CAPÍTULO CUARENTA Y TRES: EL REY Y CAPERUCITA

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El rey Eric y la reina Amelia, el rey Humberto, el rey Anthony, el rey Scorpión, el rey Klaus y toda la corte estaban allí. El pueblo gritaba y lanzaba flores recibiendo a los nuevos reyes, al rey Mor y a la reina Lia, ambos enamorados que juraron proteger esas tierras. Algunos gobernantes había ido por obligación por las amenazas de la nueva reina al decir que si les daban la espalda: los atacaría. Otro como los últimos tres reyes mencionados estaba felices, sonriendo por el nuevo tratado que se había dado. El padre del ahora rey Mor había muerto, algunos decían que la vejez, y los sirvientes decían por envenenamiento, un hombre gordo y codicioso pero con la fuerza de gobernar por muchos años había enfadado a la joven cazadora.

Nadie lo decía en su cara, nadie se atrevía a correr más rumores, mucho menos cuando el rey Mor había salido tan afectado y la cazadora había estado allí para él. Una semana después había sido coronado y ahora, ambos estaban casados. Cuanto poder, cuanto temor para lo que se venía, sabían que aquella mujer era peligrosa pero el gobernante la amaba.

Lia esbozó una sonrisa fingida cuando el rey Klaus viudo sostuvo su mano para bailar, la belleza de aquel hombre la había cautivado, y también la manera de hacer el amor, le gustaba su boca y la forma en como recorría su cuerpo, había sido un buen candidato para marido, pero él no quería compartir su trono y ella no tenía título de amante. Siempre para más, pero no estaba mal darse un banquete como aquella misma noche, esa donde su ahora esposo hablaba con los príncipes y reía, ella se escapó y fue embestida por el rubio rey que bajó su boca y capturó la suya.

—Mi reina sabe usted tan bien —susurró con voz ronca el rey Klaus, Lia gruñó cuando él bajó el vestido y tomó entre sus dientes su pezones endurecidos, siseó bajito y enterró sus dedos en el cabello del hombre y lo guio, más quería más.

La muchacha bajó sus manos y tiró del pantalón, tomó entre sus manos la gran hombría del hombre y la acarició, una de las razones por la cual había caído y no solo ella, sabía que su querida cuñada estaba enamorada de Klaus, la pobre lo quería de marido sin imaginarse que la esposa de su hermano ya había pasado por su cama más de una vez.

Klaus la hizo girar y golpeó con fuerza su trasero, tomó su miembro guiándolo a su entrada y sin esperar más se enterró en su interior, gruñó y blanqueó los ojos ante aquella deliciosa sensación de la mujer, lo volvía loco, y que más hubiera querido que tenerla en su cama todos los días, estar con ella cuando quisiera y enterrar su cara en sus pechos, pero la conocía, y sabía que ella traería su reino abajo y sería su perdición. Mejor que fuera la reina de otro, y solo suya en la cama.

Minutos después ambos cambiados se despidieron con un beso en los labios y tumbaron rumbos diferentes, el rey para conquistar a la tierna princesa y Lia para que Mor la hiciera suya, esta vez como marido y mujer, como rey y reina.

Mañana empezaría todo, ahora que era la reina tenía incluso más poder, y nada la detendría a ir por lo que quería, por lo que deseaba y esa era la cabeza de Gorkan De Hierro, y luego las de su gente.

Lia fue la primera en despertar, su ahora marido seguía dormido y desnudo al igual que ella, la mujer se puso un vestido encima y salió descalza, abrió la ventana y vio como el sol recién empezaba asomarse, sabía que Mailes había sido capturado por aquellas bestias, estaba al tanto de todo, porque los había mandado, porque solo había sido una distracción para lo que sucedía. Todo había sido trabajado tan minuciosamente que hasta ella misma se sorprendía de lo bien que había salido todo, de lo perfecto que el plan había salido.

Tocó la pequeña campana y las doncellas agua caliente trajeron, la ayudaron a bañarse y cambiarse, le mostraron un vestido celeste pero ella eligió el color que amaba, que la representaba. Ahora un largo vestido rojo con una capa del mismo color resaltaban su belleza, había bajado de la mano de su ahora esposo, habían desayunado juntos con una sonrisa en la boca y luego Mor se había despedido porque tenía asuntos que tratar, eso le dio una ventaja, una para huir del castillo.

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora