19

600 86 17
                                    

Tenía frio, mucho frío y lo primero que pensé fue que Yoongi había quitado la sabana por error, otra vez. Gire sobre mi misma y me desperté de golpe al darme cuenta que Yoongi no estaba a mi lado y que la superficie donde estaba no era suave ni acolchada.

Abrí los ojos de la impresión al verme dentro de una jaula de tamaño para nada considerable, no podía ponerme de pie en ella, solo sentada con las piernas estiradas. Además de ello, tenía puesto una bata de hospital de tela sintética, me sentí desnuda al sentir mis brazos completamente descubiertos.

Del otro lado de los barrotes pude ver un salón a oscuras, pero aun así supe por algunas cosas que era un laboratorio.

Fue allí que la imagen de Nina y el auto volvieron a mi cabeza.

¡¿Y ahora qué carajo iba a hacer?!

Comencé un ejercicio de respiración que utilizo para algunos pacientes cuando son muy nerviosos. Debía controlarme un poco antes de perder la cabeza y comenzar a gritar, necesitaba calmarme.

Recosté mi espalda a los barrotes y espere, espere por minutos o horas, no lo sé. No había algún reloj que sonara como para entretenerme contando o algo así. Estuve a punto de quedarme dormida de nuevo por el aburrimiento hasta que escuche a alguien moverse al lado de mi jaula.

Me acerque algo precipitada al darme cuenta que había otra jaula a mi lado.

–¿Hola?– dije bajito con la voz rasposa.

Escuche algo de movimiento y luego vi como un oso se asomaba. Me asuste por un segundo y por instinto me fui hacía atrás un poco, pero se quedó tan quieto con la respiración regular y serena, que me ayudo a calmarme a mí.

–¿Estas bien?

–No va a responderte.– en ese momento vi como las luces comenzaron a encenderse de golpe haciendo que cerrara los ojos por unos segundos por lo brillante que era. Cuando por fin me adáptate vi al doctor Shell revisando una carpeta.– al menos no, si sigue en forma de oso.

Me asombre de verlo tan cerca y no a través de una pantalla, además su voz fue tan neutral que me provoco lanzarle algo para que reaccionara.

Vi al oso de nuevo y me di cuenta que en realidad era un cachorro que llevaba el collar de retención puesto.

Me volví acercar y lo detalle mejor, sus ojos destellaban tristeza y horror.

–¿Qué le hiciste?

El doctor Shell se acomodó sus lentes sobre su nariz y siguió leyendo la carpeta mientras caminaba hacía un estante y sacaba unos pequeños frascos transparentes junto a unas pequeñas bolsas de jeringas nuevas. El corazón se me altero con esa imagen.

Dejo la carpeta y lo vi haciendo todo el procedimiento para inyectarle eso que había sacado al oso. El pobre gruño y a los segundos se quedó dormido. Abrió la jaula y le quito el collar para revisarlo y luego volvérselo a poner.

–¿Sabes que es interesante?– dijo sin mirarme.– que un coreano y dos francesas hayan burlado mi seguridad y se hayan robado uno de mis experimentos más valiosos. Es algo inaceptable para cualquier empresa de mi rango.

Me recosté contra los barrotes a mi espalda y doble las piernas hacía mi cuerpo, una manera algo idiota de alejarme de él, pero era lo que me provoco hacer, huir. Y más cuando me expresaba que sabía lo que había hecho junto a mi hermana y un viejo amigo.

–Taehyung Kim, Loira y Leire Arizmendi.– dijo leyendo la misma carpeta que había dejado sobre una de las mesas, cerca de unos microscopios.– muy listos la verdad, pero no tan inteligentes por haberse quedado con el collar. ¿Sabías que tiene un GPS?

En la mira (Saga Paranormal #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora