Capítulo 08.

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“Aveces la sangre es tan distinta aunque sea compartida en dos. Una me fascina, la otra intriga.” — Spencer Coonan.

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La hawaiana caminaba con toda rapidez a una dirección contraria y remota de Distress Aitken luego de haberlo golpeado. “Distress no estará”, “Nunca viene a las fiestas”, “Tranquila”.

«¡Tranquilos están los muertos Vixen!» pensó fuertemente Circce mientras pisaba con fuerza para salir, necesitaba aire, los ojos de Distress estaban amarillos ¿Así de alcoholizada estaba? Ella no lo creía pero si empezaba a creer que aquel chico tenia problemas aparte de su aura, la había besado «Aura...». «Maldición ¡Ryn!» cuando el frío aire la golpeó, su melliza, salto nuevamente a su cabeza.

Solo le faltaba que Ryn estuviera en problemas, en nombre de todos los dioses de hawaii y al mismísimo Jesucristo rogaba por el bienestar de su hermana. Circce quería hacer como la primera vez que se cruzo con Distress, quería tomar a su hermana y huir de ahí pero ella misma sabía que no podía actual tan volátil. Intento pensar que Distress solo estaba pasado de copas aunque el mismo le dijo que llego solo por ella... la había besado ¡Maldita sea, un haole la beso!, ¡El Aitken la beso!

Tomo varias bocanadas de aire con ese pensamiento, quizás estaba borracho a más no poder, si, eso debía ser. Eso se quiso meter en su cabeza para no huir de la manera más cobarde posible, así eran las fiestas, los chicos eran bestias en su totalidad y Circce lo sabía, más de uno lo tuvo que golpear para sacarlo de encima en Honolulu, su hogar.

Se dio la vuelta soltando más aire como si fuera un globo pinchado, miro al cielo estrellado sin pensar en nada, solo lo miro hasta que su cuello molesto. Decidió que era tiempo de volver con Vixen y desde ahí buscar manera de llamar a Ryn, era mejor estar con personas, no quería descubrir que más podría pasar si seguía deambulando en soledad.

Y es que Circce no se esperaba aquello. Ella decidida a entrar dio pasos fuertes con sus botas creando sonido como el fuerte de la música pero ante tales sonidos escucho balbuceos y una gruesa voz que reconocía y no por pertencerle a Distress. La azabache busco el origen encontrando en una banca cercana una melena negra que se distinguían por las luces del solitario jardín.

— Ryn...— vio a su hermana ahí parada, la notó ida pero lo ignoró para acercarse sin notar quien estaba con la pelinegra.— ¡Ryn...! — quedó estática luego de bajar los escalones para tocar el césped bien cuidado, que ahora necesitará limpieza.

Era su hermana, lo dudó bastante cuando la vio encima de un chico, se besaban...Ryn se estaba besando con alguien ¿Acaso esas cosas raras no le pasaban solo a las gemelas? Era una maldita manía de la vida lo que sus ojos captaban luego de su propio momento. Excepto que ella no vomito casi encima de los labios de Distress.

— Maldición. — susurro el chico tomando a Ryn para que no Cayera al suelo en su vomito, las arcadas le siguieron aún cuando Circe llegó a su encuentro.

—¿Qué pasó? — cuestiono con dureza.— ¿Spencer, que pasó? —la azabache lo había reconocido casi al mismo tiempo que él pero no se detuvo a sorprenderse, su hermana estaba inconsciente.

— Bebió sin parar...Traté de pararla cuando un chico se le acerco.— explicó revisando la cara de la víctima que era Ryn plácida en los brazos. Spencer extendió sus manos para tomarla.— Damela.

— ¿Violet...e-en Dónde? —indagó con desconfianza. Circce veía honestidad en Spencer pero su arrebató yacía por la pequeña sensación de culpa... debió buscarla antes.

— La dejo hace bastante.

— Haole.— mascullo con absoluta molestia ¿Qué clase de amiga era? Aparte de una chica busca chismes.— Vale, tu. Cargar.

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