﴾Segundo ángulo: preparación﴿

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     Se sintió extraño al principio, pero familiar porque ya había tenido esta experiencia antes: retener un dedo o un pequeño tubo en el recto era una sensación tanto placentera como desesperante al principio.

     Su dedo se deslizó lentamente dentro de mí. Me agité un poco cuando lo sentí llegar hasta el tope, tocando lo que se suponía era mi próstata. Yo jamás la había tocado antes, ni por curiosidad.

—Si te duele, sólo dímelo e iré más lento, Jiminnie —me dijo comprensivamente a la par que esparcía pequeñas caricias en mis glúteos.

     El cuidado con el que me trataba era tan cálido y especial, que casi me dieron ganas de llorar porque nunca nadie me trató así. O más bien, porque yo nunca lo había permitido porque seguramente siempre he comunicado que necesito lo contrario a ser cuidado.

     Como sea.

—Se... siente... bien... —jadeé sobreexcitado.

     Una vez que me acostumbré a la ligera expansión, mi Chico Margarita empezó a embestirme con su dedo. Sentía perfectamente en qué momento doblaba su dedo para apretar ese botón dentro de mí, sentía incluso cuando giraba su dedo. Mientras me preparaba, quedé sorprendido al sentir sus labios encima de mis nalgas.

     Sus labios tallados por los dioses estaban tocando la parte más privada de mi ser y yo agradecí por ello. Esos labios que en ese pub degustaron la sal de la copa, ahora me saboreaban a mí sin ningún límite. Me estaba volviendo loco, tenía qué decírselo.

—Mmgghh —gemí agudo—, me estás volviendo loco, hyung.

—Llámame por ese apodo tan dulce —susurró contra mi piel—. Me encanta cómo suena en tu voz.

—Chico Margarita —gemí nuevamente—, méteme otro dedo, por favor...

—Buen Jiminnie —sentí el aliento de su risa, luego un apretón sobre mi cadera.

     Me dejó vacío por un segundo, mientras se colocaba más lubricante, quería pensar yo. pero luego sentí una humedad muy peculiar allá atrás: estaba empujando su lengua contra mi agujero recién dilatado.

     Y... por los jodidos infiernos de Dante... no creí que una lengua en ese lugar se podría sentir tan bien. Y sus manos se aferraban a mis caderas mientras me sacaba gemidos intensos al querer embestirme con la lengua. Además de lamerme como loco, dejó algunos besos y un par de mordidas en mis nalgas.

     Vaya que lo disfruté...

     Había visto muchas veces un beso negro en el porno y había leído sobre ello, pero es mejor de lo que lo pintan.

     Entonces, en respuesta a mi plegaria, el Chico Margarita metió dos dedos, esta vez mucho más lento que el primero.

—Estás tan cálido y suave, Jiminnie —su voz gruesa era como una canción para mí.

     Una canción cargada de erotismo y manchada de la vulgaridad que mi cuerpo necesitaba sentir y vivir.

     Ardió en un inicio. Mi recto tardó en acostumbrarse e hizo falta un poco más de lubricante y algunas embestidas más para que el Chico Margarita decidiera que yo estaba listo. Sentí sus dedos abrir y cerrar, girar y doblar, meter y sacar en mis paredes, poco a poco me iba ensanchando lo suficiente como para recibirlo.

     Con esos dos dedos no se molestó en tocar mi próstata, pero fue igual de placentero y no dudé en gemir y arquear mi espalda. Ya me sentía listo, sobrecalentado y con ganas de gritar en cuanto se enterrara dentro de mí.

My Daisy Boy: a pornograph story || YOONMIN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora