Comprende el dolor

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🍋Algunas partes explícitas🍋
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—Tengo planes para este día—saltó alegre el estadounidense, mientras hablaba con su hermano Canadá por el teléfono— y me encantaría que nos acompañaras, ¿tienes tiempo libre?

Hmmm... C-creo que sí.—Contestó en voz baja el canadiense, abrazando a Kumajiro, su suave oso que también olvidaba a veces quién era su dueño.

Excellent! Te enviaré la ubicación por WhatsApp. Bye!

Estados Unidos estaba siguiendo los consejos del doctor, se le ocurrió planear una buena tarde de convivencia para mantener distraído al mexicano de los inconvenientes políticos. Tenía su propia lista organizada con viñetas y había invertido su propio dinero en las cosas que debía comprar. No se sentía obligado a hacerlo, pero él daría todo por conservar la sonrisa de México.
Eran las doce del mediodía y el mexicano seguía durmiendo abrazado a una almohada en forma de aguacate que le había regalado el rubio; como tenía su olor soñaba que era él. Un hilo de saliva caía de su boca, haciendo reír a Estados Unidos, que intentó despertarlo.

Darling, levántate, ya es tarde.

Nada. Movió su brazo y depositó un suave beso en la frente. Estaba por quitarle las sábanas de encima cuando vio sus párpados temblar sin control, como si se tratara de una pesadilla. Escuchó murmuros y negaciones, entonces México despertó y lo primero que hizo fue abrazar a su compañero.

Mexico, are you okay?—Preguntó Estados Unidos, acariciando los salvajes cabellos castaños de la nación aferrada a él, ligeramente temblando.

—Sólo fue una pesadilla, no te preocupes—murmuró el mexicano, aspirando el glorioso y característico perfume de Estados Unidos— pero me alegro de que estés aquí.

Una hora después, los dos estaban preparados para salir. México no sabía a dónde se dirigía, pero depositó toda su confianza en ese momento en su amado; a pesar de que debería haberla perdido. Era una fresca brisa que sacudía suavemente sus cabellos mientras el automóvil avanzaba. Tenía puestos unos lentes de sol con reflejado; raramente el sol comenzaba a molestarle, pensó que se dirigían a la playa, pues Alfred había comprado frituras y llevaba una hielera con cervezas.

—Alfredo, el doctor me dijo que no podía tomar alcohol.

— ¿Quién dijo que tú vas a tomar?—Rio el estadounidense al ver el rostro furioso del mexicano, el cual lo golpeó con la chancla que traía en una bolsa.

Gracias a la nueva tecnología de carreteras, llegaron a su destino en menos de dos horas: Playa Coral. Era su favorita porque los atardeceres eran bellísimos y más de una ocasión habían disfrutado de una velada romántica y hacer el amor en la fina arena. Cabe destacar que había comprado una casa muy bonita en la playa, le recordaba tanto a su hogar que muchas veces se quedaban hasta una semana tomando vino hasta despertar pegados el uno al otro. Al llegar vio a los demás invitados listos para comenzar la tarde.

Kesesese, el asombroso yo va a nadar tan lejos que nadie podrá alcanzarlo.—Alegó Prusia, con un flotador de pajarito amarillo rodeando su cintura.

—¿Ah, sí? Pues yo nadaré tan fabulosamente lejos que los tiburones se cansaran de perseguirme, honhonhon.~—El francés le siguió la corriente al pruso con un hermoso flotador morado.

—Yo detesto el agua de mar.—Admitió Austria, quien simplemente se marchó a tocar el piano a otro lado.

Argentina y Chile jugaban fútbol de playa, planificando su mayor estrategia para ganarle al equipo de Rusia y Canadá, aunque este último no estaba haciendo nada.

Silencio [UsaMex] |Hiatus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora