s e i s

3.1K 150 2
                                    

tras pasar gran parte de la tarde en la cama con mateo conociéndonos más decidimos ir a comer algo.

—miren, ahí están los novios— dijo alguien el cual no pude reconocer.

—cerrá el ojete marcos— dijo mateo.

fui a la cocina. allí encontré de espaldas a un rubio teñido que intentaba agarrar un vaso.

—¿te ayudo?— le dije, aunque no le serviría de gran ayuda, ambos éramos unos enanos.

—que susto la puta madre— dijo el rubio poniendo una mano en su pecho. cuando se volteó pude ver que era dani, cuando iba al quinto era uno de mis favoritos —uh perdón julieta, soy dani.

—perdón por asustarte.

—ya fue, ayúdame plox— me puse de puntitas e intenté agarrar el vaso pero fue en vano.

—no puedo, soy una enana— alguien entró riéndose a la cocina.

—ya los ayuda el tito valentin— dijo un morocho dándole un vaso a su amigo. al instante reconocí al pibe, era wos —julieta, ¿no?

—si, ¿vos sos?— pregunté haciéndome la que no lo conocía.

—valentin— sonrió.

cuando ambos salieron de la cocina suspiré, alta fangirl, preparé mi merienda. cuando la estaba comiendo tranquila y entró alguien.

—¿sabes que?— lo miré —aún me debes un chape.

—¿quien lo dice?

—yo y la juli del pasado que casi me chapa.

—matu— bufé y al instante me puteé interiormente por llamarlo así.

—uh me gusta que me llames así.

—bueno— tragué saliva —no podés forzarme a darte un beso, si da pues ya fue y si no te jodes— sonrió. lógicamente no ibamos a chapar, éramos prácticamente desconocidos y yo no soy así de atrevida.

(...)

los amigos de mi primo se estaban yendo. con dani intercambiamos teléfonos me cayó re bien.

—¿pinta baño?— preguntó mateo.

—vayan ustedes, yo voy a bañarme— dijo manu con paja y subió las escaleras con nuestras miradas pegadas a él.

—¿venis?

—bueno— lo seguí, me saqué la remera y me tiré de una.

odiaba admitirlo pero con mateo siempre andaba riendo. es un pibe del que me gustaría ser amiga y no olvidarnos después del verano.
—mateo— lo llamé tímida y me gane una mirada de ternura por su parte —¿me pasas tu número?

—dale— sonrió.

agarré mi celular y me dictó su número.

—gracias.

—no no, no quiero un gracias.

—¿que querés?— pregunté aunque ya sabía la respuesta.

—vos sabes que quiero— negué —lo conseguiré— murmuró lo suficientemente alto como para que lo oyera.

—si solo querés un chape más para tu lista podés ir olvidándote.

—¿sabes a que hora vendrá abi?— me evadió

—creo que en la mañana— contesté —voy a dormir, mañana madrugaré.

—¿para qué?

—para salir a correr— él asintió y yo subí a mi pieza.

•••

veranos; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora