De Vuelta Al Infierno

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Estados Unidos despertó sintiendo un peso encima suyo, relajado al saber que México seguía ahí. Después de todas las cosas que habían sucedido comenzaba a dudar de la realidad, quizás todo era un sueño o una falla en la matrix; como dirían algunos.

Acarició su cabeza para comprobar si aquella imagen era verdadera, aún así las pruebas eran pocas, pero en su mente se repetía una y otra vez que estaba vivo y bien situado en su mundo.

Darling, wake up...—dijo somnoliento, intentando apartar al peso dormido de su pareja—necesito ir al baño, y tú también si lo vemos de esa manera.

El mencionado ni se movió, sólo gruñó enojado por ser despertado y se aferró más a su pecho, clavando sus uñas con mayor intensidad, como un gato cazando a su presa sin soltarla. Alfred sonrió y se le ocurrió una manera de quitarlo. Se acercó a su oído y susurró una frase inentendible para ustedes, queridos lectores.

Al terminar de susurrar, el mexicano se levantó de golpe y cayó de lado en la cama. —¡MENTIROSO, NO ES CIERTO! REPÍTELO SI TE ATREVES.

—Yo también te amo. —Rio el rubio ojiazul, atrapando una almohada que le había lanzado.

...

Después de tomar una ducha y oír a Alejandro maldiciendo una y otra vez su nombre se sentó en el comedor y preparó algo de café. Vio bajar unos minutos después al castaño todavía enfadado, luego de serenarse continuó.

—Oye, Alfred. Ya sé que chingo mucho con lo mismo pero... ¿Qué voy a hacer cuando regrese y tenga que enfrentarme a mi jefe?

—Eso mismo, te conozco desde siglos y sé que vas a poder darle una buena paliza.

—No lo creo, durante todo el tiempo que he vivido ningún humano me ha intimidado tanto como él, hasta creo que es un demonio, ya ni Díaz Ordaz me hacía sentir tan débil.

Alfred detuvo la lectura de las noticias en su teléfono para ver al mexicano, sus ojos no mentían, el miedo se exhibía con tanta naturalidad que sentía una gran furia por el hecho de saber que pensaba de esa manera. Pronto le daría su merecido a Héctor.

—Ya, ya. Yo lo arreglaré luego.

—¿No crees que ese sea el problema? Que tú siempre buscas arreglar los asuntos de los demás.

—La última vez que discutimos de esto terminamos en el hospital, no quiero volver a hacerlo, Mexico.

El silencio volvió a ser el protagonista. México se limitó a observar la humeante taza de café y a tomar un trago sin consultárselo, de todas maneras ni sabía prepararlo cómo él lo hacía.

—Le falta piloncillo. —Dijo en voz alta sin pensarlo. Los dos voltearon a verse y Alfred se carcajeó.

—Que reacción tan natural, mi piloncillo.

Alejandro tenía las mejillas rojas por el cumplido, pero solamente le siguió la corriente.

Escuchó que tocaban el timbre y se levantó para abrir la puerta. Estados Unidos ya estaba en modo defensivo por cualquier cosa que podría pasar, sosteniendo firmemente la pistola en su pantalón; una de dos ((chiste malo)).
Efectivamente, al abrir la puerta se presentaron dos oficiales de la guardia nacional, con sus uniforme planchados, uno de ellos con un atole en la mano.

Silencio [UsaMex] |Hiatus|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora