XVIII - Carne Fresca

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La noche cayó, cayó sin gracia pero haciendo todo el ruido posible, la llegada de nuevas reclusas era algo que se esperaba desde hace mucho y que cuando a estas se les da su mono anaranjado, su numero de reclusa y una celda, a todas las demás le causa revuelo, las ganas de verlas y tocarlas, eran tan grande, pero aun más al ver a la pequeña criminal de apenas veintiun años, supuse que era una chica de esa edad.

Llevaba desde la cena pensando en lo que me había dicho Amber, pero también esperaba el que ocurriría esa noche, tal vez el día siguiente iría a aclarar las cosas con ella, y tal vez conozca por fin el final de lo que habíamos iniciado aquella noche.

Volvimos a nuestras celdas, y durante el conteo miré a Amber siendo registrada, luego noté que aquella niña que había entrado a la prisión esta tarde había sido asignada a la celda que esta junto a la mía, en alguna parte de mi sentí una especie de alivio al ver que no estaba con algún miembro de la pandilla de Rattie o de Tarynn, estaba en una celda con una chica que era bastante tranquila.

Recuerdo que esa noche no pude dormir.

Varias de las presas con alguna antiguedad en la cárcel estaban paradas frente a las rejas de sus celdas, esperando a que alguna de las nuevas cedieran, el espectáculo de "Lucha por tu libertad" era la noche siguiente -Cris- dije susurrando, los gritos e insinuaciones aun no comenzaban -Cristina, ¿Estas despierta?

-Si, no puedo dormir cuando hay embarque- respondió ella colocándose un cigarrillo en la boca.

-¿Puedo hacer una pregunta?

-Adelante- respondió liberando bocanadas de humo.

-¿Cómo seleccionan a las que participan?

-Las que participan en el espectáculo- dijo reflexiva -Las seleccionaran en un momento, las lideres fuertes de las pandillas saben dónde están las nuevas, donde fueron colocadas, de ahí, esperan a que comience "La hora de los gritos", las primeras cinco en quebrarse y llorar son las que competirán.

-¿Por eso no competí?

-Por eso te ganaste mi respeto, eres una presa dura aunque lo dudes, algo curioso, cuando tu amiga con derechos llegó, no emitió ruido alguno, solo se puso en posición fetal y se quedó dormida- dijo ella.

-Las primeras cuatro en caer, ¿Se vuelven perras?

-Si, y es lo peor del mundo, pasas toda tu condena o su condena, con una correa imaginaria atada a tu dueña, solo vives para satisfacerla, no haces otra cosa que dejarte violar y abusar por ella, todos los días por el resto de ellos, hasta que sales de aquí, o hasta que te suicides, es como pasar el resto de tu condena con Tarynn.

-Pues, ni quiero pensar en ello.

-Solo espero que la pequeña rubia que llegó esta tarde no emita ni un ruido esta noche, porque si hace algo, la verdad es que para fin de año terminará con las muñecas cortadas en las duchas, no sabes el como ansían tocar su culito.

-Debo avisarle que no llore esta noche.

-¿Sabes lo que te harán si intervienes para bien de ella?- dijo -Si no llora esta noche, mañana puedes hablarle si quieres.

Encendí un cigarrillo y me recargué como muchas otras en los barrotes de mi celda.

Los gritos comenzaron esa noche -Chicas, ¿Vieron que tenemos nuevas amigas?

-Si ya lo sé, y tengo a una bastante hermosa aquí conmigo- dijo otra -Vamos, no seas tímida, saluda a las demás presas, son como tu nueva familia, por que cuando estas aquí, tu familia biológica se olvida de ti.

La reclusa de esa celda tomó a su compañera de celda del cuello y la arrojó contra los barrotes.

-Venga nuevas, si no salen, ¿Cómo les daremos todo el cariño que tenemos por darles?- dijo otra.

-No sean timidas, saluden o no les tocarán cariños.

La nueva de la celda cercana a la de Myrna comenzó a llorar -Por favor, guardias, sáquenme de aquí, no hice nada, soy inocente, ¡Soy inocente!

-¡Chicas!, ¿Cuántas de aquí son inocentes?- dijo otra -¡Las que sean inocentes, den un aullido!

Una manada de lobos de cuarta se hizo escuchar en todos los rincones de la prisión, entonces la reclusa que decía que era inocente lloró.

-¡Cayó la primera!

La noche siguió y cuando solo faltaba una, cuando la quinta estaba apunto de caer, la rubia de alado comenzó a llorar, eran sollozos, pequeños sollozos.

-Cristina, ¿Cayó?

-No, solo esta sollozando, si emite un grito, caerá.

Un agujero en la pared de mi celda permitió el ver a la pequeña presa que estaba sollozando, se envolvía en sus sabanas e intentaba quedarse dormida.

Un grito aullado permitió escuchar como otra había caído, otras estaban fuera de peligro.

Intenté cerrar mis ojos y dormir, pero los pensamientos de Amber llegaban a mi cabeza, la veía como aquella noche, porqué, ¿Por qué debí enamorarme en prisión?, un momento, ¿Estaba enamorada?

A la mañana siguiente Amber me abordó en mi celda después del desayuno, intentaba mantenerme alejada de las áreas comunes, ya era alguien más o menos conocida, de las pocas amigas de Kristen Fellacanti, la reclusa más suertuda de toda Steelwood, la favorita de la alcaide.

-¿Podemos hablar?- dijo Amber entrando a mi celda.

-Si.

-De verdad quiero hablar contigo de lo que sucedió, pero no se que decirte.

-Solo dime lo que sientes.

-Pues, ya lo deberías saber, lo que ocurrió no fue algo al azar.

-Ok, dejame plantearlo diferente, ¿Que es lo que quieres?

-Voy a estar aquí unos diez años, tal vez más y quiero pasarlos contigo, creo que no es necesario explicar lo demás, solo quiero preguntarte si quieres lo mismo.

-Juzga tu misma- fue brusco, no tenía mucha experiencia, entonces le dí un beso en los labios, eso debió haber contestado algunas de sus preguntas sino es que todas, me enamoré en prisión, ¿Por qué debió ser así?

Sombras Oxidadas #ZafiroTrailersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora