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Buenos días, señor.

La voz de JARVIS le sobresaltó, despertando con la cara pegada a la almohada y un odio profundo al mundo en general. Trasteó con la mano encima de la mesita de noche hasta darle la vuelta al reloj digital y mirar la hora. Las siete de la mañana. 

—¿Se te han freído los circuitos, JARVIS? — gruñó agarrando los bordes de la sábana para cubrirse hasta las orejas.

Se me ha pedido que le despierte, señor — insistió la IA. 

—Pues dile a quien haya sido que se puede ir al infierno.

Sonrió al no recibir más insistencia por parte de su ordenador central y se dejó llevar nuevamente por el sopor. Resultaba curioso que por la noche nunca encontrara el momento para irse a dormir, siempre alargando las horas hasta la madrugada, pero una vez estaba en la cama resultaba imposible abandonarla. Y se había pasado las últimas 48 horas sin apenas pegar ojo, de modo que no tenía intención alguna de levantarse temprano. 

Minutos después, cuando finalmente había vuelto a conciliar el sueño, la puerta del dormitorio se abrió de forma abrupta como si al otro lado se encontrara Leónidas a grito de "esto es Esparta". Tony gruñó con fuerza mientras unos apresurados pasos se dirigían hacia la cama. 

—¡Tony despierta! — gritó Harley alargando la última 'a' con música en la voz.

—Déjame en paz, mocoso — siseó, esperando que sonara lo suficientemente amenazante para que le hiciera caso. 

No tuvo suerte.

Harley se subió a la cama y empezó a saltar en esta sin dejar de canturrear su nombre, agitando el cuerpo de Tony cuyo mal humor iba en crescendo. El niño salió corriendo nada más ver a su tutor legal con intención de estampar la almohada en su cara y se plantó en la puerta.

—Frank dice que te levantes de una vez. Tenemos que ir al colegio — le informó antes de irse por donde había llegado, dejando a Tony a solas y en silencio. 

Hubiese sido realmente fácil ordenar a JARVIS que sellara la puerta e impidiera la entrada a cualquiera que se empeñara en despertarle, pero ante la mención del tío de Mary maldijo entre dientes y se obligó a sentarse al borde de la cama. El día no empezaba bien. No hacía ni doce horas desde que hicieron esa apuesta y ya estaba lamentando haberla aceptado. 

Arrastrando los pies, se vistió con lo primero que encontró y bajó a la cocina despeinado y sin afeitar. La imagen que le recibió le impidió por un instante entrar, parecía sacada de la típica película familiar: Frank estaba sartén en mano preparando lo que parecían huevos revueltos y con la otra servía jugo de naranja, todo eso mientras daba indicaciones a los niños para que terminaran de acicalarse y ubicaran sus mochilas. 

Mentiría si dijera que la escena no le sacó ni una sonrisa. Frank se veía ridículo con ese delantal —sabía Dios de dónde lo habría sacado—, y parecía imposible que alguien fuera capaz de hacer tantas cosas a la vez, pero ahí estaba él cual diosa hindú con numerosos brazos. Y los niños no se lo ponían fácil, Mary no dejaba de repetir que no encontraba su diadema favorita y Harley seguía revoloteando con la misma energía con que le despertó a él.

—Al fin te decides a bajar — Tony salió de su ensimismamiento al verse descubierto por  un Frank algo agobiado y finalmente entró en la cocina.

—¿Me puedes aclarar de qué manera levantarme a las 7 de la mañana va a hacer que me sienta más feliz? — se quejó buscando algo, no sabía el qué. 

—Si te hubieras ido a dormir cuando te lo dije... — el rubio pareció entender mejor que él lo que necesitaba cuando le alcanzó una taza de café recién hecho —. Y vosotros dos, venga, sentaros de una vez. 

Un Recuerdo Inolvidable [Crossover]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora