Tan débiles

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||De antemano una disculpa por no actualizar||

•••

México estuvo a punto de soltar su teléfono después de que su hermana le contara lo sucedido.

No podía imaginarse que un deseo de hace años se había vuelto realidad en un par de segundos, y justo después de haber recuperado a sus estados debido a las ilegalidades de Héctor.

—¿Estás segura, Itzi?—preguntó aún conmocionado—si esta es otra de tus bromitas te juro que voy a...

—¿Tú crees que jugaría con algo tan serio? Sólo vuelve acá en este momento, no puedo con todo esto solita, por favor.

—Voy en camino, aguanta hasta entonces.

Terminó la llamada. Sentía las miradas incrustadas en su nuca y prefirió evitarlas dirigiéndose en ese instante a China. El asiático comprendió lo que necesitaba sin necesidad de hablar y guió al latino de nuevo hacia el aeropuerto; luego vería que hacer con su equipaje. No había tiempo que perder.

•••Mientras tanto•••

Sir... No me estoy sintiendo muy bien.

—Resiste un poco, Alfred.

—Creo que ahora sé cómo se sintió México aquella vez... ¿Me voy a morir, jefe?

—No seas exagerado, pero por si las dudas mejor pide tus últimas hamburguesas.

—¡Señor!

El hombre rio un poco, luego no pudo evitar toser y preocupar a su nación, pero se mantuvo a su lado acariciando sus cabellos rubios como si fuese un niño.

—No te preocupes, Alfred. Todo estará bien, eres un héroe después de todo. Conseguiremos curar a toda esta gente antes de que se expanda, vas a salvar muchas vidas con esta decisión.

Estados Unidos cerró sus ojos, dejándose llevar por la brisa que entraba por la ventana y los murmullos en las calles, podía notar a muchas personas felices al escuchar las noticias, sin embargo, también escuchaba los gritos enfurecidos de los demás. ¿Realmente había tomado una decisión heróica o era la creciente amenaza y miedo que le provocaba el jefe de México?

No tenía tiempo para pensar en eso, así que sucumbió al sueño, tan sólo esperaba que su pareja no lo encontrara en este estado.

Tan débil...

Hace una hora Héctor esperaba en la sala, no iba a irse sin obtener una respuesta y eso lo sabían muy bien, sólo los había dejado a solas para pensarlo. Saboreaba la victoria hasta en el café, tan amargo como su corazón.

Alfred fue el primero en salir lleno de rabia, encontrándolo en el sofá más suave de la habitación. ¿Qué cómo lo sabía? Había noches en las que él y Ale regresaban tan cansados de sus "citas" que solo querían dormir juntos en cualquier mueble.

Héctor sólo sonrió cuando vio al ojiazul acercarse y sentarse frente a él.

—Explícame de qué va el trato. —Preguntó Alfred, cruzando sus brazos y manteniéndose erguido.

—Lo que escuchaste hace rato. Todos los territorios que le quitaste a México y a cambio una buena suma de dinero , así como la cura para esta enfermedad rara, ¿cómo dijiste que se llamaba?

Silencio [UsaMex] |Hiatus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora