Capítulo 11

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—¿Dónde encontraste ese anillo?

Ella aleja su mano de la mía de mala gana—Lo he comprado.

—¿A sí? ¿Dónde?

—Eso no te importa, tonto.

—Deja de ser infantil un maldito día y dime dónde lo compraste.

Me mira por unos segundos sin decir nada—Se lo compré a un señor fuera de la escuela.

—Mentirosa.

—Mentirosa tu abuela.

—Ña, ña, ña—dije poniendo mis dientes en mi labio inferior y poniendo cara rara.

—Y aquí la infantil soy yo—dice con sarcasmo—. ¿Puedes decirme que demonios pasa contigo?

—Es el anillo—dije pensando un poco mientras me quedo sorprendido.

—¿Qué tiene mi anillo?

—Mira—le muestro el mío acercándolo al suyo en su mano—. Son idénticos.

—¿Y eso qué?

—Quizás los anillos nos hicieron esto. Cambiarnos de cuerpos.

—¿Qué?—gritó y luego empezó a reír
—Estás loco.

—Es en serio. Leí sobre eso en internet. Busqué sobre cambio de cuerpos y decía que los egipcios usaban objetos o cosas para cambiar de cuerpos con las demás personas. Podían ser ricas y cambiaban de cuerpos para quedarse con sus riquezas. Pero decía que cambiaban de cuerpos con personas que fueran muy diferentes, pero con algo igual.

—¿Ah, sí?—dice con cara de aburrida y asiento—Y yo soy cleopatra.

—No es una broma, Winns.

—Lo sé. No hay bromas tan tontas como la que estás diciendo ahora.

—Quitemosnos el anillo y quizás volvamos a nuestros cuerpos—rápidamente toco mi anillo para sacarlo de mi dedo.

—Oye. ¡Espera, espera, espera!—me detengo—¿Y si no funciona así?

—¿Qué? Tu eres la que no me cree, ¿y ahora dices que no funciona así?

—Leo libros, ¿sí? Y no funciona así.

—¿Le harás caso a un libro de pura ficción?

—¿Y tú le harás caso a algo que encontraste en internet?

—Bien ya. De acuerdo. ¿Y qué debemos hacer entonces?

...

La veo sentada delante de su computadora, en su cuarto y en mi cuerpo. La rata corre hacia ella y le acaricia la cabeza.

—Hola Luci. Te extrañé pero estoy ocupada—dijo dándole una mirada a su rata que produce un sonido triste y ella vuelve a teclear en el teclado.

—A veces creo que esa rata debe tener sentimientos—digo con los brazos cruzados detrás de ella a gran distancia.

—Claro que los tiene...—dice sin dejar de mirar la pantalla del ordenador—¡Oye! Ven, ven a ver esto.

Me acerco a ella y miro la pantalla.

—Aquí dice...—señala un párrafo en la pantalla—Que los antiguos dioses egipcios...—me mira.

—¿Qué? Dije los egipcios, es lo mismo.

—Dice que la mayoría de ellos nunca pudieron regresar a sus cuerpos...

—¿Qué?

—... Intentaron destruir el objeto con el que cambiaron de cuerpos y nunca funcionó. Cuando se los quitaban todo seguía igual y era un gran error. El hecho de quitarse los objetos era una de las mayores probabilidades de que nunca volvieran a sus cuerpos. O era como un ritual para decirle a las fuerzas del más allá que no querían regresar al cuerpo que les pertenecía.

—O sea, ¿qué estamos atrapados para siempre?—digo decepcionado y ella asiente con la cabeza.

—Eso creo—dice triste.

—No quiero vivir con una vagina.

—Y yo con un pene.

—¿Viviré en tu cuerpo para siempre?

—No exactamente—se escucha una voz. Lily y yo nos miramos y algo sale de debajo de la cama—. No para siempre.

—¡¿Qué demonios?!—grité saltando a otro lugar—¿La maldita rata habla?—le pregunto a Lily mientras me quedo pegado de la puerta—¿Por qué no me lo habías dicho?

Ella niega con la cabeza nerviosa—No habla.

—Hola chicos—dice la rata a la que ella llama perro.

—Vale perdón, ¿sí? Lamento lo que te hice. Nunca volveré a encerrarte en el closet sin comida.

—¿Qué?—Lily se pone de pie—Me dijiste que le habías dejado comida.

—Sí. Solo un día.

Ella abre la boca enojada, la cierra y llena las mejillas de aire.

—Chicos ya. No hablo—dice la rata.

—¿Y qué es lo que estás haciendo?—le digo.

—Bueno, sí, pero no. Soy la anciana que se te presentó esta mañana. Solo estoy ocupando el cuerpo de este perro.

—¿Ves?—le digo a Lily—No estoy loco. Te dije que había alguien.

—Sí, ya.

—Okay, ya. Todo lo que leíste niña tiene razón—dice al subirse a la mesita—. Diganme que ninguno se han quitado los anillos después de ponerselos.

Ambos negamos con la cabeza.

—Bien.

—Vale. Entonces, ¿usted dice que tengo razón y que los anillos son los responsables?

La rata ladra—Hay perdón. Sí, tienes razón. Así que se pusieron los anillos al mismo tiempo, de no ser así no hubiesen cambiado de cuerpos.

—Te lo dije Winns.

—No seas presumido.

—¿Y cómo salgo de este cuerpo?

—Y yo de este—dice Lily.

—No será fácil. Pero puede serlo.

—Esto no es nada normal. Pensé que todo esto solo sucedía en los libros y películas.

—¿Raro? ¿Dices que es raro? Estamos hablando con un perro rata peluda, ¿y piensas que cambiar de cuerpos es raro?

—Oye más respeto hacia la perra anciana—dice la rata.

—Lo siento—digo.


-MB

I'm In Your Body ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora