﴾Una confesión﴿

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     Estábamos agitados, cansados, satisfechos.

     Lo vi en su rostro. Noté esa sonrisa de satisfacción en cuanto se recostó junto a mí.

     Nos miramos sin expresión alguna por algunos segundos, parpadeando lento porque seguro a él también lo estaba venciendo el sueño. Estaba esperanzado de que me abrazara y nos quedáramos dormidos, pero luego recibí el cubetazo de agua fría que era la realidad: esto había terminado.

     Se levantó y apagó las cámaras que nos observaban, recogió los juguetes, el lubricante y, por último, los condones que no usamos.

     No quería que esto acabara, no aún. Por un momento, el miedo a volver a mi soledad me invadió, sentía los tonos grises volver a apoderarse de mí.

     No quería irme aún. No mientras pudiera poner cualquier pretexto para quedarme. Entonces decidí entablar una conversación, esperando que diera frutos.

—Eso fue fantástico —me senté en la cama y cubrí mi cuerpo con una gran almohada.

—Lo mismo digo —terminó de recoger las cosas y se sentó frente a mí en la cama, ya con su bóxer puesto—. Lo hiciste bastante bien para ser tu primera vez, me volviste loco con tus movimientos.

—Bueno, eso fue producto de ver tanto porno —me sonrojé y sonreí.

—Si veías tanto porno, ¿por qué jamás supiste de mí?

—Ni siquiera sé quién eres —respondí apenado—. Me dijiste que revisara tu página, pero la verdad decidí no hacerlo.

— ¿Por qué? Te hubieras dado una idea de lo que sé hacer y hubieras confiado más en mí.

—No sé, tal vez preferí averiguarlo por mí mismo, sin antecedentes.

—Bueno, fuera de eso me alegra que estuvieras conmigo —se retiró el antifaz, el cual le quedó marcado en el rostro, y me sonrió genuinamente—. Quieres... uhm... ¿Quieres que pida algo para cenar?

     Sí, sí y sí...

—Me encantaría —sonreí, ladeando mi cabeza como un tonto.

     Luego tomó el teléfono y ordenó la cena para los dos. Me sentí demasiado bien atendido con él, había de pronto tanta confianza que me recosté en la cama otra vez, solo con la almohada cubriendo mis partes íntimas, pero con el trasero al aire de forma descarada.

— ¿Puedo preguntarte algo? —Se acercó a sentarse nuevamente.

—No, primero yo —me reí y le amenacé con mi dedo índice—. Me prometiste tu nombre. Lo quiero. Soy discreto, lo prometo.

     Torció su boca en una mueca de duda, haciéndome sentir imbécil por preguntar.

—Me llamo Min Yoongi —lo soltó como si fuera una confesión grave—. ¿Ahora puedo hacer mi pregunta?

—Lindo nombre —toqué la punta de su nariz, coqueteándole—. No suena como alguien que hace porno y folla desmesuradamente bien mientras maldice.

—Lo mismo diría de Park Jimin —se burló—. No suena como alguien que de pronto enloquece y empieza a follarse solo a la velocidad de la luz.

—Cállate —le pegué en un hombro, con poca fuerza obviamente, y escondí mi rostro en la almohada debido a la pena.

—Admito que me sorprendiste. Realmente superaste mis expectativas.

     No quería seguir recibiendo esos halagos. No quería saber por qué. Eso significaba ser comparado con los otros bottoms que había tenido y yo, culposamente, sentía celos de esos innumerables chicos que se había follado. No me gustaba ser comparado, me pegaba en el ego. Eso me pasaba también cuando la gente criticaba mis columnas y las comparaba con las de otras revistas y periódicos. Pero, por otro lado, me alegraba haberlo complacido.

My Daisy Boy: a pornograph story || YOONMIN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora