CAPÍTULO SIETE: UNA CAZADORA OLVIDADA

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Basil tenía los ojos abiertos, color miel rasgados y unas pestañas largas oscuras que protegían con recelo esos bonitos ojos. Era pequeño de piel tostada y cabello oscuro como el de su padre Gokan. Era idéntico, tanto que para Mireia se le estaba haciendo difícil olvidar al amor de su vida, a su compañero, no cuando su pequeño cachorro crecía y se parecía más a él.

Estaba sano, fuerte y con una sonrisa que derretía su corazón. Su lobo estaba fuerte y días después de su nacimiento, su cachorro había tomado la forma humana, y aunque a sus ojos parecía más delicado, la hembra sabía perfectamente que su hijo era muy fuerte, al igual que su padre. Basil atraía la atención de cualquiera, en especial de Fuego y Elihan, el segundo había estado en el nacimiento de todos los hermanos, y cuando vio al cachorro mencionó lo mucho que se parecía Gokan, aunque la sonrisa pertenecía a Feliat, la madre de los hermanos. Fuego mencionó que los padres de su amado compañero estarían felices de tener a su primer nieto, y donde sea que se encuentren: ellos cuidarían del cachorro travieso.

El cachorro estaba más vivo, inquieto y testarudo, siempre llamando la atención de su tío y los demás, siempre gimoteando o gruñendo por no obtener la atención que él pide. Crecía cada día más y no tenía a su padre y tampoco al tío que había jurado darle el amor de un padre. ¿Pero por qué eso le interesaba ahora? Mireia, siempre había amado a Gokan sobre todos, sobre un líder capaz de matarla si quisiera, pero ahora las cosas eran diferentes. Todo estaba diferente y sus emociones habían cambiado tan rápido que no sabía que paso debía dar. No sabía cómo reaccionar ante los sucesos que se desarrollaban.

—Mireia, he traído el agua de menta y algo de pan junto con fruta —la hembra tiró del vestido cubriendo su desnudez ya que minutos antes había estado amamantando a Basil. La aludida le hizo señas y Goliat entró con las cosas y las dejó en el camastro y le sonrió—. Dormir te ha ayudado. Déjame ver cómo están tus huesos.

Ella asintió poniéndose de pie, dejó caer el vestido quedando desnuda y el hermano menor de su compañero se colocó atrás suyo pasando sus dedos por su espalda y vientre, rozó sus dedos y asintió separándose viéndola vestirse con rapidez.

—Gracias Goliat, eres el mejor.

—Solo fueron algunas hojas y tónicos que Elihan me ha enseñado. Aparte mi madre siempre tenía que lidiar con huesos rotos —contestó en forma divertida tomando entre sus manos al cachorro que gruñía llamando su atención, Goliat rió atrayéndolo a su pecho rozando sus dedos por su espalda desnuda—. El primer cachorro de los hermanos de Hierro, madre hubiera estado feliz de conocerlo.

—Gokan, decía que eran muy cariñosos, todos hablaban de ellos y lo amable que eran con los demás —comentó la fémina poniéndose de pie para abrir la ventana de carrizo, tiró de está dejando que el aire entrara. Tomó las cascaras de la fruta y la echó a la candela para que la pequeña choza se inundara de un olor agradable—. Que todos tenían algo de ellos, pero Gorkan es tan desalmado que no veo a tus padres en él.

—Parece que lo odiaras, Mireia —Goliat escupió las palabras con molestia y ella se avergonzó—. Gorkan fue nuestro padre cuando ellos debían irse a otros reinos, guío a Gorius aun cuando eran casi de la misma edad, protegió a Geia de todo y nos dio un hogar a mí y a Gokan. Él no es desalmado, no entiendo porque ustedes tienen ese concepto de su líder, el cual los rescató del maltrato. Desde muy pequeño siempre nos protegía, aun cuando yo era pequeño, Gorius decía que era mi hermano quien me cargaba y protegía de todos. Han pasado años y no logro comprender tu desprecio hacía alguien que te cuida y te...

LA CAPERUZA DEL LOBO © (I HDH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora