Del libro "Antes de nuestra primavera"

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Del libro "Antes de nuestra primavera"

Por Aslan Jade Callenreese-Okumura.

Capítulo 25. Florecer.

¿Recuerdas cuando eras niño?

Te dijiste una y mil veces antes del día de tu boda que no lo recordarías jamás y sin embargo, al estar rodeado de flores y de las sonrisas serenas de todas las personas que te acompañan en el que sin duda, es uno de los días más importantes de tu existencia, no puedes evitar mirar atrás.

Hay quien dice que en medio de la felicidad más profunda se esconde también un dejo enorme de tristeza, esa nostalgia agridulce que nace de saber que en tu vida no habrá ni volverá a existir un momento de brillante felicidad como el que te rodea en este exacto momento. Extrañamos lo que está por suceder, extrañamos lo que no ha sucedido y por supuesto, en medio de la dicha más sublime recuerdas también lo que ya no está contigo.

Es en ese instante, mientras te miras rodeado de flores y cristales, que te imaginas cómo habría sido si tu hermano mayor hubiese estado ahí, contigo. Seguramente sus sonrisa sería la misma que se encuentra dibujada ahora en los labios del hombre que creció contigo, de Shorter Wong, tu padrino y el mejor amigo que hubieras podido pedirle al mundo. A tu derecha, Max Lobo intenta aguantar las lágrimas, esas mismas lágrimas que lloró también al entrevistarte, las lágrimas que lloró cuando en medio de tu narración de la trágica historia de tu infancia, tomó tus manos y te pidió perdón por no haber llegado a ti antes, por no haber podido rescatarte más rápido.

Sí, seguramente Griffin habría sonreído igual. Griffin te habría entregado al amor de tu vida y te habría dicho que está orgulloso de ti del mismo modo en el que solía decirte que era el hermano más orgulloso del universo cuando le entregabas a él los pulcros dibujos que solías hacer en el jardín de niños antes de que todo se derrumbara a tu alrededor. Tu hermano mayor habría estado feliz por ti y seguramente él y Eiji se habrían llevado de maravilla porque Griffin también era cálido, siempre con una sonrisa a flor de labios.

Y en medio de la enormidad de aquel salón que parece ahora un jardín encantado en el que miles de aromas dulces flotan en el aire es que te parece verlo a él, a tu hermano, ahí también. Él te acompaña, su presencia es como un eco cálido al lado tuyo que parece decirte: "lo has hecho bien, mi pequeño Aslan, lo has hecho bien y me siento tan feliz de que hayas conocido el amor. Eiji cuidará de ti siempre, si bien el mundo te arrebató tanto sin que lo merecieras también te ha recompensado ¿no lo crees? Yo estoy bien, Aslan, en las estrellas nadie sabe de dolor así que quiero que sepas que estoy contigo y que en la mano de Max estará también mi mano porque te entregaré a tu amor, bendeciré tu unión y cuidaré de los dos y de la historia que los dos escribirán siempre..."

Tus ojos se humedecen con esos pensamientos mientras alrededor de ti se levanta un murmullo de expectación mientras el maestro de ceremonias que Yue contrató, ese hombre guapo y elegante que anuncia que la ceremonia está a punto de empezar, ordena que el trío de cuerdas inicie con la canción que ha de acompañar la caminata de ese hombre que llegó a tu vida para cambiarlo todo.

De pronto, la tristeza sorda que anidaba en tu pecho toma la forma de alocados latidos porque sabes que él, que tu Eiji está cerca de ti. El día que los dos pasaron separados te pareció una eternidad y te diste cuenta de lo mucho que te cuesta no ver su adorable sonrisa o su cabello largo y negro cayendo como lluvia fina sobre tu pecho en las mañanas. Quieres verlo, tienes tantas ganas de verlo que Shorter tiene que darte un codazo para que te abstengas de salir corriendo por en medio de ese pasillo decorado con ramas de cerezo en flor, rosas de diversos colores y girasoles de un brillante amarillo.

Antes de nuestra primavera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora