The boy of the rain [Lee Know/ Lee Minho; SKZ]

V

—Me parece sospechoso que hayas faltado ayer— Habló Yon, sin quitarme la vista de encima en ningún momento. 

—Minho se enfermó— le confesé, ¿qué más da que lo supiera?

—Ajá, y tuvo tiempo de ir a tu casa, EN LA MAÑANA, para que cuidaras de él, ¿no?— prosiguió la pelinegra, sin creer absolutamente nada de lo que le había contado. 

—Mira Yon, no te pido que me creas todas las cosas raras que me pasan. Si fueras tú a la que le sucediera que un chico misterioso llegara a tu casa cada que llueve y me lo vinieras a contar, probablemente tampoco te lo creyera— hable algo cansada por toda esta situación. —Pero agradecería que no insinuaras cada cinco minutos que su existencia es ficticia. Porque 1; no estoy loca y 2; el pobre chico realmente estaba enfermo.

—Ya, ya, está bien, te creo— se apresuró a decir mientras guardaba sus cuadernos y se echaba la mochila al hombro al terminar. —Los del salón van a ir al karaoke, ¿Vienes?— me preguntó antes de cruzar la puerta del salón e irse. ¿Debería ir? Después de todo... ya tengo un rato que no salgo a divertirme. 

—¡Voy!— le respondí con una sonrisa a medias, recogiendo con torpeza mis cosas para salir detrás de ella, rumbo a los corredores. 

—Escuche que Taeyong ha estado preguntando por ti últimamente, ¿Qué se traen entre manos?— preguntó con picardía, ¿Taeyong y yo? pero si ni siquiera habíamos hablado después de la ultima ocasión. 

—Que sorpresa— musite sin mucho interés mientras llegábamos a la salida.

La chica a lado de mi rió por lo bajo, mientras su mirada estaba fija al frete —Que sorpresa— repitió Yon —Porque está viniendo justo hacia acá— me advirtió apresurándose a huir, dejándome sola. 

—¡Yon!— la llamé irritada al momento de voltear hacia atrás, intentando ver hacia donde se había ido. —¡Taeyong, hola!— salude después de regresar la mirada adelante, cuando el pelirrojo terminó por llegar frente a mi. 

—¿Vendrás con nosotros?— preguntó con una de esas sonrisas encantadoras con la que lo podías ver caminar siempre que te lo encontrabas en los pasillos.

Iba, pero Yon había desaparecido, ¿A dónde se había metido esa mocosa? 

—No estoy muy segura...— le confesé, acomodándome la mochila. —Se me ha perdido Yon— agregue, escuchando como el pelirrojo reía con cortesía.

—No, está con Woojin— me dijo, señalando con el mentón a los ya mencionados. Maldita traidora cambia amigas. —Entonces, ¿Vienes?— volvió a preguntar. 

Mire el cielo por unos segundos, seguro que hoy no llovía. Seguro que no. Así que podía ir tranquila, ¿No? 

—Por qué no— bisbiseé comenzando a caminar a la par del pelirrojo mientras hablábamos de cualquier cosa que surgía en el momento. 

No habíamos tardado mucho en tomar un autobús que nos llevara a la calle donde estaba el karaoke, y de un momento a otro, la sala que nos habían asignado se encontraba en total caos por la música, dejando soltar todo el estrés que abrumaba a los alumnos especialmente las ultimas semanas de vacaciones. 

—Yon— la llame cuando la vi besando una pared, teniendo claro que mi amiga ya había tomado más de la cuenta. —¡Lee Yon!— la llame nuevamente, tirando de su brazo y haciendo que caminara hacía la puerta.

—¿Sucede algo?— preguntó Taeyong, quién amablemente me había ayudado a sostener a mi amiga para que no se terminara cayendo. 

—Creo que es hora de irnos a casa— le respondí con una mueca. Aunque en su mayoría todos habíamos tomado alcohol parecía que Taeyong y yo eramos los únicos que estábamos en todos nuestros sentidos. —Llamare un taxi— le indique, mientras le pedía que sostuviera a Yon un momento para sacar el teléfono y marcar al taxi de mayor confianza que conocía. 

—Yo no me quiero ir, An— escuche a Yon quejarse en el momento en que se lograba soltar del agarre de Tae. —Mañana es fin de semana, hay que quedarnos un rato más— pidió pero le he negado con la cabeza. 

—Te estoy haciendo un favor, Yon. Mañana no te la vas a acabar con la resaca— le advertí mientras caminábamos por los pasillos hasta llegar al frente del establecimiento. 

Habíamos durado un par de minutos en el estacionamiento esperando el taxi, pero al final este termino llegando, deteniéndose unos metros más apartados de la entrada del lugar.

—Por favor, cuide de ella y si le pide que regrese, no le haga caso— le pedí al taxista una vez que llegó. —Muchas gracias— le respondí cuando lo vi asentir y le entregaba el dinero del viaje. 

—¿Quieres que te lleve?— escuche decir a Taeyong unos pasos detrás de mi.

—No, no, está algo...— me interrumpió con una sonrisa mientras me extendía un casco. 

—Hoy traje la motocicleta— me avisó acercándose a una motocicleta color negro. —Además, ya te lo dije, vamos hacía el mismo lado— añadió mientras encendía el motor y hacia rugir a la motocicleta —¿O es que a caso te da miedo?— preguntó divertido, mirándome de forma burlesca. Le he negado con la cabeza, poniéndome el casco y subiendo detrás de él, sujetándome tímidamente de su cintura. 

—¿Qué tienes planeado hacer mañana por la tarde?— lo escuche preguntar a mitad del camino.

—¿Mañana?— repetí de forma torpe, seguro que pensaba que estaba sorda. Genial. —No, nada en especial— me apresure a corregir mi pregunta. 

—¿Quieres ir al acuario? Escuche que lo re-modelaron así que... quería ir a echar un vistazo— propuso desacelerando con forme nos acercábamos a mi calle. 

—Si no llueve, me parece perfecto— le confesé.

Tae rió por lo bajo y me asintió con la cabeza —Te entiendo, salir cuando llueve es frustrante— lo escuche decir. ¿Frustrante? Más que nada no me agradaba la idea de que Minho se pasara todo un día sin compañía. Por lo que prefería quedarme con él en casa. —Bien, entonces, ¿Estaría bien si pido tu número?— preguntó, pasándose una mano por el cabello a la hora de detener la motocicleta por completo y quitarse el casco. —Ya sabes... por si el día amanece soleado— murmuró, mostrándose tímido por primera vez en el día.

Y sin más, después de haber intercambiado números telefónicos, he entrado a casa. Pero en aquel día soleado me encontraba sola. De todas formas... He estado viviendo sola desde hace meses, la ausencia de Minho en aquella tarde noche no era importante.