta que se dio cuenta que solo evitaba que un gato anaranjado escapara. Ese debía ser Fred.   

Un Recuerdo Inolvidable [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora