El gusto, dominio y sumisión.

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– En primera, debes saber que si contestas que no, esto se terminan.

Hinata lo vio como un extraño a pesar de que ese fuera exactamente el Sasuke que conoció. Dominante y autoritario. Déspota, inflexible. Manipulador y amenazante.

– Deseo pasar mis días contigo. Talvez no sé si es preciso decir el resto de mis días, porque nadie puede predecir el futuro, pero si de algo estoy seguro es de que con cada día a tu lado mis ganas de verte y tenerte se intensifican.

Respiró profundamente y agachó la mirada. Poco a poco iba agarrando color. Pasó de un pálido color cremoso a un intenso rojo.

Hinata también estaba roja.

Sasuke solo la invitó a comer a su departamento. Fue inflexible al momento de ordenarle estar ahí a la doce de la tarde. Ella tenía entrenamiento, pero como pasaba desde que lo conoció, una amenaza fue suficiente para tenerla ahí a tiempo.

Sus amigos se sorprendieron, pero aparentemente ya sabían a que se debía. Sería ilógico que no lo supieran siendo rastreadores.

Ella cocinó, como siempre. Él se veía abatido y nervioso. Casi no habló mientras ella preparaba la comida. Mantuvo la cara escondida entre sus manos.

Cuando ella terminó lo llamó y juró haber visto una arcada. Y no se equivocó. Sasuke estaba tan nervioso que las ganas de vomitar lo acosaban. Se sentía enfermo. Quisiera haberse engañado y creer que todo se debía al hecho de abandonar su soltería, pero la realidad era que estaba aterrado a que ella lo rechazará. No podría con eso. Estaba decidido a cumplir cualquier amenaza que dijera ese día, pero la sola idea de terminar con ella era dolorosa.

– Quiero te cases conmigo.

Sus palabras a pesar de ser un tanto groseras, le había parecido demasiado lindas.

Cuando escuchó el meollo de esa plática se hecho a llorar. Ella también quería casarse con él. Quería despertar todos los días a su lado. Quería tener a sus hijos. Quería presumirlo ante todos. Quería poder decir esas palabras sin el miedo a alejarlo. Oh Dios, quería con todas sus fuerzas casarse con él.

– Pero Sasuke-kun...

– No Hinata. Solo tienes dos opciones. O te casar conmigo, o te vas de aquí ahora mismo y no regresar.

– Pero no te quieres casar.

– ¿Y? Es cierto, pero te quiero conmigo. Talvez tenía dudas el día de ayer, y hoy, tengo tanto miedo de que te vayas que me cuesta respirar.

Ella ya no lo soportó más y se lanzó a sus brazos.

– Te amo.

Sasuke se sorprendió por su declaración.

– Te amo con todas mis fuerzas ¿Que si me quiero casar contigo? Por supuesto que sí. Tenía tanto miedo de que me dejaras y peor aún, tenía miedo de alejarte si te proponía matrimonio.

¿Que si fue con una amena? Que más daba. Ese era Sasuke, su Sasuke. Y lo amaba con todo y sus defectos.

– A lo mejor solo buscaba un pretexto para aceptar lo que realmente siento por ti.

Hinata se alejó para verlo a la cara y sonrió llena de amor por ese hombre. Nadie sabía cuánto tiempo tardaría en decirle que la amaba con sus palabras. Pero no necesitaba hacerlo para que ella supiera que lo hacía.

– Yo también te amo Sasuke-kun.

FIN.
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Hay epílogo.

El sublime cambio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora