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Kellin Quinn, tres años de edad.

-¡Mira mami! -Grito el pequeño mientras daba vueltas sobre sí mismo. -¿Son lindas?

-Son preciosas, cariño.

La mujer miraba a su hijo con adoración, ella sabía que algo no era normal en el pequeño, pero aún así lo amaba y no porque fuera simple obligación, ella realmente quería al pequeño Kellin, aunque el padre de este fuera un poco tosco y nada amable con el niño, ella trataba de que su esposo fuera un poco más amable con el niño, aunque fuera mínimo. 

-¡Kellin! Deja ya esas estúpidas muñecas y mejor ven ayudarme.

-No le grites. -Dijo entre dientes la mujer.-

-Pero Mary, no quiero que mi hijo sea una maldita nena ¡Es un niño!

-Y ambos sabemos que ese niño. -Señalo hacia Kellin. -No va a ser como el resto de los niños, así que ya deja de tratarlo tan mal, que él no pidió ser de esa forma. -Miro hacía donde estaba Kellin y sonrió. -Deberías de agradecer que tienes un hijo sano, y que te quiere. 

Dicho eso Mary entro a casa, dejando que su hijo y esposo, terminaran de arreglar el jardín.

El barbudo hombre miraba a su hijo, este era tan delicado al hacer las cosas, además era demasiado tierno, como si fuera una niña. Dejo salir un pesado suspiro y dejo las cosas de jardinería a un lado y llamo a su único hijo.

-Kellin ven, necesito hablar contigo.

El menor dejo lo que estaba haciendo y camino hasta donde su padre, ambos se sentaron en el pasto.

-¿Qué? -Pregunto el menor. -¿Hice algo malo? -Junto sus manitas.-

-No Kellin, todo esta bien, solo... Solo tengo un par de dudas, y tú puedes responderlas. -Asintió frenéticamente. -Hijo ¿Te gustan las niñas?

-¿Las niñas? -Su padre asintió. -B-bueno. -Miro sus manitas y asintió.-

-¿Enserio? -Pregunto sorprendido.-

-Si, me gustan sus vestidos. 

Y la sorpresa del padre decayó rápidamente, nuevamente suspiro y tomo a su hijo de las manos.

-No Kellin, me refiero a si ellas te parecen bonitas, o lindas. 

-Oh. -Bajo la mirada. -B-bueno... -Tomo su bracito tímidamente. -L-los niños son más lindos.

Ya no había vuelta atrás, era más que obvio lo que su pequeño y único hijo era.

-Aún eres pequeño, pero hay un tema importante del que debemos hablar.


Andrew Biersack cinco años de edad.

Andy tenia la mirada gacha mientras jugaba con sus pulgares, frente a él se encontraban sus padres, uno más que molesto que el otro, pero de igual forma se sentía intimidado y más pequeño de lo que ya era. 

Trago saliva al escuchar como alguien se acercaba a él, levanto solo un poco la mirada y se encontró con el rostro sereno de su madre, la pelirroja mujer le dio una mirada de comprensión, pero ni eso ayudaba a que sus nervios desaparecieran. La mujer tomo asiento a lado de él, y con cuidado tomo su pequeña mano, entrelazando sus dedos con los del menor.

-Cariño ¿Quieres explicarnos que fue lo que sucedió? -El menor asintió.-

-Jugaba con Ronnie. -Murmuro bajito, pero aun así lo escuchaban. -Y m-me dijo que le diera un beso a alguien, a quien yo quisiera.

-¡Y tenía que ser a un estúpido niño! -Grito molesto su padre. -¿¡Qué mierda te sucede Andrew!? Esta maldita conversación nos la estaríamos ahorrando si tan solo hubieras besado a una niña, pero no, querías hacerte el rebelde y besar a un mocoso ¡Un hombre! -Su rostro estaba rojo de la furia.-

-P-pero Danny me gusta, por eso lo hice. -Intento defenderse. -N-no es malo ¿Verdad mami? -Miro suplicante a su madre. -¿Verdad que no es malo que te guste un niño? -Miro a su madre intentando buscar apoyo, pero solo consiguió una mirada que le pedía disculpas.-

Lo siguiente que el pequeño Andy sintió, fue como la enorme palma de su padre impactaba contra su mejilla izquierda, provocando que el menor cayera al piso mientras que un ligero hilo de sangre bajaba por su nariz.

Lágrimas comenzaron a bajar por sus rojas mejillas, Chris, su padre, lo tomo con fuerza de su delgado brazo y lo obligo a levantarse del piso, comenzando a caminar hacia el segundo piso.

Andrew no sabia lo que se aproximaba.

-M-me lastimas. -Se quejo el ojiazul, pero fue ignorado. -Papá, m-me duele.

-Vas aprender que a un hombre no le pueden gustar los hombres ¿Oíste?

-Papá no. -Se quejo. -Te p--prometo que no lo volveré hacer.

El menor suplicaba piedad y perdón, pero a este punto su padre ya hacia de oídos sordos, su único cometido en ese momento era hacerle entender a su hijo que a él no le podían gustar los hombres, que no debían de gustarle, y que esa gente solo iba al infierno

-Tus promesas no me sirven de nada.

Eso fue lo ultimo que Chris dijo antes de que encerrara a ambos en la habitación del mayor, para que despues lo único que reinara en aquella casa, fueran los gritos, súplicas y llanto del pequeño Andy, rogando porque su padre detuviera sus golpes.

El pequeño quería que su madre lo ayudara, que hiciera algo para que su padre dejara de golpear su pequeño cuerpo, pero la mujer solo podía ahogar sus sollozos mientras escuchaba el llanto de su hijo.

No podía hacer nada, Chris mandaba en esa casa. Y ella solo era la mujer que debía de obedecer lo que su marido mandaba, y si él creía que Andy debía de ser golpeado para que entendiera, entonces lo dejaría hacer eso.

En ese momento, Andy comprendió que los hombres que gustaban de otros hombres, eran una abominación y que no merecían ser felices, que ellos iban a sufrir lo mismo que él estaba sufriendo en ese momento.

En algún punto de la golpiza, el pequeño Biersack se había desmayado, el menor solo sintió como alguien lo cargaba con delicadeza para despues recostarlo en algo muy suave, un pequeño jadeo salió de sus delgados labios. 

-Perdóname cariño, enserio lo lamento. -Un beso en su frente. -Prometo que todo mejorara, todo esto es por tu bien. 

H O M O F O B I A -Kandy-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora