Naruto

7.9K 561 58
                                    


– ¡Sasuke!

La primera en hablar fue Sakura, aunque decir hablar era poco, su llamado fácilmente podría ser catalogado como un grito desesperado. Estaba preocupada, mucho más que Kakashi-sensei y yo. Y cómo burlándose, Sasuke no contestó.

La noche anterior lo había dejado en la puerta. Los tres creíamos que una vez más estaba dispuesto a escapar. No hablaba, hacía las cosas como se le indicaban, siempre estaba de acuerdo, ni siquiera yo podía molestarlo.

"Algo anda mal" fue la conclusión. Sasuke debía ocultar algo y nosotros no podíamos dejar que cualquier cosa que estuviera en su cabeza lo alejara una vez más.

Ya habían pasado veinte minutos después de las diez de la mañana. No había misiones para nuestro equipo, ni siquiera en solitario para alguno. Tampoco había planes para vernos. Y aún así, los tres necesitábamos verlo. Necesitábamos estar seguros de que no había huido.

Pero cuando Sakura no obtuvo respuesta, siendo más de las diez, entramos sin esperar ni un minutos más y empezamos a buscar en cada rincón del apartamento, hicimos ruido y desorden con la intención de atraer los gritos iracundos, pero no hubo nada.

A veces soy demasiado idiota, lo sé. No hay una justificación aceptable para buscar a Sasuke dentro del refrigerador. Negué a mi mismo y me reí de lo ridículo que era hasta que vi a Sakura inmóvil, con la puerta abierta del cuarto de Sasuke y con sus ojos iluminados. Me quedé parado apreciando la belleza de una mujer. El poder simple de la felicidad para lograr que unos lindos ojos brillen con intensidad. Y supe que lo había encontrado. Kakashi salió del baño y presenció lo mismo que yo.

Los tres sentimos una gran conección. Ese instante fue una sincronización total en nuestro sentir. Estábamos aliviados y felices. Enchidos de relajación.

No lo habíamos perdido una ves más. 

La pregunta ahora era ¿Por qué Sasuke no estaba gritando? ¿Qué estaba haciendo?

Kakashi y yo nos pusimos detrás de ella cuando la vimos entrar.

Fue la imagen más enternecedora de todas.

Sasuke seguía dormido mientras abrazaba alguna almohada. Completamente relajado y ajeno a nosotros. En su cara se expresaba la nada. No había dolor, miedo, tristeza, estrés, ansiedad, nada. Era Sasuke, el verdadero y auténtico Sasuke. Ese que no aparentaba dureza ni orgullo. Que no buscaba intimidar con una mirada, ni alejar a todo aquel que intentara cruzar sus barreras.

Los minutos pasaron y ninguno quería perturbar la paz de ese lugar, y menos aún, salir. Estábamos embobados. Jamás en los años que llevábamos conociendo a Sasuke, lo habíamos visto tan indefenso.

La cara de Sakura estaba iluminada, y sonriente. Y ni que decir de la de Kakashi, sus ojos estaban ligeramente cerrados y sus pómulos sobresalían cubiertos por la máscara. 

Todo era perfecto. Se respiraba armonía. El cuarto limpio y despejado. Las ventanas abiertas iluminaban las colchas blancas. Nuestros corazones tranquilos y aliviados. El tiempo se había detenido en ese instante, ninguno se movía, ninguno apartaba la mirada, lo único que parecía tener vida era nuestros pechos al respiras... hasta que la almohada de movió entre los brazos de Sasuke. La oímos gemir adormilada, completamente cubierta por las sábanas, y Sasuke afianzó su agarre al sentirla removerse. El acto dejó al descubierto un hermoso pie blanco con uñas bien cuidadas.

Acepto que me quede muy concentrado en ese pie, tanto que no me di cuenta lo que pasaba a un lado de mí. Kakashi intentaba con todas sus fuerzas detener los avances de Sakura que parecía demaciado molesta como para entender las razones de los susurros de nuestro maestro. Comprendí que yo también debía intentar detenerla y eso fue lo que hice.

Mientras forcejeabamos vimos a Sasuke estirarse como gato. Déjamos de movernos, aún agarrando a Sakura queriendo atacar a la almohada con lindos pies.

Se talló los ojos poco antes de mirarnos. Esperamos gritos y una mirada matadora, en cambio obtuvimos la imagen más sublime de todas: un Sasuke desperezanrose, relajado y pacífico. Se pasaba las manos por el cabello, el cuello y los ojos, intentando recobrar la conciencia que el sueño le había quitado.

Cuando por fin pareció que su cerebro volvía a trabajar, se sentó recargandose en el cabezal de la cama. La acción dejó ver por un segundo una cabellera oscura que rápidamente cubrió con las sábanas.

“Ahora si es el momento de temer” pensé, pero contra todo pronóstico, la paz de Sasuke parecía imperturbable. Con mirada buscó hasta que encontró una prenda. Se estiró hasta alcanzarla y de la puso por debajo de las sábanas. Salió y se volvió a estirar para después indicarnos que saliéramos de la recamara.

.

.

.

No pude con mi ansiedad. Tener los capítulos escritos y listos para subir, y no hacerlo, es una tortura.

El sublime cambio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora