﴾Una propuesta﴿

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     ¿Por qué siempre me pasan estas cosas? ¿Por qué no puedo simplemente llevarme a alguien a la cama de forma casual, como lo hacen en las películas? ¿Qué tenía de malo yo, como para que me cortaran el rollo cuando más decidido estaba de ir más allá?

     Odié por un segundo al Chico Margarita, pensando en mil formas de despedazarlo por ilusionarme como los demás. Quería golpearlo, insultarlo, llamarlo timador, calientahuevos, hijo de puta... lo que fuera con tal de sacar el enojo y la frustración sexual.

     Pero entonces me respondió y sentí vergüenza de mí mismo al instante.

—Sí quiero follar —se alejó de mí y pasó a tomar asiento sobre el lavamanos—. Pero quería proponerte algo sobre eso.

     Sí, vergüenza. Me sentía estúpido por haber metido al dulce Chico Margarita en mis generalizaciones de mierda. Entonces me di cuenta de que de verdad íbamos a follar y algo dentro de mí me quería impulsar a saltar de alegría.

     ¿Patético? Bastante.

—Dime —suspiré de alivio y reanudé mi contacto, atacando su cuello con besos. Abrí sus piernas y me metí entre ellas. Mi Chico Margarita olía tan bien.

—Es mejor que te muestre —jadeó y empujó mi pecho con ambas manos—. Tal vez no te agrade.

— ¿Es algún tipo de fetiche sadomasoquista? —Besé su cuello una vez más, pero fui rechazado automáticamente por sus manos, que se convirtieron en una desagradable barrera.

—No —contestó firmemente, casi sentía que lo estaba ofendiendo con mi bestial deseo de seguir besándolo—. Es una especie de... trabajo....

— ¿Te prostituyes? —Bromeé—. ¿Cuánto me vas a cobrar?

—Cien mil won por treinta minutos —golpeó mi hombro ligeramente, su risa me comunicó que el humor negro era lo suyo—. Imbécil. De ser así, me iría a las esquinas con una minifalda puesta.

—Puta barata —mordí mi labio, sonreí y apreté su trasero—. ¿Cuál es ese tipo de trabajo que haces, entonces?

—Pornografía —contestó con la frente en alto y una sonrisa orgullosa—. Yo te pago a ti si te dejas grabar mientras te follo.

—Alto ahí, puta barata —me exalté—. ¿Tú, follarme a mí?

— ¿Cómo es que te altera más eso, a saber que serás grabado y mucha gente se masturbará viéndonos?

—Tengo mis principios —encogí los hombros, pero no quité mis manos de su trasero—. ¿Por qué tienes que follarme tú a mí?

—Porque así trabajo —se levantó del lavabo y, con una fuerza impresionante, me acorraló nuevamente en la esquina y apresó mis manos tras mi cabeza—. Funciona de esta manera: te llevo a mi hotel, coloco mis cámaras, follamos hasta agotarnos, vendo el vídeo por internet y tú, mi querido Jimin, te quedas con el 40% de las ganancias que reciba el vídeo durante los primeros seis meses.

—Todo un profesional —me deshice de su agarre, intentando procesar todo lo que me había dicho—. Pero no estoy seguro... ¿Quién compra tus vídeos? ¿Te follas a muchas personas?

—Sólo me follo a hombres —se cruzó de brazos y volvió a sentarse sensualmente sobre el lavamanos, esta vez con las piernas cruzadas—. La gente que los compra, obviamente es amante del porno gay. Y yo hago buen porno. No soy un actor, si es lo que crees. Yo tengo sexo real, nada de actuaciones estúpidas llenas de gemidos sin sentido. En cada vídeo puedes apreciar perfectamente el placer que cada uno de los chicos ha sentido, y el mío también. Gemidos naturales, sonrisas, besos, abrazos, juguetes, muchas posiciones, charla sucia... Hago todo lo que quiero con mis chicos, dependiendo de los gustos de cada quién.

My Daisy Boy: a pornograph story || YOONMIN (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora