Destrozado

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Si supiese que le estaba ocultando cosas de nuevo, estaría enfurecido por décadas.
Para EUA no era fácil sentarse y decirle: "Hey, Mexico. Te estás muriendo por culpa de tu jefe y quizás un poco por la mía." No sería capaz de relatarle la verdad, porque era dolorosa y cruel, lo que menos deseaba sería ver su rostro lastimado y con odio reflejado hacia él.

Estados Unidos si tenía motivos para sentirse culpable, después de todo, él era el que había pedido que la familia del expresidente viajara a su país para conocerlos, excepto Ernesto, que estaba ocupado en ese entonces, cuando le llamaron comunicándole la tragedia, justo frente a su nación.

Las autoridades habían cesado la búsqueda del asesino, cosa que había indignado a la gran mayoría de las personas que le tenían gran afecto a las féminas. Héctor se excusó diciendo que habían cosas más importantes que atender y reanudarían la misión al terminar con la suya. Desde entonces, Ernesto se había retirado para continuar él mismo con la investigación sin descanso, porque aunque le importaba su país, su familia era parte de él y México sentía la angustia y el dolor de su presidente.

Su camisa estaba algo húmeda, debido al mexicano que se había quedado dormido encima de su pecho. Alfred sonrió y revolvió sus cabellos con ternura, levantándose lentamente y dejándolo mejor posicionado en la cama. No quería dejarlo sólo de nuevo y preocuparlo, pero era momento de arreglar las cosas de una vez por todas.

Tomó su celular y escribió unos cuantos mensajes a su jefe, avisándole que no volvería a su hogar por unas semanas debido a unos asuntos que debía atender primero en la frontera. No esperó a que contestase y con cuidado buscó en el escritorio de México algo que le pudiese ayudar un poco.

Entre papeles y bolígrafos acomodados, cosa que sorprendió al estadounidense, encontró una carta cerrada, con algo de polvo encima, pero bien preservada. Miró hacia la cama para asegurarse que no lo viera y leyó el mensaje en el sobre.

"Con todo mi corazón, a la nación que más amo en el universo."

Se preguntó de quién sería aquella carta sin remitente, lo abrió con lentitud y de ella salio una fotografía vieja de México, pétalos secos y una carta casi amarillenta.

Comenzó a leerla, sin distraerse.

"Amado México:

¿Cómo te encuentras? He estado algo ocupado con mi jefe, pero he descubierto muchas cosas que posiblemente nos ayudarán en un futuro a deshacernos de Estados Unidos. Sabes muy bien de lo que soy capaz para protegerte del maldito capitalista, no permitiré que vuelva a hacerte daño. ¿Te enteraste sobre lo que le hizo a Japón hace unos días? Lanzó dos bombas atómicas en su territorio, sin PIEDAD, ¿crees que algún día no intentará hacer lo mismo contigo?

PD: Te ves muy lindo en esta foto. Ojalá pudiese apreciar tu mirada todos los días, pero debemos permanecer en secreto por un tiempo más."

Te desea.
Rusia

Apretó la carta con intenciones de destruirla pero logró serenarse a tiempo. Sabía que Rusia y México lo habían intentado en ocasiones, pero el mexicano terminaba rechazándolo porque se sentía presionado al decidirse entre Rusia o Estados Unidos. Durante la Guerra Fría esto sólo empeoró más, intentando desaparecer de sus vidas para siempre. Pero había logrado convencerlo de su arrepentimiento y el amor que le tenía; nunca sería suficiente.
Agradecía infinitamente que México no hubiese leído la carta, pero por las dudas se la llevó en su pantalón. Si quería respuestas, tenía tres opciones.

a) Descubrirlo a la fuerza.
b) Preguntarle a testigos o involucrados.
c) No entrometerse o México lo golpearía.

No podía aceptar la tercera, pero tenía razón. No era problema suyo, sin embargo, la conexión directa afectaría en varios aspectos a las dos naciones, causando más problemas a México.

Silencio [UsaMex] |Hiatus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora