Uno, dos y tres, es lo que cuentan los Dioses,
El nuevo Dios ha rechazado las tierras,
El nuevo Dios ha desamparado a sus hermanos,
El nuevo Dios no quiere una corona.
El nuevo Dios ha contado y todos de sus cuentos han escapado.
Al saber que aun las especies se encontraban en las tierras De Hierro los reyes habían llegado ahí, pero en sus rostros la angustia y el temor estaban dibujadas. Para no preocupar a los machos y hembras habían dejado entrar a los tres reyes, ocultando las heridas graves del tercero y haciendo que solo los lairs ingresaran al castillo esperando pacientemente que hablaran.
Gorkan se mantuvo en una distancia prudente recordando la última vez que los tres reyes habían pisado su tierra, la última vez en la cual acaba con uno de ellos, y ante esos recuerdos sus ojos viajaron hacia el delgado Kirack. Su cabello ondeado y corto lo llevaba suelto, algunas mechas cayendo en su pálido rostro dejando ver unas ojeras pronunciadas, y también unos labios partidos. Su apariencia era descuida, parecía que llevaban días sin comer.
Avah estaba al lado de Kal, sosteniendo su mano mientras Geiat estaba curando las heridas de su cuerpo. Su cabello gris estaba sucio y con sangre seca, sus ojos habían perdido color e incluso aquella sonrisa burlesca que siempre tenía: se había ido. Pero su sorpresa fue mayor cuando vieron al rey Kal lleno de heridas, quemaduras y sin poder despertar, los dos hermanos habían tartamudeado, y aunque Gorius preguntó porque ellos mismos no se habían curado: ninguno respondió.
—Apolo...Apolo —Kal murmuraba con la voz ronca, se llevó la mano a su garganta presionando y Geiat rápidamente mojó un pedazo de tela y luego la colocó en sus labios, el rey con desesperación empezó a chupar, hasta que la princesa pudo brindarle en una copa agua fría. De un momento a otro el rey se sentó de golpe, gritando y el terror estaba en su mirada.
Gorius y Blazz que estaban más cerca se lanzaron hacia el rey, apretando sus brazos con fuerza, tratando de mantenerlo en su lugar y es que aquel macho era muy fuerte, al igual que sus gritos. Geiat se acercó presionado su dedo en su frente, Kal puso los ojos en blanco y cayó inconsciente.
— ¿Qué le hiciste? —Avah avanzó hacia Geiat, la hembra elevó el mentón pero fue Gorkan quien se interpuso, le gruñó y ambos machos se observaron fijamente.
—No le grites a mi hermana.
— ¡Ella lo volvió a dormir!
— ¡Kal estar fuera de sí! —Estalló el rey y varios se sobresaltaron, aún más cuando el grito hizo eco en la habitación—. Si querer ayuda debe contar que sucede. ¿Qué está pasando?
ESTÁS LEYENDO
LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)
FantasíaEsa bestia había terminado con todo lo que la niña quería, había destrozado y acabado con su inocencia y se había escapado sin pagar aquellos delitos. Ella pudo ser rescatada ¿pero de qué le sirvió? toda su familia había muerto y la muchacha estaba...