De fondo, sonaba algo de John Coltrane que no lograba distinguir, puesto que jamás fui un aficionado al jazz.
Ya llevaba poco más de treinta minutos sentado ahí, en un taburete frente a la lúgubre barra de un pub, mirando la carta y dejando mi mente ser guiada por la música que mi cabeza nunca ha podido comprender, pero me ayudó a flotar en mis pensamientos hasta dar con mi objetivo principal de la noche: embriagarme al compás de las notas tristes y los latidos de mi cuerpo, que cada día parecían escucharse menos, como si mi muerte se acercara o estuviera al borde de la depresión profunda.
Observé el pub mientras pensaba en qué bebería primero: este lugar solía ser concurrido en mis tiempos de universitario, pero ahora quedaba solamente un alojamiento para almas solitarias que bebían por beber, respiraban por respirar, vivían porque eran muy cobardes para morir y pretendían entender a Coltrane pero solamente lo escuchaban y fingían apreciarlo para no confesar que estaban solos y hastiados y necesitados de alguien igual de pretencioso para hacer comentarios efímeros sobre algo profundo.
Justo como yo. ¿O es que sólo me proyecté en los pocos rostros tristes que estaban presentes esta noche?
Es probable.
Si hay algo peor que estar harto del mundo exterior, es estarlo de uno mismo. Como cuando incluso tu sonrisa en el espejo es molesta para tus ojos y prefieres no volver a observarte, o peor, no volver a sonreír.
Así sentía mi vida en esos momentos: aburrida, insípida, monótona y sin rumbo a pesar de tener un futuro brillante y prometedor. Afuera era ese tipo de persona risueña que todo el mundo amaba, al que invitaban constantemente a comer para conseguir influencias de trabajo con mi familia, ese tipo de persona con reputación intachable.
Pero dentro, se encontraba alguien completamente diferente. Vacío, pero no triste, sino en una constante pausa donde veía mi vida pasar frente a mis ojos cada mañana, como una película opaca y deprimente, y luchaba por ponerme mi máscara de "persona exitosa y feliz" para salir a trabajar en la empresa estirada de mi padre.
Una vida le daba sustento a la otra, de cierta manera. No podía soportar fingir allá afuera sin tener mi dosis diaria de completa soledad, pero terminaba hastiándome de ello y me veía obligado a retomar mi vida social, en búsqueda de algo que pudiera satisfacerme, pero jamás había éxito en eso último. Y así se convirtió en un círculo vicioso con el pasar y el pesar de los años.
Volviendo al pub, ni siquiera sé por qué decidí salir esta noche, pude haberme quedado en casa a hacer lo mismo de siempre: pedir comida a domicilio, consumir pornografía cada vez más enfermiza, masturbarme incluso sin ganas, eyacular para sentirme vivo. O medio vivo, tal vez, porque mi vida cotidiana parecía ser una broma mal hecha: lo tenía todo, pero parecía haber nacido con un aura gris que no se daba cuenta de que eso. O ni siquiera le importaba y estaba en búsqueda de algo más.
No me iba mal, si es lo que te preguntas.
De hecho, me iba bastante bien como escritor, siendo la mano derecha del hombre que me hizo lo que soy. Y ahí va una mentira más a mi fachada de perfección: escribo lo que la gente quiere leer, edito y publico ventanas de humo que sacian la sed de morbo del pueblo. ¡Y a la gente le encanta mi modo de contar los chismes y las críticas! ¡Incluso cuando ya ni siquiera sé lo que hago porque funciono en automático!
Tal vez sea el trabajo perfecto para alguien como yo: por encima todo es bonito, pero escarba un poco y te encontrarás con un montón de cenizas y mierda. ¿Yo me hice así, o el trabajo me hizo así? ¿Elegí el trabajo por mis tendencias a ser superficial para esconder mis profundos vacíos, o es que solamente se me da porque no sé hacer otra cosa además de aparentar? ¿Es un talento que desarrollé solo o una horrible designación que la naturaleza decidió inculcarme por no encajar en un lugar más decente?
Dudas así me carcomen mientras me ducho.
En cuanto a mi hogar, estaba bien acomodado en un barrio decente, suficiente para mí, no muy lujoso, pero no necesitaba mucho para sobrevivir, ni siquiera me interesaba comprar una casa más grande o un penthouse que próximamente podría permitirme si seguía así de bien; contaba con una sirvienta que me hacía la limpieza y comida para unos cuantos días, "amigos" que me visitaban para jugar cartas o me invitaban a sus casas para "reuniones de trabajo", que, para ellos, siempre terminaban en borracheras y pastillas del día siguiente. Mis padres, siempre orgullosos de mí, me visitaban cada vez que podían, convirtiéndose en mis hostigadores favoritos. Por ser el primogénito siempre obediente, gozaba de toda su atención y eso a veces significaba tener que fingir más de lo que me era posible. A mi hermana, por su parte, la odiaban por ser "extraña", por tener más de treinta y no estar casada, por elegir una visa que no tenía que ver con escribir para humillar...
Y ahí también radicaba otra mentira: los tratos de mis padres siempre fueron superficiales y con demasiadas expectativas sobre mí, jamás se detuvieron a pensar que su hijo prodigio podría tener problemas de depresión, de vacíos existenciales, de fantasías suicidas. ¡Porque los Park siempre han sido y serán perfectos! Y eso nos hace, por obligación de mantener el linaje, fastidiosamente intachables. Si mi hermana había salido "rara", se debía a que había nacido con genes predominantes de mi madre, según mi padre.A veces no sé cómo es que hago para mantener mi fachada. Cuando las puertas de mi casa se cierran al público, me vuelvo el bulto gris que he sido desde hace... ¿Cuánto tiempo?
El tiempo, ya no sé cuánto ha pasado...
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My Daisy Boy: a pornograph story || YOONMIN (+18)
FanfictionEl Chico Margarita era una gota de pintura rosa sobre mi lienzo gris, que coloreaba deliciosamente mis sentidos hasta convertirme en su esclavo, corroyéndome; colocando su bandera en mi inhóspito planeta, conquistándome. El Chico Margarita volteó m...