El Reflejo De La Maldad

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Otro día ordinario en aquella prisión que consideraba un hogar de locos. Escuchó el cantar de los pájaros y supuso que ya era de mañana a pesar de tener un reloj de pared. Mantuvo cerradas las cortinas y se recostó en su cama, pues había dormido la mayor parte de la madrugada sentado en el baño.

Al cerrar los ojos escuchó unos ligeros golpes en la puerta enseguida de la voz de una mujer, la encargada de asegurarse del orden en la habitación de la nación.

—Señor México, ¿ya está despierto?—Preguntó suavamente Lara, él la llamaba "Larita" de cariño, una vez Alfred escuchó este apodo cariñoso y sus celos tocaron cada parte de su alma.

No respondió a pesar de tener los ojos abiertos ya, esperó a que se fuese o pasara, extendido boca arriba mirando el candelabro del techo, imaginó qué pasaría si le cayera encima.

—Voy a pasar...

Lara entró y lo vio tan tranquilo exteriormente en la cama, para su sorpresa la habitación estaba acomodada, a excepción de la cama en uso y el baño donde se la había pasado despreciándose a solas. México le pidió que no entrara al baño si no quería encontrar una sorpresa conformada por vidrios rotos y restos de papel; la nota de su jefe destruida. Era la tercera vez en el año que cambiaban el espejo y a Héctor ya le estaba cansando esa actitud autodestructiva, no por el espejo, sino porque le estaba afectando en sus negocios y en la economía también.

—¿Otra vez? El espejo no tiene la culpa de tus berrinches—rio, en el fondo preocupada por él—¿qué es lo que te inquieta tanto?

—Ojalá pudiera decírtelo, Larita. Me callaron la boca, perdón.

—Le dije al guardia que lo cubría mientras limpiaba, no te preocupes por eso.

—Normal. ¿Qué podría preocuparme más que Héctor? Tal vez Estados Unidos, pero el estúpido siempre me ha preocupado...

Tenía razón, Alfred podría defenderse solo y alzar multitudes, pero seguía siendo muy tonto, como le gustaba.
No quiso seguir hablando del tema y Lara continuó limpiando de manera minuciosa, cualquier partícula de polvo, pelusa o tierra que veía. Levantó a Ale de la cama para acomodarla mientras él bajaba a "desayunar". Echó un vistazo al baño y efectivamente, estaba todo hecho un desastre.

Tomó el recogedor y limpió los restos de cristal, pidiéndole ayuda a un compañero para que retirara lo que quedaba del espejo roto, en eso encontró varios pedazos más grandes detrás de la cortina de baño, donde rastros de sangre que no había sido bien limpiada le sacaron una gran tristeza e ira contenida.

–Así que Héctor es el que ha estado causando esto... —Murmuró mientras siguió limpiando la evidencia de aquella noche de espejos rotos.

***

México se sentó como siempre y se sorprendió de no ver a su jefe tomando el desayuno como siempre. Según el guardia que lo seguía él estaba en un viaje de negocios, cosa que lo alegró al instante. Sin embargo, todavía tenía que preocuparse por los turnos que de los guardias para vigilar temporalmente sus acciones así que no vería a Estados Unidos por algún tiempo, pero siempre encontraban la manera de hacerlo debido al gusto por el peligro del rubio americano.

—Sólo tomaré café, gracias. —Respondió con alegría en su rostro cuando le ofrecieron el desayuno.

—¿Ha pasado algo bueno, Señor? Se le ve muy contento.

—No te imaginas cuánto—y luego pensó— mientras el pendejo de mi jefe no esté aquí, siento que la felicidad me rodea...

Silencio [UsaMex] |Hiatus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora