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El doctor Shell me dejo sola después de sacarme un poco de sangre para llevarla al laboratorio, diciendo que al verme tan serena, podía quedarse tranquilo en que no haga un alboroto.

–Si piensas bien lo que te dije, puede que quieras unirte a mi equipo.–eso fue lo último que me dijo antes de cerrar la puerta.

Primero muerta.

No iba hacer sufrir a nadie por un bien común. Había otras formas para arreglar la situación entre los animales y humanos, solo que nadie había querido llevar las riendas, ni el doctor Shell o yo incluida.

Agradecí que esta sala tuviera un reloj, eran las 4:00pm, faltaban exactamente ocho horas para que Yoongi vaya al Sena y quería detenerlo porque estaba segura que iría. No quería que ingresara de nuevo a un laboratorio, prefería mil veces sufrir yo a que eso ocurriera, pero no tenía nada para comunicarme con él y me hacía sentir impotente.

Vi el taser en la mesa del otro lado de mí y mi desesperación por hacer algo me llevo a intentar alcanzarlo. Saque mis dos manos y tome la punta de la mesa para hacer palanca y mover la jaula hacía la orilla, me costó un poco ya que la jaula era un poco pesada, pero aun así no alcanzaba el aparato en la otra mesa.

Estire más el brazo, quedando todo mi cuerpo contra los barrotes, incluso una de mis mejillas, pudiendo de esa forma rozar la mesa. Gemí de frustración al no poder llegar más allá, así que intente mover la jaula solo un poco más, pero la moví demasiado y me precipite al suelo chocando de forma brusca contra los barrotes y rompiéndome el labio inferior. Saboree mi propia sangre y me estremecí de dolor al golpearme el brazo que había tenido afuera.

Moví un poco el brazo y me dolió de una forma que me saco unas lágrimas, se comenzó a hinchar alrededor de mi cicatriz se comenzó a poner de color purpura.

Escuche la puerta abrirse y vi desde el suelo, en una posición más incómoda de lo normal, al doctor Shell y uno de sus colegas.

–Vaya, al parecer no te vas a comportar, es una completa pena.

.

.

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Estaba de vuelta a la sala de espera, solo que esta vez miraba a los humanos de forma diferente, nunca me habían agradado los cazadores por obvias razones, pero ahora no podía evitar sentirme mal por ellos y por lo que estaban pasando al igual que como me sentía con los seres de otras especies. Además de que ahora entendía ese odio de Yoongi a los humanos, el doctor Shell me había electrocutado varias veces esa misma tarde después que me encontró en el suelo, diciendo que era la forma correcta de disciplinar a cualquiera: corrigiendo desde el primer error.

Cuando ya fue muy tarde apagaron las luces como cada noche, era el claro anuncio de que era hora de dormir. Me acosté, pero no podía dormir, no cuando Yoongi era lo único que estaba en mi pensamiento.

Por favor, por favor te lo pido no vayas, déjame aquí. No voy a odiarte por eso.

Comencé a sollozar con el saber de qué eso no funcionaría y que no había logrado salvar del todo por lo menos a él, me hacía sentir inútil al igual que mi condición actual: lastimada y un brazo hinchado.

Al menos esperaba que Loira fuera inteligente y se apartara del asunto.

¡¿A quién engaño?! Ella va a meterse y quien sabe que locura pueda hacer. Loira no le gustaba quedarse afuera de las cosas.

Escuche como la puerta de la sala se abrió dejando que un pequeño halo de luz inundara el lugar. Una figura alta se acercó a mí, pero no lo pude detallar bien hasta que se agacho y quedo a mi altura.

En la mira (Saga Paranormal #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora