II - La Alcaide

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Durante la segunda mitad de mi primer día como reclusa, tras la comida y la cena, me encontraba sentada en mi celda, no tenía ánimos de salir al área común dónde las demás presas jugaban al póker, tampoco tenía las ansias de conocer a alguien, estaba bien yo sola, yo sola mirando al techo de mi celda en posición fetal mientras los pensamientos me inundaban.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una guardia que se posó frente la puerta -Argerich, te llaman en la oficina de la alcaide- me levanté de la cama y caminé hacia donde la mujer estaba, me miró y me hizo una seña dónde debía extenderle las manos y ella me esposó, comenzamos a caminar hasta salir del área común de las presas, ya no era la prisión, no lo parecía, parecía más una oficina donde las guardias se sentaban a tomar café y dónde yo me reuniría por primera vez con la alcaide de la prisión, si bien había conocido a la jefa de guardias no me imaginaba.

Entramos a la habitación que era una oficina, tenía un escritorio de caoba y varias pinturas, paisajes principalmente, el Gran Cañón, las iglesias españolas de Texas, y por supuesto las rocosas, dentro estaba la jefa de guardias Sparr y la alcaide, se encontraba mirando al exterior desde su ventana, miraba el paisaje semiboscoso de Oregón, más allá de la carretera, solo pude ver su espalda en primera instancia, su falda que llegaba a las rodillas, pies cubiertos por un calzado con tacón de aguja y tenía su cabello dorado arreglado bajo un bollo -Gracias Sparr- dijo, su voz suave y algo sedosa comenzó a hablarme de forma directa -Sabes, Argerich, en cierto sentido me siento alegre que estés aquí, ¿Sabes porque?

Giró su cabeza y después continuó con el resto de su cuerpo de forma lenta y pausada -No lo sé- dije inexpresiva.

-Porque tengo la oportunidad de reformar a un alma nueva, estas aquí porque es mi deber, mi obligación el llevarte de nuevo al camino de la rectitud- La alcaide se acercó de nueva cuenta a su escritorio, como ya había dicho su escritorio era de caoba y de un tamaño considerable, tenía la bandera de Estados Unidos en tamaño escritorio colocada en una esquina junto con la del estado de Oregón, unos marcos de fotografías que nunca veré, un par de plumas y una placa con su nombre "Alcaide Jasmine Harsmen" de unas gavetas de metal, buscó el cajón con la marca A-C y comenzó a hojear carpetas de color amarillo con escaso contenido -Ciara Argerich, estas aquí para arreglar tus problemas, pagar por tus errores, y te repito, estoy aquí para ayudarte en eso- abrió la carpeta levemente y leyó un fragmento de una hoja en particular -Y eso para mi seria un gran honor pero bastante complejo, y mas sabiendo el porque estas aquí- cerró la carpeta -Por lo pronto reclusa, necesitó tu apoyo para llenar este papel- sacó otra hoja de la carpeta y comenzó a leerla -Es necesario para que podamos llenar una lista de personas que puedan visitarte, y hablar por teléfono con ellas, ¿Tienes pareja o hijos?

-No, la verdad es que no tengo hijos y mi ultima pareja fue hace cuatro años y no he hablado con el- respondí.

-Okey, ¿Amigos?

-Esta mi amigo Adam.

-Adam ¿Qué?

-Adam Robzay.

-Ok, si ya no hay mas en la lista, vamos con la familia ¿Quiénes estarán en la lista?

-Después de lo que hice, ni mi madre ni mi padrastro querrán verme.

-¿Tu padre biológico?

-No lo veo desde que tenia cuatro.

-¿Hermanos?, ¿Hermanas?, ¿Primos? ¿Alguien mas?

-Me parece que solo esta en condiciones mi hermana, Ileanna, Ileanna Argerich.

-Perfecto, para finalizar esto, anota por favor sus números telefónicos- me extendió un lápiz sin afilar, torpemente perolo mas claro posible escribí lo que me había pedido y conforme escribí pensaba en Ileanna, era mayor que yo solo por dos años y medio, ella estuvo presente el día que me arrestaron, era la única que no mostraba un rostro de decepción al verme en ese momento, ya había terminado de escribir cuando Harsmen dio la orden de regresarme a la prisión.

Aún tenía presente el día que fui arrestada, habían pasado ya cinco noches desde la ultima vez que estuve en las calles, esa noche dos policías tuvieron que sacarme a rastras de mi casa mientras mi madre, el hermano de mi padrastro y algunos vecinos me miraban con desilusión, y en el caso de mi progenitora sus ojos reflejaban una mezcla de "por fin", "te lo buscaste" y "desgraciada", esa noche Ileanna llegó corriendo desde dos cuadras temiendo lo que estaba ocurriendo, mientras era esposada y subida a la patrulla mi hermana me miró con los ojos vidriosos diciéndome "¿Por qué?", "No, tu no"

Volví a mi celda, me había sentado en mi cama una vez mas y me coloqué un cigarrillo entre los labios, miraba a las guardias y a las presas pasar por los pasillos, entre ellas estaba Debbie.

-Volviste Ciara- dijo mientras se sentaba en su cama -¿Conociste a Harsmen?

-Si, me preguntó quienes podrían visitarme- respondí -¿Tienes encendedor?

-Claro, permíteme un segundo- se acercó a la estantería de metal que estaba a un lado de la ventana arrejada, tomó un encendedor de plástico y me lo arrojó, encendí mi cigarrillo -¿Qué nombres diste?

-Un amigo de la secundaria y a mi hermana.

-¿Tus padres no?

-No, después de lo que hice no creo que quieran volver a verme.

El día avanzó, la cena paso y llegó la hora del recuento, todas formadas fuera de nuestra celda, una guardia pasó celda por celda con una papeleta en las manos, junto a ella estaba Sparr quien estaba junto a otro par de guardias registrando a las presas y a sus pequeñas residencias.

-Celda 255, reclusas Belmonte, Swander y Argerich- dijo la guardia, miró nuestros números en nuestros uniformes y anotó unas marcas en su papeleta, enseguida llegó Sparr, caminando con la misma firmeza que tenía ayer -Adentro las tres y manos contra la pared.

Recargué junto con mis compañeras mis manos en la pared, las guardias registraron el interior, y Sparr se me acercó -¿Cómo va tu primer día?- dijo mientras pasaba sus manos por mis piernas y mi trasero -Ayer escuché que no lloraste, al ver tu caminar de ayer una pensaría que eres blanco fácil, pero no- luego fue hacia mi cintura, brazos y por último mis senos -Pasaste tu primera prueba felicidades- dijo ella -Bien, bajen los brazos- salió de la celda, después ordenó que cerraran la reja.

Pasaron unos minutos cuando se anunció el luces fuera, las luces del pasillo una a una fueron apagadas, me fui directo a mi cama donde me recosté y esperé el momento para quedarme dormida, cerré los ojos e intentaba dejar de lado los pensamientos que inundaban mi mente, dejar de lado a Ileanna, y dejar de lado el extrañar el exterior.

Abrí mis ojos abruptamente, lo único que vi fui a Cristina, no estaba en su cama, solo estaba parada frente a la puerta, mirando de una forma ansiosa el pasillo, esperando algo, se miraba impaciente.

-Belmonte- dijo una guardia al acercarse a la puerta -Veo que estas lista para esta noche.

-Si, algo así- respondió con un hilo de voz.

Abrió la puerta de la celda -Ya sabes donde es- la chica salió hacia el pasillo, no sin antes darle una mirada a Debbie quien ya estaba dormida, y luego me miró a mi sorprendida.

-¿Estas despierta?- preguntó, me levanté de la cama -Ven, no necesitas que alguien te vea despierta en la celda mientras yo voy a cumplir una obligación.


Sombras Oxidadas #ZafiroTrailersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora