Lo hago, si no, termina.

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- ¿Es en serio Sasuke?

Naruto no podía creer lo que su amigo iba a hacer. Peor aún, que fueran apenas las doce de la tarde y lo hubiese sacado de la cama con el pretexto más conmocionante de los tiempo.

– Dime qué estás bromeando.

– No idiota. Ahora ayúdame.

– Y yo que mierdas voy a saber lo que quieres, o mejor dicho, lo que quiere. Ni la conozco.

Sasuke rodó los ojos y se sobó la sien. Era su culpa por no tener estándares amistosos más altos.

– Solo míralos y escoge el que te parezca más bonito – apretó los dientes al ver que el otro ya no le ponía atención.

– Este. Veo a todas partes y es el mejor de todo.

La cara de Sasuke se deformó en un claro gesto de asco.

Naruto tenía uno color naranja que se veía más barato que los tacos de tres por quince que se venden afuera de la estación Tacubaya en la ciudad de México (lugar al que no debes ir si eres turista, y al que debes tener cuidado si no lo eres y pasas por ahí 😔 las cosas como son).

Como decía, uno barato y ridículamente naranja.

– No.

– ¿Por qué Sasuke? No vas a encontrar ninguno mejor.

– No. Busca uno que te parezca bonito, y sea caro. Este solo cuesta – le busco el precio y su boca se abrió con asombro. Lo miró mejor y tuvo que llamar a la dependienta para que explicará el porque del precio.

– Todos los que lo ven se sorprende por el precio. Ciertamente la piedra no es una de las más caras, pero el metal con el que está elaborado es oro de 24 kilates. Para hacerlo más resistente a pesar de su pureza, se le reforzó con acero y polvo de diamante. Su dureza es extraordinaria tomando en cuenta que está hecho de un metal un tanto suave. Por eso sus condiciones son realmente buenas a pesar de que tiene más de tres siglo de antigüedad.

– Mientes – dijo Sasuke. No exteriorizó la molestia que sentía debido a que esa mujer quería engañarlo.

– No señor. Éste es una copia. La pieza original es uno de nuestros tesoros. Sería irresponsable de nuestra parte exponerla al público en un ambiente poco hermético.

Sasuke levantó una ceja.

– ¿Y si quiero que le cambien la piedra?

– Imposible. Modificar el diseño original devaluaría exponencialmente al producto.

Sasuke rodó los ojos. Sonaba interesante, pero no escogería algo naranja.

Muéstrame las piezas más caras.

La dependienta así lo hizo y el azabache tuvo que morderse la lengua por idiota. La mayoría estaba fuera de sus posibilidades y eso que era uno de los ninjas mejor pagados.

Estaba a punto de rendirse cuando vio uno con una piedra que no reconoció pero que era plateada igual que los ojos de Hinata.

– ¿Y éste?

– Vaya señor, es usted un romántico – la joven ignoró la mirada asesina – es otra de nuestras piezas estrellas. El precio bajo se debe a que la piedra en realidad tiene una pequeña imperfección. Prácticamente luce igual, solo tiene una pequeñísima grieta. Aparte de que el oro es de dieciocho quilates. No está reforzado con diamante y solo tiene poco más de doscientos años de antigüedad. Nadie conoció al diseñador, pero la leyenda cuenta que el herrero de algún pueblo se esforzó por hacerlo para regalarselo a una deidad de agua. Estaba tan emocionado por el resultado, que no esperó a que la tormenta que golpeaba ese día se disipara. Cuando llegó al río tropezó y la fuerza de la corriente terminó ahogandolo. La deidad al ver a su amor muerto quedó tan devastada que su corazón se rompió y entró dentro de la piedra, está se quebró al igual que la deidad. El agua al rededor del anillo de congeló y se hundió hasta lo profundo del río. Algunos aseguran que así fue encontrado. Los expertos sólo pudieron decir la antigüedad de la pieza, pero la realidad es que no se tiene mucha información sobre esta.

A este punto Naruto estaba llorando y el ceño de Sasuke se había fruncido aún más.

Lo que se inventaban los comerciantes para hacer caer a gente estúpida como su mejor amigo.

– Un cuarto del precio y trato hecho.

La chica se sintió insultada. Ella era una de los que creían en la leyenda.

– Le nuestro la pieza original para que vea su valor.

Diez minutos más tarde Sasuke veía meticulosamente el anillo en su mano. Era mucho mejor que la buena imitación expuesta. Brillaba de manera extraña, la piedra era un ópalo. Activo su Sharingan y pudo ver la grieta.

Madijo a sus adentros. El maldito ópalo brillaba. Era casi imperceptible, pero desde dentro irradiaba una luz.

– Me gusta. Pero no creo que valga lo que dice.

Esa tarde tuvieron que llamar al dueño del establecimiento, quién se encargó de llamar a un especialista. Sasuke sabía que nadie sin el Sharingan podría ver lo que él vio dentro del ópalo, aún así se sentía inseguro y temeroso de que al final le pidieran el doble.

Al día siguiente salía con el anillo a mitad de precio. Hinata lloraría cuando le contara la historia y él tendría que suicidarse por ser tan ridículo.

El sublime cambio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora