Coraline estaba a punto de cumplir 16 años. Ingresaría a la Escuela Preparatoria, y dos años más tarde se prepararía para la Universidad.
Habían transcurrido casi cuatro años desde que la familia Mercy se mudó a Flowerland. Desde que Meryl dejó en paz a Coraline, todo marchó mejor para ella en el Colegio.
La competencia de arquería unos años atrás le había otorgado popularidad. Se había convertido en una chica importante dentro del Colegio. Todo iba viento en popa para la Señorita Popularidad.
Pero para su madre no era suficiente, así que había decidido que en la Universidad la chica debía estudiar Leyes.
— ¡Madre, no puedo estudiar Leyes! ¿Qué clase de chica talentosa desperdiciaría sus dones entre un montón de políticos? Yo debo estudiar algo interesante, algo que se ajuste a mi categoría. — pronunció ella con desdén.
— ¿Talento? ¿Prestigio? ¡Por favor niña! No empieces con eso. — Le riñó Rose. — ¿Qué clase de cosas? ¿Pretendes vivir de tu arco? ¿Serás como los hombres primitivos y cazarás tu comida? No niña, tú serás alguien de provecho. Estudiarás, y te graduarás de la Universidad. Serás una mujer de bien.
—No necesito esas cosas madre. Tengo un plan mucho mejor para mi vida.
— ¿Y cuál es, según tú?
—Yo quiero convertirme en una famosa arquera olímpica. Estoy entrenando muy duro, y en los próximos juegos seré la mejor. Me darán medallas de honor y mucho dinero, lo suficiente como para no trabajar el resto de mi vida. Sí, esto es lo que quiero. Amo la arquería, y eso es lo que haré.
Rose estaba comenzando a perder la paciencia.
—Mira niña. — comenzó ella con exasperación. —Debes estudiar Leyes o algo relacionado a la diplomacia. Yo sé lo que te digo.
— ¿Y a mí de que me va a servir aquello? Yo nací para la arquería, y lo sabes. No necesito estar atada a las mismas reglas que ustedes. Yo soy diferente.
—Tienes talento, sí, pero tú no naciste para eso.
—Eso tú no lo sabes, madre. ¡Es mi vida, y yo tomo mis decisiones!— exclamó ella con tanta autoridad, que Rose se quedó sorprendida.
—Nunca me habías hablado así Coraline. — dijo ella con un hilo de voz. —Pero aunque me odies, yo haré lo que sea mejor para ti. — bajó la mirada y le dio la espalda.
Durante largo rato, Rose estuvo encerrada en su habitación, y Coraline, arrepentida, tocó a su puerta.
— ¿Madre?— abrió la puerta. —Vamos, se nos hace tarde para la reunión con los Rogers. —agregó en tono sumiso.
— ¿Quieres que vaya contigo? Después de todo, no te gustan mis opiniones, ¿cierto?
—Madre, por favor, no es el momento. Ya no quiero pelear contigo. Hoy es tu cumpleaños. Prometieron hacerte un banquete, como todos los años. Quiero que estés feliz.
—Estaría feliz si mi hija me escuchara de vez en cuando. —suspiró Rose. —Pero está bien, dejemos ese tema por el momento. No podemos defraudar a nuestros amigos. — y se dispusieron para ir.
La relación entre los Rogers y las Mercy se iba haciendo cada vez más estrecha. Los cumpleaños de Coraline y Rose se celebraban en la Mansión de ellos.
Hacían todo juntos, y los príncipes llenaban de regalos y lujos a Coraline, y también a su madre. Realmente les mostraban lo importante que eran para ellos.
Rose no estaba de acuerdo en que malacostumbraran a su hermana de esa manera, ella sabía que eso podría equivocarla de camino.
Si tomara posesión del reino como le pertenecía, en aquellos momentos de su vida, sería irresponsable con ello. Creería que ser de la realeza no implica más que lujos y reconocimientos.
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La historia de una princesa, que no sabía que lo era.
AvventuraExisten muchas historias de princesas. Muchas encerradas en torres, otras viviendo con su madrastra o algunas que tuvieron que huir al bosque a vivir con los animales silvestres. La historia de Coraline es totalmente distinta: creció como una chica...