Solo tú y yo o nada.

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Era su culpa por pensarse especial. No hubo promesas y el único compromiso fue una revolcón más. Ella no podía exigir y él tampoco. Y era obvio que sin una relación, los dos podían estar con quién quisieran...

Aún así era molesto verlo con cualquier otra. Aún más con Sakura.

Pues bien, su virginidad ya no la tenía, no tenía nada que perder ni esa barrera que antes la limitaba. Pero lo único que perdería si seguía imaginando que el azabache tenía sentimientos especiales por ella sería la cordura.

– Naruto-kun.

Y eso, ya lo había hecho una vez y no obtuvo nada.

– Hinata-chan.

Naruto perdió el habla al verla. Era la primera vez que ella vestía un vestido corto. Al menos la primera vez que tenía la oportunidad de presenciarlo.

Era algo casual, a medio muslo. Con vuelo en la falta y un atrevido escote en el corpiño. Se podía apreciar un poco más del nacimiento de sus senos blancos y redondos, suaves, con pezones rosados que podría llevarse a la boca. Naruto parecía hipnotizado por esas dos porciones perfectas de anatomía.

– Te ves muy linda Hinata-chan.

Ella se sonrojó. El vestido lo había elegido su hermana, pero al verse en el espejo solo pudo pensar en Sasuke y en atraer su atención.

Lamentablemente el estaba con Sakura muy acaramelado y lo único que faltaba es que le subiera la falta y la empezará a fornicar delante de todos.

Maldito cuerpo voluptuoso que no la dejaba ser femenina. Sakura lucía linda con su falta acentuando sus caderas anchas y una blusa ajustada que marcaba perfectamente su cintura estrecha sin verse vulgar, ya que a diferencia de ella, no tenía enormes bubis de vaca lechera.

Esa parte de su anatomía no la dejaba ser feliz. Siempre la acomplejaba. La hacía lucir gorda, y si usaba ropa ajustada los hombres la miraban como perro a un hueso.

– Gracias.

Naruto le dedicó toda la atención con la que ella había soñado. Fue gracioso y hasta cierto punto, caballeroso. Nunca la dejó sola y descubrió que el rubio era un buen galán. Le hablaba de cosas lindas, le dedicaba halagos que la hacían sonrojar que sentir bonita.

Descubrió que era agradable ser cortejada por un chico.

A unos metros de ellos Sasuke sentía que pronto su estómago sería perforado por una úlcera causada de ver como su estudio amigo hacía todo lo posible por llevarse a la Hyuga a la cama. Y era peor al ver que ella estaba bien dispuesta. Y él que creyó que esa noche le demostraría a la peliazul que cualquier cosa que tuvieran era estrictamente sexual y que era mejor que no se hiciera falsas ilusiones. El sabía bien que cuando una mujer era virgen  solía tener esas fantasías si su primera vez era agradable y hasta el momento ninguna se había quejado. Y la Hyuga estaba peor que cualquier otra con quién se hubiese acostado. El hecho de que estuviera ebria la primera vez le había dado la oportunidad de dormir con él, y ese privilegio solo lo había tenido Sakura. Claro que con la pelirrosa no había bajado la guardia, y con la Hyuga se dejó llevar hasta abrazarla. La segunda vez quiso evitarlo, el problema es que estaba demasiado cansado para luchar, y cuando inconscientemente se abrazó a ella, sé sintió tan bien que prefirió dormir en esa posición.

Ahora la pregunta era ¿Por qué se sentía tan posesivo?

Con Ino no fue así. En ese caso era normal. La rubia lo había utilizado. Ella no era virgen cuando se le entregó, de hecho parecía bastante molesta, como si el hecho de acostarse con el fuera algún tipo de venganza. A la semana se supo que estaba saliendo con Sai. No le pareció mal. Llegó a la conclusión de que ese pálido la había llevado a acabar con él.

Después estaba Tenten. Ella era mayor por dos años. No sé andaba con romanticismo, al menos no con él. Ambos sabían lo que querían del otro y eso obtuvieron. Era una amante bastante agradable. Tenía el conocimiento adecuado para desahogar sus pasiones.

Sakura era otra cosa. A ella también la desvirgó. Él lo había evitado con todas sus fuerzas, sabiendo que se estaría metiendo en terreno pantanoso. Pero ella había sido demasiado insistente. Y por Dios, tenía un cuerpazo. Olvidando su delantera, su tracero era redondo, paradito y firme. Le había dado una imagen tan placentera que quedó maravillado. Al menos hasta que Sakura se creyó ganadora y su hostigamiento lo llevo a alejarla de la manera más patán que pudo. Por un tiempo hasta se sintió culpable. Antes lo había hecho para no lastimarla, después del sexo fue para que lo dejara en paz y ser grosero con ella si le había dolido. Al final de cuentas era una de las pocas personas que lo apreciaban. Aún así era culpa de ella. Él en ningún momento le mintió.

Las demás no eran de la aldea. En su lista sí había varias vírgenes, pero Hinata Hyuga era la primera que parecía no ser afectada por él. Y eso le molestaba demasiado. Su ego de hombre no podía dejarlo así.

Él había sido el primero, y sería el único hasta que así lo decidiera.

El sublime cambio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora