Capítulo X.- En el Palacio del Rey.

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Después de las emociones de los últimos días, Coraline quedó exhausta. Antes de regresar a Redova se dedicó un tiempo para prepararse física y mentalmente para encontrarse con su verdadera familia.

Tenía muchos sentimientos encontrados: alegría, incertidumbre y, por qué no, miedo.

Adam le insistía que no tenía de qué preocuparse; que su Padre y hermanos la amaban tan profundamente que no les importaría la condición en la que ella llegara, simplemente que regresara a casa.

Pasaron algunos días, y después de un bien merecido descanso, se dispusieron a viajar.

Gracias a Dios ya había pasado el invierno y había llegado la primavera. Ella se sentía más animada y llena de esperanza.

Antes de salir de la ciudad Adam paró en una tienda de ropa y dejó a Coraline esperando afuera. Posteriormente salió y le dijo que entrara.

—Toma, he elegido éstos vestidos para que estés apropiada cuando conozcas a tu familia.

—Pero mis vestidos están perfectos...

—Tal vez para una chica que no sabe quién es. Pero tú eres hija de una familia importante, influyente. Debes vestirte como tal. – y le mostró un vestido espléndidamente adornado y tejido con pequeñas incrustaciones de diamantes. Era de color blanco y carmesí. Era elegante y discreto al mismo tiempo.

— ¡Vaya! ¿Quieres que me vista con eso? No, no puedo aceptarlo. Es demasiado costoso. Demasiado elegante, demasiado... No, no me pondré eso. No merezco llevarlo puesto.

—Oh, no te preocupes por el precio. Ya está pagado.

— ¿Cómo que ya está pagado?

—Éste vestido ha estado esperando por ti desde hace mucho tiempo. Es un regalo de tu Padre. Él ya lo tenía destinado para su pequeña hija.

Ella lo miraba estupefacta.

— ¿Pero no se supone que aún no me encontraban?

—Coraline, hay muchas cosas que tú ignoras de tu Padre. Él conoce muchas cosas acerca de ti, que ni tú misma sabes. Pero ya lo averiguarás en su momento. Ahora, sólo vístete y regreso en un momento.

Coraline se probaba encantada los vestidos que su Padre había dispuesto para ella. Se miraba al espejo y se veía tan, tan diferente... No porque llevara un vestido costoso. Había  algo en su semblante, en su alma, que había cambiado. Lo sentía en su ser y en su corazón.

El hecho de que su Padre la amara aún con todos sus defectos y los errores que había cometido; que enviara a alguien a buscarla y protegerla hasta que por su propia cuenta decidiera regresar, era prueba de que su Padre en realidad era un ser maravilloso.

Que haya estado buscándola todos estos años, desesperado porque regresara a su lado. Que le haya obsequiado todos esos vestidos dignos de... ¿Podrá ser?

— ¿Quién es mi Padre realmente? – Se decía para sí – ¿y quién soy yo entonces?

Adam me ha mencionado muchas veces que mi Padre es alguien muy importante, pero nunca me ha dicho a qué se dedica, quién es... Debe ser alguien muy rico, y además bondadoso. Ya quiero conocerlo, ¡quiero saber quién es mi Padre!

Mientras ella meditaba, llegaba Adam y la invitaba a salir de la tienda.

— ¿Ya te encuentras lista? Es hora de irnos.

—Claro, tan sólo guardo éstos vestidos y me voy.

—No traigas de nuevo tu antiguo vestido. Ya no lo vas a necesitar. — sonrió él.

La historia de una princesa, que no sabía que lo era.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora