IX

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Un día encantadoramente reluciente. 

Con el entusiasmo de que las agotadoras clases de aquel día habían acabado y dándole paso a un fin de semana prometedoramente soleado. Un día que prometía que Minho no estaría en casa todo el fin de semana y, por lo tanto, Yon no sería testigo de cosas completamente raras. Si, todo pintaba bien para aquel fin de semana. 

—Entonces llego a tu casa a las seis— me avisó Yon antes de ir por el camino contrario al mío, le he asentido con la cabeza, sonriendole de manera reluciente. Que bien se sentía cuando el fin de semana llegaba. No paso mucho para que poco después comenzara a caminar en dirección a mi casa, observando de vez en cuando el cielo completamente despejado, adornado con un par de pequeñas nubes blancas y relucientes. Lindo, muy lindo. 

—¿Te molestaría si te acompaño?— escuche a mi costado, provocando que diera un salto en mi lugar y me apresurara a voltear hacia mi lado, encontrándome con la encantadora sonrisa de Taeyong. Le he sonreído de vuelta, negandole con la cabeza mientras los nervios iban dejando mi cuerpo.  

—Solo no vuelvas a asustarme de esa forma o terminare en el hospital más cercano— le respondí, sujetando las tiras de mi mochila. Hacia días que no hablaba con él. 

—Haré lo mejor que pueda— contestó poco después, soltando una pequeña risa. Caminamos en silencio durante un poco más, pero al final fue Taeyong quien rompió el silencio. —¿Te gustaría salir mañana por la tarde?— Le mire con una mueca, realmente me hubiera gustado poder responder que si y salir un rato con él, pero Yon probablemente se pasaría la mayor parte de la tarde en mi casa el sábado. ¡Ah! Lo siento Taeyong...

—Yon y yo hicimos planes para mañana— murmure volteándolo a ver algo apenada.

—Oh, está bien, entonces...— respondió sin tomarle mucha importancia al asunto —¿Qué te parece el domingo?— insistió tan solo después. ¿Salir en domingo? no lo sé, este fin de semana lo único que quería hacer era dormir hasta tarde... Pero la idea de salir con Taeyong me estaba tentando un poco como para pensármelo... —Si tienes algo que hacer está bien, no te preocupes— se apresuró a decir, pero al final he sido yo la que le ha negado con rapidez.

—Me encantaría salir contigo el domingo, Tae— le asegure, observando como una encantadora sonrisa comenzaba a dibujarse en su rostro. 

—¿Entonces paso por ti a las dos?— preguntó una vez que llegamos a la calle en la que se encontraba mi casa. Le he asentido con la cabeza para después despedirme de él e ir al interior de mi casa. 

[...]

Eran las tres y media de la tarde, así que tendría algo de tiempo para ordenar la casa, ocultar unas cuantas cosas que Minho había dejado la última vez y comprar algo para merendar. Tiempo justo. Y sin más, he terminado apresurándome para hacer lo ya dicho.  

Al final, cuando el reloj marcó las seis en punto no tarde en escuchar el timbre en la puerta principal, los coreanos y su puntualidad impecable. 

—¡Tyanne!— canturreó la chica cuando entró a la casa, dándome un abrazo amistoso mientras  sostenía con una mano la bolsa con golosinas que se había encargado de comprar en el camino hacia acá.

La he observado llevar la bolsa a la cocina, viendo como esta le echaba un vistazo al lugar entero. —¿Qué haces?—le pregunte con una risa al cabo de unos minutos observándola vagar de aquí para allá. 

—¿Dónde está el dichoso Minho?— preguntó curiosa en el momento en que me volteaba a ver. La he mirado con el ceño fruncido. 

—¿Has venido a verlo a él o a mi?— le pregunte en un tono serio y con la expresión más neutra que mi rostro me permitió.

Yon pareció pensarlo un poco hasta que al final confesó; —Solo quiero confirmar que mi amiga no ha perdido la cordura por vivir sola tanto tiempo— respondió con una risilla. 

—Ja, ja, qué graciosa.—  le conteste caminando hacía la sala —Largo.

—Vamos, no te enojes. Es normal que lo quiera ver, dices que siempre viene con la lluvia, ¿No?—habló siguiéndome por detrás. —Es algo muy enigmático sin duda alguna.

—¿Y acaso tú ves alguna gota de lluvia?— le pregunte volteándola a ver mientras me dejaba caer en el sofá individual, Yon no tardó en rodar los ojos sin mucho interés. 

—Bueno, ¿Qué tienes planeado para hoy?— preguntó al mismo tiempo en que se acomodaba en el otro sofá y yo encendía la TV. 

—Vaselina— le anuncie sin pensármelo mucho y escuchando las incesantes quejas de mi amiga al instante.

—¿Qué?— le pregunte con gracia, haciendo que la chica me mirase con notorio enojo.

—Siempre vemos Vaselina, An— se quejó, 

—No es cierto— le respondí. 

—Si que lo es— se apresuro a contradecirme. 

La he mirado en silencio unos segundos, chasqueando la lengua y estirando la espalda en mi lugar. —Está bien, tú elije primero, pero después veremos Vaselina— le conteste poco después, pasandole el control para que buscara lo que ella quisiera. Al final la he mirado con una ceja enarcada al ver la película que había elegido. —¿Diario de una pasión? ¿Es en serio?— le pregunte incrédula al ver el titulo de tal película, a lo que simplemente obtuve un si de parte de su cabeza. 

Al final, no fue sorpresa que ambas termináramos llorando a mares y comiendo del helado que había estado guardado en la nevera, aquel por el cual Minho me advirtió que era de él hace unos días, pero bueno, la vida es un riesgo. 

—Tyanne...— la escucho murmurar al final de la noche, cuando habíamos hecho nuestras camas en medio de la sala y cuando estaba a punto de quedarme completamente dormida. 

—¿Uhm?— murmure sin muchas fuerzas mientras me acurrucaba entre las cobijas. Yon guardó silencio por unos segundos, pero al final he vuelto a escuchar su voz. 

—Buenas noches— fue lo que la escuche decir, un poco más animada.

He sonreído de forma boba por lo bajo —Buenas noches, Yon— le respondí.

The boy of the rain [Lee Know/ Lee Minho; SKZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora