The boy of the rain [Lee Know/ Lee Minho; SKZ]

Epílogo

Desde hace unos días había estado algo cansada, con esa sensación de que al día siguiente amanecerás enferma, pero este día parecía todo lo contrarío. 

Había amanecido lluvioso y eso solo significaba una cosa, despertar entre los divinos brazos de Minho. 

Los brazos del pelinegro rodeaban con delicadeza mi cintura mientras su pesada respiración golpeaba contra mi cuello, estaba totalmente dormido. 

No he tardado en intentar darme la vuelta para verle a la cara y aunque se quejo un poco frunciendo el ceño y con el cabello completamente despeinado, no abrió los ojos. Era imposible no sonreír ante aquella escena, era tan tierno. 

—Buenos días—  murmure regresandole el abrazo con un poco más de fuerza provocando que este soltara un gruñido. —Buenos días, perezoso— me burle un poco mientras terminaba de despeinar su cabello, pero Minho no tardó en sujetar mi mano, entrelazando nuestros dedos. 

—Buenos días, bebé— respondió con un tono algo ronco por apenas estar despertando y depositando un corto beso en la comisura de mis labios. 

—¿Preparamos el desayuno?— le pregunte curiosa mientras me recargaba un poco sobre su pecho, algo que se me había hecho costumbre en estos últimos días. 

Lo he visto vacilar por unos segundos, pero al final me ha asentido con la cabeza mientras echaba las cobijas hacía un lado. 

—¿Qué esperas?— me preguntó con una ceja enarcada al ver que no me movía de mi lugar. 

—Agh, como que ya me dio algo de pereza— le respondí acurrucándome entre el montón de cobijas que había en la cama y observando al pelinegro fruncir el ceño al instante.

—Pero si fuiste tú la que me despertó. Vamos, anda— contestó. 

—No, ya no quiero— respondí, dándole la espalda y sintiendo como el colchón se hundía al instante cuando Minho se subió para comenzar una guerra de cosquillas. 

—¡No, no!— dije lo mejor posible mientras me retorcía entre las cobijas, tratando de sacar las manos de Minho de mis costillas. 

—¿Te rindes?— habló con una sonrisa burlona. Le he asentido con la cabeza, siendo la tercera cuando me ha dejado tranquila. 

Le he acariciado la mejilla mientras intentaba recuperar la tranquilidad en mi respiración y sin apartar la mirada de la suya he atraído su rostro hacía mi dirección, haciendo que curvara la espalda para alcanzarme. 

Le he acariciado el labio inferior con ambos pulgares, mirando su boca como si esta estuviera a punto de contarme uno de los más maravillosos secretos del universo. Cerré los ojos con lentitud, encontrándome con la tan familiar respiración del pelinegro y dando los primeros roces contra sus labios. 

Eran tan suaves como la primera vez que los probé, tan dulces y delicados, todo un caballero con ese par de labios. 

Nos hemos separado para tomar aire por un segundo, mirándonos entre si para después volver a reencontrarnos con los labios del otro de manera juguetona, riendo entre los besos y caricias, olvidando el desayuno por unos cuantos minutos. 

 —Anda, vamos a desayunar— murmuró, juntando su frente con la mía, pero yo no he tardado en rodear su cuello con mis brazos, negandole con la cabeza y dejando pequeños besos por todo su rostro, haciéndolo reír. —Luego te quejas de que el de los besos soy yo y que por eso se te hace tarde para la escuela— me he encogido de hombros.

—Hoy es fin de semana— me excuse, acurrucando mi rostro entre el hueco de su cuello. El chico soltó una pequeña risa nasal, dejándose caer por completo a mi lado.

—Tú ganas, pero después vamos a desayunar, traviesa.

[...]

Al llegar al pasillo que daba hacía la cocina y la sala ambos tomamos caminos diferentes. Arrastrando la cobija que había traído conmigo desde mi habitación llegué a la sala, donde no tarde en dejarme caer en el sofá grande mientras prendía la televisión con el control. 

Minho no tardó en aparecer con un tazón de cereal en cada mano mientras tomaba asiento a lado de mi. 

—No era la clase de desayuno al que me refería que preparábamos— masculle sosteniendo el tazón que me ofrecía. 

—¿Quién me levantó para "desayunar" pero al final terminó empezando una sesión de besos matutinos?— se quejó él, pero al instante terminó por reírse.

—Bien, bien, estamos a mano— le conteste, ofreciéndole una cucharada de mi cereal. El pelinegro me negó con la cabeza fingiendo estar ofendido, pero al final acepto mi cucharada de cereal mientras me sonreía de forma juguetona. 

Y poco después, con los dos tazones vacíos y mi cabeza recargada en su pecho volví a hablar cuando escuche como la lluvia comenzaba a hacerse menos constante. 

—¿Vendrás la próxima semana al festival? Jeongin quiere que lo veas actuar— murmure alzando el rostro unos centímetros para poder verle. 

—Seguro que si— respondió dejando un beso corto en la punta de mi nariz. —Cierra los ojos— está vez quien murmuró fue él y, aunque aún no quería que se fuera, cerré los ojos con lentitud y aparte mi cabeza de su hombro. 

Después de unos segundos en silencio deje escapar un suspiro pesado mientras recargaba mi espalda en el sofá. No quería abrir los ojos aún, porque siempre dolía, porque no podía verle todos los días y despedirnos de aquella manera dolía hasta cierto punto. 

Así que, solo pude quedarme quieta, escuchando como la lluvia iba desapareciendo y sintiendo aquel pequeño pinchazo en mi pecho. 

—Veamos si funciona— escuche la voz de Minho, haciendo que mi corazón brincara de emoción y sintiendo como los brazos del chico se apresuraban a sostenerme en un abrazo repentino en el momento exacto en que la lluvia se detenía. 

He apretado los ojos mientras me hacía un ovillo en el pecho del pelinegro al momento de sujetarme a su sudadera, percibiendo el ensordecedor silencio que nos rodeaba de un momento a otro hasta que poco después pude apreciar un leve "Miau" haciendo que abriera los ojos. 

—¿Dónde...?— alcance a mascullar confundida, mientras me apartaba un poco de Minho y le echaba una mirada al lugar, pero al notar a los tres gatos que se acercaban he dado un brinquito hacia atrás, refugiándome en los brazos de mi novio. 

—Bienvenida al depa de Lee Know— habló el pelinegro soltando una risonada y abrazándome con entusiasmo haciendo que me fuera de espaldas hacía el sofá.