CAPÍTULO VEINTINUEVE: SUEÑOS Y TRAICIONES

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Soñé con ella, pero creo que lo había hecho ya otras veces,

Reía abiertamente mientras danzaba mostrando su piel tostada por el sol.

Su cabello brillaba aún más con la luz del sol atrayendo la atención de todo aquel que estaba cerca.

Era preciosa, y muy tarde noté su presencia.

Sabía quién era yo y aun así me amó.

—Esta es la aldea, aunque en los últimos años se ha levantado, después del ataque creí que nadie la habitaría —Eireny bajó con cuidado del caballo pasando sus dedos por las mechas que caían en su frente, a esa hora del día, cuando el sol estaba en su máximo esplendor el cabello rojo de la muchacha brillaba con intensidad parecía fuego lo que llevaba en su cabeza. Elihan bajó con cuidado manteniendo la capa en su lugar ocultando su cabello y sus rasgos faciales—. Las veces que tuve que venir aquí por pedido de la Diosa, huía lo más rápido posible. El ambiente aquí es pesado, y en cada paso que das sientes a la muerte. Dicen que murió mucha gente, niños, ancianos y mujeres. Pocos se salvaron.

—Ha sido reconstruida, tal vez su rey terminó apoderándose de estas tierras y la convirtió en algo grande —el sanador movió sus dedos por su rostro creando ilusión para aquellos que lo miraban, eran humanos y ahí la magia era más rápida y simple. Se quitó la capa y dejó su cabello caer, más tranquilo. Eireny miró alrededor y tiró de los caballos acercándose hacia un árbol para amarrarlos asegurándose de que pudieran comer pasto y tomar agua.

Ambos ingresaron a la aldea y la hembra terminó por engancharse a su brazo ya que más de uno se había detenido a verlos, lo mejor sería fingir que eran casados y averiguar quiénes habían vivido, respecto a ellos sabría quien había empezado toda la orden de cazadores. Lo único que habían averiguado es que uno de integrantes de la orden había nacido en aquella aldea y había vivido ante el ataque, a esas alturas ya debía estar muerta, pero debían estar algún familiar, alguien que le hablara sobre la creación y también que le dijera como detenerla. Elihan ayudaría en lo que fuera a sus amigos, ya era hora de que pudieran vivir tranquilos y sin temor a que los maten.

—Hola, ¿Dónde puedo encontrar al representante de esta aldea o al líder? —Elihan se detuvo frente a un grupo pequeño de cazadores, Eireny tenía sus manos escondidas bajo la capa, ahí donde estaba su espada, si alguien hacía el menor intento por atacar: la joven le arrancaría la cabeza.

— ¿Para qué la quieren? —un hombre barbudo y de cabellera negra se puso de pie aun sosteniendo su espada en sus manos. Elihan guardó silencio por largos segundos, mirando sus armas y también que alrededor habían más como ellos, podría atacarlos pero eso los alertaría y sería peor, así que con una sonrisa pequeña en los labios contestó:

—Queremos ser aceptados en esta aldea, acabamos de casarnos a espaldas de nuestro padre —mintió sosteniendo con dulzura la mano de la hermana de su amigo, la hembra fingió una sonrisa e incluso un sonrojo cuando el macho besó sus nudillos—. Soy muy buen cazador, y quisiera ser parte de ustedes.

—Ella no está, pero si su sobrina —señalaron una casa, estaba alejada de todas y rodeada por un jardín. Eireny miró a Elihan y soltando un seco gracias se dirigieron a esa casa, la hembra tomó entre sus dedos los pétalos de una rosa y el macho golpeó la puerta con suavidad esperando que la abrieran. Escuchó una risa suave y su pecho se sacudió ante aquella melodía y su sorpresa fue mayor cuando frente a él había una muchacha de ojos brillosos y labios suaves.

Se quedó en silencio, observando su cabello oscuro y ondeado atado, sus ojos avellana y su boca húmeda, tal vez había estado comiendo. No le calculaba más de veinte años, era muy joven, pero ya tenía su atención y no lo comprendió. La hembra al ver la reacción de su amigo sonrió y se inclinó hacia la muchacha.

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora