XXVII

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Las manos me sudaba y un sin fin de escalofríos me recorrían el cuerpo mientras me apresuraba a subir las escaleras hacía el siguiente piso, ya después encontraría a aquellos dos, pero por el momento tenía que alejarme de la cafetería lo antes posible. 

¿Era Minho? ¿El mismísimo Minho? ¿C-Cómo era posible? ¿¡Qué hacia aquí!? 

—¡Agh! ¿Por qué estoy huyendo?— me dije a mi misma, obligándome a detener mi andar en mitad de las escaleras del sexto piso. —No puede tratarse de Minho, estoy segura, además, no creo que me haya visto... había mucha gente en la cafetería— sería una vida completamente salada y de mala suerte si entre tantas personas me hubiera visto a mi en especifico, así que no era posible. 

—¿A dónde vas? Dijiste que querías comprar algo de comer— escuche la voz de un chico al inicio de las escaleras. 

—Solo un segundo, creo que vi algo— respondió un segundo, y los escalofríos volvieron a aparecer al reconocer a la ya tan familiar voz. 

—¿Algo o a alguien?— preguntó un tercero y los pasos de los tres se detuvieron. 

—No creas que somos tontos, Minho. ¿Es una chica?

Minho. 

¡Santos cielos, Minho!

Como si aquello fuese una alarma en mi sistema, me he apresurado a subir los escalones que quedaban hasta llegar al siguiente piso. 

¿Qué hace Minho aquí y por qué rayos me escondo como toda una cobarde? Ah, si, porque eso es lo que soy, se me olvidaba.

El sexto piso no tenía mucho que ver, un par de baños y bancos para sentarse. Bien, los baños de chicas serían mi salvación por el momento, esperaría a que los tres chicos subieran al ultimo piso y después yo bajaría de vuelta a la cafetería para encontrarme con Yon y Woojin, bajar los siguientes pisos y volver a nuestro grupo o a la enfermería, o al psiquiatra, lo que fuera primero. 

Al entrar a estos me mire en el espejo por unos segundos, mojándome el rostro y tratando de que aquel cosquilleo en mi estomago desapareciese. Estaba completamente nerviosa. ¡Estaba muriendo de nervios y morir en el baño no seria lo más adecuado!

La puerta se abrió haciéndome sentir como si una ola de tranquilidad me golpeara el cuerpo al ver que, milagrosamente, era Yon de quien se trataba. 

—¡Mujer! ¿Dónde te has metido? Woojin y yo te hemos estado buscando— se quejó en cuanto me vio. —Nos queda una hora, Woojin quiere subir al mirador, vienes, ¿cierto?

Le he asentido con la cabeza mientras la seguía hacía el exterior de los baños, adiós a mi refugio...

Solo nos quedaba un piso para llegar a los miradores, así que el camino a este no fue muy largo. El lugar era sin techo y el sol comenzaba a ocultarse de a poco. Le eche una miradita a Yon y a Woojin, pensando en lo mucho que le hubiera gustado a Jeongin estar con nosotros en este momento. 

Tome uno de los pequeños miradores, cerrando un ojo para poder ver mejor. 

Sin duda, un hermoso paisaje. 

—Que hermosa vista— escuche a mi costado, me he limitado a asentir con la cabeza, dejando el mirador en su lugar para voltear hacía la persona que me había hablado. 

—¿Te agradó el viaje, Tyanne?— me preguntó Taeyong, le he vuelto a asentir con la cabeza.

—Fue muy agradable— conteste, apartándome del mirador para dejárselo a alguien más. 

—A mi me hubiera gustado estar en la torre de Namsan, en Seúl— bisbiseo el pelirrojo con una sonrisita de lado. —Esta no es igual de romántica que la de allá, pero bueno— agregó, intentando acariciar mi mejilla pero el delicado tacto de una mano entrelazando sus dedos con los míos a llamado tanto la atención de Taeyong como la mía. 

Al voltear a mi lado sentí que el aire comenzaba a hacerme falta de manera considerada, que las piernas que abandonaban cobardemente a mi suerte y me dejarían caer en cualquier momento cuando vi la dulce sonrisa del pelinegro que se encontraba a mi lado. 

—Minho...— murmure, siendo casi inaudible. 

Taeyong frunció el ceño, sin apartar la mirada del chico que sujetaba mi mano con toda la ternura del mundo. —Disculpa, ¿Te conocemos?— le preguntó el pelirrojo, atrayendo la mira de Minho hacía él y haciendo que la expresión de felicidad del pelinegro cambiase por completo a una sin expresión. 

—Tú no— le respondió —Pero ella si, y necesito hablar de algo con ella— continúo, empleando un tono más amable cuando se refirió a mi. Minho me miró, buscando mi aprobación, aunque estaba tan apenada que lo único que pude hacer fue asentirle con la cabeza, suficiente como para que Minho comenzara a caminar sujetando aún mi mano, guiándome. 

No podía hablar, no estaba en condiciones para decir algo. Era él, y me había encontrado después de haber tratado de evitarlo, ¿Qué se supone que diga ahora, después de haber hecho esa idiotez?

Nos guió al interior de las escaleras, casi llegando al sexto piso, pero se detuvo un poco antes. 

—¿Q-Qué haces aquí?— balbuce después de un rato, Minho señalo su saco, haciendo que llevara la vista hasta este. Era uno de los uniformes de alguna de las escuelas que pertenecían a Gimpo. Dios, estaba aquí como estudiante...

—P-Pero, ¿Cómo es posible?— masculle, volteándolo a ver.  

—¿Qué quieres decir?— preguntó mirándome confundido, es que... ¿Él no era un fantasma? ¿O un espíritu? 

—Eres humano— solté más para mi que para él, sintiendo como las lagrimas comenzaban a formarse en mis ojos. 

—¿An?— murmuró Minho, llevando sus manos a mis mejillas y mirándome preocupado.

—Yo... es que...— trate de explicarme, pero el nudo en mi garganta lo hacía casi imposible. —Todo este tiempo creí que... no lo sé, ¿eras algo más? P-Pero eres un chico y-

Mis palabras se vieron interrumpidas por un grito que yo misma solté cuando Taeyong apareció empujando a Minho y haciendo que este cayera al suelo al no poder mantener el equilibrio por el empujón. 

—¿¡Qué rayos te ocurre, Taeyong!?— me apresure a decir mientras lo alejaba de Minho. 

—¿Por qué estabas llorando? ¿Te hizo algo?— respondió, tomándome de los hombros, en un intento por alejarme del pelinegro. 

—¡No! Solo estábamos hablando, ¿Por qué rayos lo empujas?— me queje, apartando sus manos para voltearme y ayudar a Minho a ponerse de pie, pero este ya lo había hecho. Taeyong dio un paso de vuelta hacía él pero a medio camino se detuvo. 

—¿Eres el chico que estaba en su casa?— preguntó, comenzando a recordar el rostro de Minho. 

—Estábamos hablando— le contestó Minho, tratando de sostener mi mano pero Taeyong a tirado nuevamente de mi para evitarlo. 

—Estaba llorando— le responde este, sin apartar la mirada de Minho. 

Le he echado una mirada a ambos, sintiendo como el ambiente comenzaba a tensarse cada vez más, siendo algo preocupante. —No pasó nada, estábamos arreglando algo— le digo al pelirrojo, tratando de zafarme de su insistente agarre. 

—La estás lastimando— le dice Minho, cuando se percata de la fuerza que Taeyong estaba poniendo sobre mi muñeca. El lugar queda en silencio unos segundos, pero al poco rato, Taeyong comienza a soltar mi mano de a poco y yo no tardo demasiado en comenzar a caminar hacía Minho para entrar al sexto piso, dejando al pelirrojo al inicio de las escaleras.  


The boy of the rain [Lee Know/ Lee Minho; SKZ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora