25- Pensamientos frente al espejo

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Estoy parada frente al espejo.

Hace unos días empecé a salir de una pequeña depresión que me había dado por algunos sucesos.

Me veo cansada, lo estoy, pero al menos el baño me relajó.

Pienso en mi madre, y en el miedo que me produce hablarle a veces.

Pienso en cómo consciente o inconscientemente cada vez que sé que me va a reclamar/regañar hago más de la cuenta en casa. Pienso en que la decepciono, y la seguiré decepcionando.

¿He contado por lo que pasé estas últimas semanas?... no.

¿Por qué?... no lo sé.

He estado llorando a cada rato, intentando inútilmente dejar de hacerlo.

Estas ojeras nunca se irán, no recuerdo la última vez que me ví sin ellas.

Intento escribir para desahogarme pero... no se por dónde empezar, no se cuál es el inicio de lo que ha estado pasando.

Sí sé algo: todo... es mi culpa.

Es mi culpa, por no escuchar a mi madre, o simplemente guardar lo que dice en un rincón recóndito de mi mente y dejarlo ahí, distrayéndome con otras cosas, y recordándolo a último momento, cuando ella llega a casa. Esto me causó problemas siempre; lo sigue haciendo.

Intento comportarme normal, siempre lo he intentado, desde que tengo memoria.

Empieza a descubrirme. Intento que no.

Sé que me odiaría. Creo que, en lo profundo, lo hace.

Madre, yo también, en lo profundo, te odio.

¿Por qué eres tan orgullosa? ¿por qué cuando algo se te mete en la cabeza no aceptas nada más? ¿por qué te tengo tanto miedo?...

No quiero hacerlo, pero no puedo evitarlo.

Pienso tantas cosas, me imagino tantas posibles escenas...

Cuando te enojas, te transformas en alguien diferente, te creo capaz de dañarme.

Oh, así empezó en parte lo que me ha estado pasando.

He cerrado la puerta. Paso una de mis manos por entre mi cabello aún mojado, peinándolo un poco mientras a la vez paso con la otra el secador de pelo. Pienso, y veo el espejo, veo su reflejo. Me veo.

Escucho ruido detrás de la puerta. Lo ignoro.

Escucho a mi madre gritar. Me detengo de lo que estoy haciendo y vuelvo a escuchar. Abro la puerta. Nada. Sólo mi imaginación. Vuelvo a lo que estaba haciendo.

He vuelto con mi pareja, y fué bien recibido. El problema es que mi madre no quería que viniera tan seguido a casa... pero estábamos pasando por algo importante. Debíamos hablar con ella, pero... repentinamente las cosas tomaron otro rumbo.

Yo había intentado hablar con ella, pero no me escuchaba. Llorando volví a la habitación, él me siguió e intentó consolarme. Mi madre entró, y... todo pasó muy rápido.

Yo llorando, ellos discutiendo. Yo gritándole que pare, ella levantando la mano para golpearme. Él colocándose frente a mí para evitar que lo haga, ella diciéndole que se fuera. Él negándose, mirándome preocupada, ella diciendo que no le debe importar lo que me pase o si tenía problemas con ella, porque él también tenía problemas con su madre. Él, muy a su pesar, y preocupado, marchándose. Yo, con miedo, viendo todo.

Fué uno de los días que más miedo me dió. Me había gritado que no se me ocurriera salir de la habitación.

Yo, alterada, asustada, rápidamente envío un mensaje a mi hermana diciéndole que... no recuerdo si le dije que viniera mi padre urgente o directamente que no viniera. No estaba pensando claramente. Todo me parecía irreal.

Lo que queríamos hablar era muy importante, y se arruinó. Yo necesito tiempo para hablar las cosas, y ella no es paciente, a pesar de que dice lo contrario. Pero una persona paciente no presiona al otro o lo hace sentir peor por no contarle de una vez por todas.

Pero, habiendo pasado todo eso, tenía mucho miedo de hablar.

Preguntó si quería irme con él o con mi padre, que no quería vivir con alguien que le tuviera miedo.

Tenía un atraso... estaba asustada. Pero...estaba asustada por su reacción.

Cuando logré hablarlo por la presión que me estaba ejerciendo... sólo me sentí peor. Veía la decepción en su rostro. Pero por otra parte, me sentí un poco más en calma. Mi padre me lo había preguntado un día que me retiré del colegio, vino mi novio también. Él nos apoyaría.

Ella dijo lo mismo, pero... aún así, se sentía traicionada por no haberse enterado primero.

Es mi culpa, por no tomar el suficiente coraje para decirle las cosas, ¿verdad?. Pero... no puedo confiar en decirle todo si al final termina reaccionando mal. Siempre dice que nunca me lastimaría, pero eo daño psicológico que creo tener es increíble. Vivo con miedo.

Hubo varias veces que tuve que retirarme del colegio porque me terminaba sintiendo mal.

Una de ellas fué cuando estaba en mi límite. Exploté cuando estaban cerrando las notas, y yo era la calificación más baja, un cuatro. No sabía si podría levantarla, y tenía miedo por ella, por cómo reaccionaría.

El ruido de mis compañeros hablando y gritando... sentía que iba cada vez más en aumento. Me sentía mareada, y me recorrían escalofríos de a ratos. Me puse la capucha de mi campera para cubrirme un poco, a pesar de que no hacía mucho frío. Me dolía la cabeza, estaba muy nerviosa. Llegó un momento en que me tuve que cubrir los oídos. No quería escuchar ni a mis propios amigos, y ellos sólo hablaban a un volumen normal, pero sentía las voces muy altas, como si estuvieran en mi cabeza. Me desesperé y apreté más mis manos para acallar el ruido. Sentí las lágrimas, y empecé a negar con la cabeza. Quería que se callaran todos. "Que se callen" repetía para mí misma, hasta que mis amigos me escucharon. Sentía que temblaba. Una amiga me acompañó al baño. Sentía que me faltaba el aire y quería seguir tapándome los oídos porque aún sentía el alboroto. Al final, una profesora nos vió y llamaron a mi padre, hasta vino emergencias. Cuando logré calmarme un poco, me sentí muy avergonzada. Dijeron que fué producto de los nervios y el estrés, y que posiblemente eso me afectó físicamente. Mi padre dijo que sabía lo que estaba pasando, sin mucho más preámbulo, volvimos a casa.

A esto también le sumaba la presión de las camperas, las rifas y demás cosas típicas de chicos de 5to año, próximamente egresados. Mi madre no quería que vendiera nada, pero tampoco me iba a pagar la campera (lo que me alivia es que en el presente finalmente cedió)

¿Por qué estoy pensando tanto en esto si ya pasó?

El sábado teníamos una excursión. Yo, para qué negarlo, me había hecho ilusión de que podría estar embarazada. Pero ese día se confirmó que no.

Esa noche lloré, e inconscientemente me acariciaba el vientre. Deseaba estarlo. Muchos quizás no lo entenderán. Había pensado en mis estudios, lo que representa hacerse cargo de un bebé y demás, estaba dispuesta a asumir todo... pero no pasó. Esa fué la verdadera causa de mi depresión. Me sentí vacía, como si hubiera perdido algo.

"Ya pasó" me repetía constantemente.

"Ya pasó..." sigo pensando, frente al espejo.

Desahogo de un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora