XXIII - Carta a San Francisco

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Aún no se si realmente Harsmen buscaba alinear a las criminales del área del Pacifico de Oregón o si en realidad solo buscaba arreglar su imagen, el no verse incompetente o algo así, ella se mostraba durante esos días nerviosa, pero a la vez confiada en que Graydersell pudiese arreglar las cosas.

Durante los siguientes días comenzaron los problemas, pero para nosotras, las vestidas de naranja, buscando una solución para nosotras, no encontró una forma mejor que iniciar una serie de reformas.

Llevando once meses y fracción desde que ingresé a este sitio, solo llegué con mis problemas con Richard y con la preocupación de Ileanna, pero ahora se han sumado más cosas y nunca creí que viniesen de una mujer de Oklahoma City que siempre se la pasaba fumando o masticando cerillas, en algún punto Debbie bromeó diciendo que ella siempre se preocupaba por tener algo metido en su boca, algo que en el fondo justificaría su forma de actuar hacia nosotras, ciertamente ella buscaba hacer carrera política, estudiante frustrada y con bajas influencias más allá de algunos negocios de su ciudad natal, tenía su cabello siempre arreglado y no daba lugar a errores.

En mis once meses y fracción de reclusión descubrí que la única forma de parecer una reclusa "modelo" o con alguna otra etiqueta que te ahorraría unas vacaciones en confinamiento era quedarte quieta, mantener los objetos que no le gustaban a los guardias fuera de la prisión o escondidos en tu colchón u otro escondite convincente y cumplir con las normas que se supone debiste haber cumplido en el exterior, bueno de hecho es una afirmación subjetiva, si consumes drogas o te lesionas aquí solo basta que lo hayas hecho en tu celda o en las duchas o en otro lugar donde nadie te vea, al final de cuentas solo importa si pones en peligro la vida de otras reclusas, la tuya no importa mucho aquí dentro, siempre pondrán una excusa para evitar que tus familiares culpen a Harsmen de tu intoxicación o de tu fallecimiento, los ataúdes aquí los pone tu familia.

Pero en fin, las reglas comenzaron a cambiar al igual que el comportamiento de las guardias, resulta que Skyler supo utilizar sus influencias con Cristina Belmonte para evitar un trabajo limpiando y volverse parte importante del personal del muelle de carga, y en solo dos semanas se convirtió en la supervisora Skyler Keylbett, ella pudo ser grande, pero hizo algo mal, resulta que su ascenso en esa área de trabajo llegó a la par que el inicio de las reformas de Graydersell, la podías ver sobre esa plataforma de madera y concreto con el caballo atado en una trenza con bollo, fumando un cigarrillo, toda una chica de los muelles de Brooklyn de mediados de los años treinta, ella era la encargada de revisar el contenido de lo que traían los camiones de carga a la prisión, de vez en cuando se hacía de la vista gorda ante los cigarrillos, el alcohol, los posters de Chris Evans y alguna que otra revista o pastelillo, era parte fundamental del negocio de Myrna Hopkins, revisaba las entregas de detergente, carne de caballo que tenía etiqueta de carne de res, papel de baño e inclusive colchones, pero un día llego agitada diciendo que había firmado un pedido de unos treinta o talvez mas tasers y macanas eléctricas que había pedido Graydersell.

Ciertamente ya no bastaba con golpear con palos de madera, habíamos abandonado la edad media y entrabamos a la edad industrial con electricidad de 250 volteos descargados directamente en el cuerpo de una reclusa, tanto así.

Antes podías apreciar a muchas reclusas en plan romántico con sus parejas en el patio, o en el comedor y más explícitamente en las duchas, pero ahora todo era al revés, ya no habían mas muestras de amor afuera de las celdas, "el amor no es para reclusas" era una frase que muchas decían, solo se tomaban de las manos y caminaban por allí, igualmente Amber no se mostraba tan enamorada de mi como antes, antes buscaba mirarme y darme un largo y caluroso beso en mis labios en el patio, pero ya no, en el fondo creí que quería cortarme, acostumbrarme lentamente a ya no vernos, a querernos menos y para cuando ella me lo diría habría el menor dolor emocional posible.

Fue entonces cuando volví a mi cama y descubrí que en el reglamento que había dejado botado en mi almohada había una sección especializada llamada "Comportamiento entre las reclusas", no me había detenido en especial a leerlas, pero encontré allí algo interesante "tocamientos", entonces comprendí el comportamiento de mis compañeros y en especial el de Amber, el tocarte con otra presa era motivo de reprensión, el besarte, el abrazar o manosear era penado aquí dentro de allí la frase, claro que podíamos hacer lo que quisiéramos con nuestras parejas en nuestras celdas allí no representábamos peligro, después de todo el miedo de otro ataque era convertido en paranoia, creían que un beso era una forma de traspasar droga y que un abrazo era una forma inteligente de contrabandear un cuchillo.

Pero teníamos cosas mas importantes de que preocuparnos.

Un día estábamos sentadas como siempre en las gradas de la prisión, fumando cigarrillos importados y pensando en algunas cosas, entonces Kristen llegó a nosotras con un papel entre manos.

—Ciara— dijo ella —Podrías por favor revisar esto.

—¿Qué es?

—Solo léelo.

"Estimada señorita Theresa Keant.

Vi la rueda de prensa a la alcaide Jazmine Harsmen de la prisión femenil de Steelwood y debo admitir que me llamó la atención una pregunta que usted realizó, creo que no es necesario decir cual fue esa pregunta, y aunque lo que dijo la alcaide fue bastante convincente por el momento yo tengo otra visión que tal vez a usted llegue a interesarle escuchar, pero mas importante le interese más al pueblo de California que es su público.

Comprenderá usted mi situación actual y el porque me es imposible visitarle personalmente, pero ya puede usted visitarme y así podremos hablar sobre los acontecimientos de aquí dentro.

Atentamente: Kristen Fellacanti"

—¿Por qué no especificas que eres una reclusa de Steelwood?— respondí.

—Es de California, seguramente comprenderá, ¿Esta bien lo que puse?

—Si, supongo que si, ¿Qué pasará con la amenaza?

—¿Te refieres a la nota que me dieron?— yo asentí —No creo que me pase algo.

—Pero...

—Si ella viene y me hace la entrevista, no creo que alcancé el tiempo para contar todo lo que ella quiera saber y si me llega a pasar algo, llamará mucho la atención lo que me suceda.

—Vaya que eres inteligente Kristen— dijo Debbie.

—¿A dónde la enviaras?— preguntó Reneé.

—Creo que yo puedo solucionar tu problema— mencionó Skyler con una sonrisa, le entregó una copia del Golden Bay Herald —Myrna me dijo que en cuanto lo recibiera te lo diera.

—Pues al centro de San Francisco— respondió.

Ella le pidió a Cristina que entregase la carta en la oficina de la recepción donde la correspondencia llegaba y se iba.

Y al igual que el correo, las cosas cambiaron en la prisión.

Sombras Oxidadas #ZafiroTrailersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora