Capítulo Final

8.3K 1K 472
                                    


Había llegado el momento, la hora de contar todo para poder empezar algo entre ambos, de disipar cualquier duda.

Así que, soltando un suspiro determinado alce la mirada para voltear a ver a la chica frente a mi, quien me miraba con toda la atención del mundo mientras dejaba yo de mecernos en la hamaca para evitar distracciones. 

Podía notar su nerviosismo a la perfección, sus acciones la delataban por completo, pero aquello solo hacía que luciera más tierna ante mis ojos. 

—Puede sonar a algo difícil de creer— le advertí, pero al instante la castaña dejo escapar una risa ingenua. 

—¿Más difícil que ver a un chico llegar con la lluvia? Nah, no lo creo, Minho— me aseguró con una sonrisa juguetona a la que no he tardado en responder a los pocos segundos, al final le he asentido con la cabeza dándole la razón. 

—Está bien, solo... si es confuso en algunas partes puedes decírmelo, tratare de ser lo más conciso que pueda— murmure soltando un último respiro para poder dar inicio. 

Ambos, tanto mi madre como mi padre eran de Gimpo, pero bien dicen que el mundo es tan pequeño para las casualidades, pues ambos parecían descender de la tribu Maji, al sur de Busan, la cual había habitado por cientos de años y había sido respetada por la gente que vivía a los alrededores.

Los Majis solían ser viajeros, moviéndose con el agua, como su nombre lo decía. Yendo y viniendo con la lluvia hasta llegar a diversos puntos. Mamá y papá estaban conscientes de sus orígenes e historia, pero ellos no podían hacer aquello de ir y venir con la lluvia al no ser completamente Majis de sangre pura, supongo que para ellos fue una sorpresa ver que su primogénito había tenido la oportunidad de poseer aquel don.  

Comenzó a ocurrirme cuando cumplí cinco años.

Siempre fue difícil de sobrellevar en mi infancia, digo, ¿Qué tan seguido es ver a un niño desaparecer de un momento a otro y volver al poco rato cómo si nada hubiera ocurrido? Nadie podía reaccionar tranquilo ante aquello.

Así que mis padres decidieron sacarme de la escuela y educarme desde casa, donde no habría problemas cuando comenzaba a llover sobre la ciudad de Busan, provocando que desapareciera de Gimpo por un rato. 

Mamá me había explicado unas cuantas veces la razón por la que aparecía exactamente en este lugar.  En la antigüedad, solía ser un refugio contra los cazadores de los Maji, donde podían ocultarse del mundo entero por un tiempo y sentirse seguros de que habría un mañana. Un lugar que en aquel entonces solo pocos sabían llegar. Su hogar. 

 La observe estremecerse en su lugar, algo preocupada. 

—¿Cazadores?— se atrevió a preguntar pese a su cara llena de indecisión. 

—La tribu no duro mucho después de los años sesentas, An. La gente les temía y los asesinaba por temor— le explique con la mirada posada en nuestras manos, Tyanne había entrelazado su mano con la mía a mitad de la historia. 

—Quisiera que fuéramos amigos...

—¡Fuera de aquí, abominación!

—Quisiera tener una amistad de verdad...

—¿Crees que siendo lo que eres puedes tener a alguien a tu lado?

—Me gustas...

—No puedo salir con alguien como tú...

—Minho...— la he escuchado llamarme, sacándome de aquellos viejos recuerdos. 

—Desciendo de una tribu, An, puede que sea el último descendiente de sangre pura, he pasado por rechazos, pero...— Aquella noche en la que nos encontramos por primera vez, notando como el temor y confusión de una chica a la que no conocía se alejaba para preguntarme si estaba bien supe que las cosas podrían cambiar. Porque supe que aquí podía conseguir un hogar, porque Tyanne se había vuelto mi refugio.

Sus manos me trajeron de vuelta al presente, encontrándome con su mirada fija en mi —No tienes que decir más, lo entiendo— me aseguró, limpiando el par de lagrimas que se me habían escapado sin darme cuenta. 

—¿Estás segura? E-Es que...

—Minho— me interrumpió, mirándome con determinación —Eres una persona maravillosa con un don maravilloso, ¿Cómo dejaría ir a lo mejor que ha llegado a mi vida?— habló sin titubear, transmitiéndome la seguridad con la que se expresaba. 

—¿Estás segura?— volví a preguntar temeroso, pudiendo escuchar el rugido de algún relampago a lo lejos. An me miró.

—Completamente segura, chico de la lluvia— respondió acercándose con lentitud para abrazarme. —Eres maravilloso— murmuró cuando una sonrisa se dibujaba entre sus labios, quedándonos en silencio por un rato y escuchando la lluvia caer con fuerza, con felicidad, o al menos así lo percibía yo en aquel momento. 

—Minho...— me llamó, levantando un poco el mentón para poder verme a la cara. 

—¿Sí?— pregunte curioso y divertido a la vez. 

—¿Puedes ayudarme con esa bola de pelos?— terminó por decir, señalando hacía las puertas corredizas desde donde Dori se encontraba observándonos. 

Reí por lo bajo mientras estrujaba a Tyanne entre mis brazos —Pero amor, si solo es un simple gatito, ya verás que Dori y tú se llevarán muy bien— respondí a la hora de soltar una risita. 

Tyanne me miró con el ceño fruncido y al instante caí en cuenta del error que había cometido.

—¿Acaso dijiste Dori?— se apresuró a preguntar, juntando todas las piezas del rompecabezas. 

—No, cómo crees...— le conteste, tratando de evitar su mirada. 

—¡Tú...! ¡Es tu gato!

—¡Puedo explicarlo, puedo explicarlo!— me apresure a responder mientras me ponía de pie y abandonaba la hamaca observando a la castaña hacer lo mismo. Por todos los cielos, era hombre muerto, ¿Cierto?

 —Está bien— la escuche decir mientras soltaba un suspiro resignado, colocándose frente a mi —C-Con un beso lo puedo olvidar— tartamudea y sé que está totalmente avergonzada porque no es lo que normalmente diría. 

—¿Un beso dices? ¿Y de quién?— le pregunte juguetón. 

La he visto soltar un bufido por lo bajo y por unos segundos he creído que correría la puerta y entraría a la casa pero al final a respondido. 

—De mi novio, tonto— contestó con las mejillas rojas y su mirada fija en mi. He soltado una risita burlona mientras acortaba la distancia entre nuestros cuerpos. 

—Está bien, no se diga más, mi amor.


[...]


Había llegado aquel fin de semana radiante, sin ni una posibilidad de lluvia y con un cielo totalmente despejado. Desde hace unas horas que había tomado el autobús así que en realidad me encontraba llegando a mi estación. 

Sonreí por lo bajo mientras tomaba las pocas pertenencias que necesitaría para ese fin de semana y cuando el autobús se detuvo por completo comencé a recorrer el estrecho pasillo hasta la puerta de enfrente. 

Sabía lo importante que esto era para ella, lo importante y significativo que sería en nuestra relación, por lo que se me era inevitable no sentirme nervioso a tal punto que sentía que en cualquier momento las manos comenzarían a sudarme, porque por primera vez estaríamos juntos sin que el cielo estuviera cayéndose.  

Pero cualquier sentimiento de nerviosismo, inseguridad o miedo desapareció cuando mis pies abandonaron el último escalón del autobús, encontrándome aquellas cuatro sonrisas encantadoras que esperaban por mi, para conocer a Lee Minho.

The boy of the rain [Lee Know/ Lee Minho; SKZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora