﴾Tercer ángulo: misionero﴿

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     De verdad quería que me arrancara la ropa interior, pero prefirió quitarme las bragas de forma dulce mientras besaba la cara interna de mis piernas. Y admito que le agradecí ese acto, pues sus labios me hicieron sentir pequeñas chispas de placer en lugares que no sabía que podían ser así de sensibles.

     Luego se acostó conmigo, de frente, quedando demasiado cerca. Su calor era bastante agradable, tanto que quería acercarme mucho más. Y eso me fue concedido con lo siguiente que hizo.

     Llenó sus dedos de lubricante y me masajeó por dentro mientras me besaba. Tomé su pene y lo masturbé mientras él me lubricaba y expandía incluso más de lo necesario.

     Puedo jurar que jamás había escuchado unos gemidos tan puros y hermosos como los de mi Chico Margarita. Tal vez era porque ya los tenía practicados de tanto follar, no lo sé. Pero me encantó la forma en que gimió mientras yo lo tocaba. Grave, varonil, genuino. Y era solo para mí, al menos en ese momento.

— ¿Estás listo? —Preguntó y me miró a los ojos. Insisto, se veía mucho más atrayente y seductor a través de ese antifaz.

—Sí, hyung —le besé antes de que me hiciera voltearme para quedar boca arriba, ya que estábamos acostados de lado.

     Se colocó frente a mí, tomando una de las cámaras en su pequeño tripié y la colocó en mi lado izquierdo. Me vi en la pantallita y mi pene, que estaba un poco dormido por el reciente orgasmo, se levantó inmediatamente. ¿Era yo un narcisista por excitarme con mi propia imagen ante la cámara? No tenía ni puta idea, pero me excitaba tanto que mordí mi labio inferior y le sonreí a la cámara, luego volteé a ver a mi Chico Margarita, situado frente a mí embadurnando su pene.

     Me puse nervioso porque lo percibía más grande que antes, pero solo era mi imaginación porque era la primera vez.

— ¿Con o sin condón? —Me preguntó, cosa que me pareció extraña porque el loco de la limpieza era él.

—No quiero condón —le contesté—. Viste mis estudios, estoy limpio.

— ¿Confías en mí como para que te joda sin condón?

—Sí, ahora fóllame.

—Entonces abre tus hermosas piernas para mí, cariño.

     Sus deseos eran órdenes para mí. Flexioné ambas piernas y las llevé hacia arriba, tomándolas con mis manos para sostenerlas. Luego él colocó una almohada bajo mi cadera y mi ano palpitó de deseo en cuanto lo sentí demasiado expuesto.

—Recuerda decirme si te duele —me indicó y luego se colocó delante de mí, listo para penetrarme.

     Mentiría si dijera que lo disfruté en un inicio, porque no fue así.

     En cuanto palpó mi ano con su glande, me contraje porque podía presentir un inmenso ardor, pero aguanté los nervios. Luego de juguetear con el lubricante entre mis nalgas, empujó mi agujero y lo sentí demasiado grande, más de lo que seguramente era.

     Ardió mucho más que cuando metió el vibrador. Cerré mis ojos y esperé a que el dolor pasara, intentando concentrarme en lo que pasó después: mientras se enterraba lentamente, me masturbaba con tranquilidad y eso lo hizo levemente llevadero.

— ¿Duele? —Preguntó con voz demasiado amable, luego sonrió al ver mi gesto de dolor—. Claro que duele. ¿Quieres que me detenga?

—No —jadeé y aguanté—. Sigue, lo quiero todo.

—Bien.

     Afirmó sus piernas en la cama y deshizo el agarre de mis brazos en mis piernas, llevándolas directo a sus hombros. Pude verlo directamente a los ojos mientras terminaba de hundirse hasta el tope. Notó la lágrima que corrió por mi sien e inmediato se acercó para besarme.

—El dolor pasará pronto —me explicó mientras se abrazaba de mis piernas sobre sus hombros—. Lo disfrutarás mucho, lo prometo.

     Confié ciegamente en él y tomé su rostro.

—Bésame, hyung.

     Empezó a succionar mi boca dulcemente, su lengua fue paciente conmigo esta vez. Estábamos inmóviles mientras yo me acostumbraba a su tamaño, pero en nuestras bocas había una danza caliente y lenta de lenguas, mordidas y deliciosas succiones.

     Hubo un momento en que no sentí tanto ardor, sabiendo así que me había acostumbrado.

—Muévete, hyung —le pedí entre el beso—. Fóllame, no me tengas piedad solo porque es mi primera vez.

     Obedeció mis plegarias y volvió a besarme. Sus caderas se movían en círculos, buscando dentro de mí ese punto que seguro me haría gritar.

     Y cuando lo encontró al salir y entrar, vociferé su apodo por el ardor y el placer que sentí al mismo tiempo.

— ¡Nngghh, mierda, Chico Margarita! —Temblé—. ¡Ahí, es ahí!

— ¿Aquí? —Se movió nuevamente, dando justo en el botón que me volvió a encender.

— ¡Sí! ¡Nnggh, más!

—Te sientes tan suave, Jiminnie —se separó de mis labios y se levantó un poco, tomando nuevamente mis piernas.

     Sus penetraciones tomaron un buen rimo para mí, dando la mayoría de las veces en mi próstata. Cumplí sin querer lo que le había prometido, mis gemidos seguro se escuchaban en el cuarto contiguo, pero no podía evitarlo.

     El ardor casi se había disipado o tal vez solo estaba siendo opacado por sus acertados golpes en mi próstata. Me aferré sin querer a la sábana debajo de mí y movía mi cabeza a los lados mientras gritaba, totalmente descontrolado. De verdad era yo el que estaba en esa cama, siendo desvirgado y corrompido en todo sentido, no podía creerlo.

—Más fuerte —le pedí entre mis gemidos—. Más... más...

— ¿Te gusta, Jiminnie? —Sonrío, seguramente le inflaba el ego que le pidiera más—. ¿Te gusta mi verga llenándote por completo?

—Me encanta, hyung —le regresé la sonrisa, luego cerré mis ojos porque no podía más.

     Empezó a darme más duro. Mis nalgas, que siempre fueron voluminosas, temblaban cada vez que se estampaba. Sus bolas también golpeaban mi trasero y se sentía demasiado sucio y placentero saber que me estaba llenando hasta el tope. No tenía idea de cómo era posible eso, pero lo estaba disfrutando al máximo.

—Me voy a correr, Jiminnie —jadeó, lo vi cerrar sus ojos de puro placer—. ¿Lo hago dentro de ti?

—No, mejor en m abdomen.

     Claro que deseaba que me rellenara de su leche, pero teníamos tiempo para que lo hiciera. De primera instancia, lo que quería de él era que se derramara encima de mí solamente para complacer mi deseo morboso de ver eyacular a otro hombre.

     Entonces salió de mí y empezó a masturbarse rápido, gimiendo a la par con los ojos cerrados y aferrándose a una de mis piernas. Gemí solo de verlo tocarse y bajé mi mano para hacerlo también.

     Soltó un gemido bastante largo, señal de que ya estaba al límite. Ordeñó su orgasmo en pequeños disparos que fueron a dar en distintas partes de mi cuerpo: mi abdomen, mi barbilla y parte de mi brazo porque se movió un poco a un lado mientras llegaba.

     Tenía ganas de lamer esa punta llena de semen, así que me levanté sin pensarlo y lo hice.

— ¡Mierda, Jimin! —Gritó en cuanto sintió mi boca rodearlo, seguro estaba hiper sensible.

Sin embargo, tomó micabeza y manejó la mamada por un rato, hasta que decidió que era hora decambiar la posición.

My Daisy Boy: a pornograph story || YOONMIN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora