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Dormir me costó más de lo que creí, solo daba vueltas y vueltas reviviendo la escena donde había compartido más de un beso con Yoongi. Era inevitable recordarlo cuando me había gustado tanto y me había quedado cortada. Tuve que ponerme la almohada en la cara e intentar dormir, pero luego mi cabeza me traicionaba haciéndome recordar el día que desperté a su lado y como se sentía a mi espalda mientras dormía.

¿Cómo sería despertar así, pero siendo consciente y que ambos quisiéramos estar de esa forma?

Sacudí la cabeza de nuevo y di otra vuelta en la cama.

Logre dormirme unas horas después y gracias a todo lo sagrado no soñé con nada fuera de lo común, en realidad desperté feliz y con ánimos hasta que llegue a la cocina y vi a Yoongi, tigre, dormido en la alfombra. Volví a recordar el beso, o los besos mejor dicho, y también lo que había pasado en el circo.

Sacudí la cabeza. No podía ponerme así, si él se arrepentía de lo que paso, perfecto. No iba a obligarlo a otra cosa por más que me atrajera físicamente. Además había un asunto más importante: el circo. Debía recordar que ese circo no era fijo y que se iría de París para recorrer el resto de Francia, por ende debía apurarme.

Unas horas después, ya había desayunado y había tomado un baño para ir a casa de Loira, con la cual ya había hablado por teléfono.

Yoongi, humano y desnudo de nuevo, estaba sentado viendo la televisión desde que dejo de comer. Estaba muy callado y prácticamente no me miraba o me hablaba a pesar que yo le buscaba sacar conversación.

Quizás estaba enojado, no lo sabía.

–Iré a casa de mi hermana, tenemos que hablar sobre lo que paso en el circo. ¿Quieres venir?

Sus ojos siguieron puesto en la pantalla que mostraba la famosa película de Disney, el rey león. Suspire al esperar respuesta y no obtener ninguna.

Tome mi abrigo y mi bolso que había dejado colgado anoche en el perchero ceca de la puerta.

–Vendré en la tarde. Puedes comer y hacer lo que quieras, solo ten cuidado.

–¿Puedo ir como gato?– dijo cuando estuve a punto de abrir la puerta.

Asentí y apago la pantalla para convertirse en gato y caminar hacia mí. Lo tome entre mis manos y lo metí en mi bolso, dejando el cierre abierto para él pudiera asomarse y ver hacía donde íbamos.

–¿Estas bien así? De esa forma no te pasara nada en la calle.

Él me miro desde el bolso y asintió una vez cerrando los ojos.

Durante el camino a casa de Loira iba protegiendo que nadie golpeara el bolso o que se me cayera, así que lo cargaba como si fuera muy valioso para mí.

Cuando por fin llegue a casa de Loira, ella me abrió sin saludarme, con un moño desordenado en la cabeza, un pijama muy corto y revelador, y su típica taza de café en la mano junto a su cara de las mañanas que expresaba: mátenme.

Deje a Yoongi en el suelo de la amplia sala y le di una pequeña caricia detrás de las orejas haciendo que por instinto se acercara a mi mano. Al ponerme derecha de nuevo, Loira miraba a Yoongi detenidamente.

–Eres terca, ¿Qué parte de no te encariñes no entiendes?

–La misma parte en la que tú no entiendes que debes dejar de tomar tanto café.

Estaba recién levantada así que por ello no sonrió como lo haría si fueran las 2:00pm. Nos sentamos en su mueble que era el doble de grande que él mío, al igual que su casa. Esa era la ventaja de estar viviendo con alguien más, con alguien que te apoya en todo.

En la mira (Saga Paranormal #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora