III - Espectáculo De Media Noche

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Caminé por el pasillo de las celdas con miedo e intriga, en mi mente tenía miles de pensamientos, entre ellos el ver a Cristina traicionándome, sirviéndome en bandeja de plata a las cazadoras de la prisión, me tomó del brazo y me dijo -No importa lo que pase, si hago algo sígueme la corriente- asentí con la cabeza, su tono serio de voz y su mirada profunda en sus ojos hizo que tuviera un poco mas de confianza en ella.

Llegamos a donde había un brillo un tanto particular, eran las duchas, ella me tomó de la mano y me acercó al interior del cuarto, dentro habían varias presas sentadas en sillas plegables, otras tantas de pie, justo cuando entramos la mayoría de ellas fijaron sus ojos en mi.

-Belmonte, por fin llegaste- dijo una reclusa que estaba sentada en su silla, de figura esvelta con un corte de cabello que le llegaba al cuello, tenía un mechón largo que le cubría el ojo derecho que culminaba en una punta de color azul oscuro, tenía su uniforme arremangado y fumaba un cigarrillo tras otro, en su brazo izquierdo tenía un tatuaje, no pude alcanzar a distinguirlo del todo, supe que era un corazón realista, atravesado por dos flechas y una bayoneta unida a un rifle -¿Quién es la nueva?

-Tuve un pequeño retraso- mencionó -Ella es Ciara y esta conmigo.

-Perfecto- dijo -Vengan, este será un buen espectáculo, tenemos cerveza y algunas botellas de escoces, ya sabes, de exportación y también cigarrillos, me imagino que traerán los suyos.

-Así es- respondió Cristina.

-Pues ahí hay un par de lugares disponibles- dijo ella tomando una lata de cerveza de una cubeta con agua.

-Gracias Dott- Cristina y yo nos posicionamos en una esquina de las paredes de las duchas.

-¿Quiénes son todas ellas?- pregunté en voz baja.

-La mayoría de aquí son reclusas de alto nivel, lideres de pandillas o realmente muy poderosas, otras son empresarias, reclusas muy valiosas, Dott la chica que nos recibió es la tatuadora, y las demás chicas de aquí son sus criadas.

-¿Criadas?

-Si la mayoría de ellas le pertenecen a las lideres y algunas a algunas empresarias.

Una reclusa de cabello rubio, casi dorado, con un tatuaje que cubría casi todo su cuello se colocó en medio del circulo que estábamos formando, de cuerpo muy agraciado, tenía un cigarrillo entre los labios y dijo -Buenas noches a todas nuestras compañeras, amigas y criadas que hoy nos acompañas, como ustedes saben el día de ayer el Departamento de Correccionales nos trajo algo bastante valioso para nosotras, ¿Quieren ver lo que la justicia de los Estados Unidos de Norteamérica nos ha traído?- gritos de exaltación se escucharon en las duchas -Pues aquí las tienen damas y no tan damas- cinco reclusas que puedo recordar entraron a la sala -¿Quién de estas cinco será la ultima en pie?, ¿La ultima en caer?, Myrna ha cerrado las apuestas, así que espero que hayan invertido sus cigarrillos, dinero o lo que sea de una forma muy sabia- dijo ella -Así que ahora, estamos por comenzar, nuestras cinco competidoras pasen al centro- caminaron a donde la chica les indico la mayoría de ellas con piernas temblorosas -Saben como funciona esto, todo esta permitido, excepto el uso de armas blancas, si alguna de ustedes cae al suelo y tarda mas de cinco segundos en levantarse queda fuera, la ultima en pie gana y obtiene lo que mas anhela, un vale metafórico que evita que se metan con ella, esto empieza en cinco, cuatro, tres, dos ¡matense!

Me quedé atónita, dentro de todo lo malo que me imagine que pudiese ocurrir aquí dentro, esta clase de espectáculos estaba totalmente fuera de mi mente, mucho menos que Cristina participase.

Mientras miraba aquel espectáculo tan crudo no paraba de pensar si esta era la única prisión en la cual se contaba con este tipo de deportes, las demás reclusas miraban de forma apasionada a las que estaban luchando, parecían simias en celo, gritaban y escupían mientras las tres que aun quedaban en pie seguían golpeándose entre si, la sangre de ellas y uno que otro diente caían al suelo y se iban hacían la alcantarilla, el suelo se llenaba de colillas de cigarrillos y en unos segundos las colillas fueron acompañadas por otra chica que cayó al suelo -Ya solo quedan dos novatas de pie, ¿Quién de ella ganará?

Las dos chicas, en pose de boxeadoras, una de ellas de cabello negro de tes clara y la otra de cabello castaño, la pelinegra había escupido sangre y le tiró un golpe directo a la quijada y otro a la nariz, la sangre brotaba, un par de golpes directo al estomago bastaron para que la de cabello castaño cayera al suelo.

La rubia del tatuaje se le acercó, le alzó la mano y -Tenemos a una ganadora, esta hermosa reclusa ha ganado inmunidad permanente durante toda su condena- dio una risita y luego dijo -Felicidades a quienes le apostaron, y a todas aquellas a quienes dieron sus cigarrillos y dinero a Hopkins pues, tengan buena suerte, y el espectáculo ha llegado a su fin, les deseo a todas dulces sueños y lleguen a sus celdas antes de que los guardias lleguen aquí.

-Ven, vamonos- dijo Belmonte, salimos junto a las demás reclusas rumbo a nuestra celda, en el camino me preguntaba en el porque mi compañera me pidió que le siguiera la corriente, me sentía confundida, un tanto desubicada, no podía dejar de pensar en las pobres chicas que quedaron tiradas en el suelo de la enfermería, giré mi cabeza y vi a una rubia a la primera que cayó, con la nariz ensangrentada y un moretón en el ojo derecho, un par de reclusas la llevaban cargando, otra reclusa se arrastraba por el suelo ensangrentado de las duchas y las otras dos parecían no moverse, ¿Dónde estaban las guardias?, en mi mente pensaba en por qué estarían involucradas en aquel rito.

-Entren rápido- ordenó una guardia que estaba parada frente la puerta de nuestra celda, esperando a que llegaramos, en cuanto ingresamos cerró la puerta, mi primer día había llegado a su fin, Cristina subió a su litera y decidió dormir, por mi parte intenté hacer lo mismo.

"Cuando aun eramos unas niñas, Ileanna trabajaba cargando y ordenando pilas de diarios en un puesto local de Olimpia, ese día me encontraba en un baldío detrás del local.

-¿Que haces?- nos estábamos retirando, rumbo a nuestra casa, mi hermana había desenfundado una cajetilla de cigarrillos, sacó uno y se lo colocó entre los labios, sacó un encendedor e inicio a firmarlo.

-Fumo un cigarrillo- dijo con seriedad, caminamos hacia la calle donde vivíamos, la volteé a ver con un gesto de desaprobación -Ya tengo dieciséis, puedo hacerlo, en realidad no, pero ya no soy una niña.

Cuando entramos en la residencia lo primero que encontramos fue a alguien que se encontraba sentado en la mesa del comedor, con tijeras en mano buscaba cupones de supermercado y así ahorrarse algo de dinero en comprar comestibles y así tener mas dinero para poder comprarse un traje barato para asistir a un empleo que no lo necesita -Por fin llegan, ¿Saben que hora es?

-No es muy tarde- contesté.

-Pero ya saben las reglas, además est...- el sujeto cuyo nombre es Richard, había interrumpido su discurso cuando recibió un aroma, un aroma extraño pero común -¿Quién de las dos fuma?

-Ella tiene catorce, nadie en su sano juicio le vendería una cajetilla- dijo Ileanna.

-Pero tu tienes dieciséis, pero si no te conociera diría que tienes dieciocho, cualquier tendero te vendería unos palillos de cancer.

-Mira Richard yo n...- la mano de Richard se fue directo a su mejilla dándole una bofetada.

-¿Cómo te atreves a hablarme de tu?- dijo Richard cabreado -No sabes nada sobre respetar a tus mayores- giró su cabeza y me miró con enfado -Ciara, a tu alcoba, antes de que te castigue por entrometida, así como voy a lo hacer con tu hermana- Estrujó fuertemente el cabello de Ilianna y la arrastró por el corredor hasta llegar a una habitación que mas bien era un armario, tomó un cinturón que estaba colgando en la perilla y tras esconderme en las escaleras, le propició aquel tormento el cual ella ya estaba acostumbrada, tanto que había dejado de gritar desde hace ya algún tiempo.

Sombras Oxidadas #ZafiroTrailersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora