Dímelo.

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A este capítulo no le chequé mucho la narración ni la ortografía. Lo siento.

UN MES MAS TARDE

Hinata escuchó el estruendo de cosas chocar entre sí, o contra pared, o las dos cosas. Sasuke había llegado y no estaba de buen humor.

Hacía dos horas que un halcón había llegado con una nota.

Era la primera vez que pasaban tanto tiempo sin verse.

Cómo casi siempre, salió para darle una calurosa bienvenida, pero advirtió que eso no sería suficiente en esta ocasión. Sasuke la miró con ira contenida y deliberadamente paso a su lado sin dedicarle ni una palabra.

Ella suspiró. Creía saber por qué estaba así.

Sin molestar se dedicó a poner la mesa. Él siempre se ponía de buen humor cuando comía su comida favorita y si eso no funcionaba había otros métodos que estaba dispuesta a utilizar.

No le tomó importancia al hecho de que Sasuke decidiera tomar un baño largo y relajante. Tomó asiento en el sillón de la sala y sacó un libro de su bolso para ponerse a leer.

Media hora más tarde salía con el pelo mojado. Ella intentó aparta su mirada de él, pero le fue imposible. Sasuke solo traía puesto unos boxers ajustados. Y con una toalla se secaba el exceso de agua del cabello.
Ella tragó saliva al recorrerle el cuerpo. Las colinas y valles de puro músculos le hicieron morderse el labio. Él no tenía pelo en el pecho, pero si debajo del ombligo. Marcando un camino que ella seguía como si estuviera hipnotizada.

Sasuke fue conciente de como lo miraba. Ella se había concentrado en el bulto que tenía entre las piernas medio peludas.

Hinata quiso ver más. Sasuke estaba erecto.

El azabache puso una de sus manos en el elástico del boxer y comenzó a bajarlo. Ella no perdió detalle. La mata de pelos de hizo visible y tuvo que tragar saliva expectante. La verga estaba acomodada a un lado y cuando fue liberada salió arrogante para saltar hacía arriba y luego apuntar directamente a ella.

Hinata había corrido las cortinas oscuras y solo dejó las blancas para mantener la privacidad de ese departamento secreto. Eso hacía que la luz entrara para iluminar cada rincón.

Sasuke llevó su mano hasta su pene y comenzó a masturbarse frente a ella. Con lentitud. Tentandola. Mostrando lo que quería. La volvió a ver tragar y caminó hasta ella. Su miembro quedó a unos centímetros de la cara de Hinata y ella alcanzo a distinguir el olor de su sexo entre el olor a jabón que desprendía todo el cuerpo de Sasuke.

– Abre la boca Hinata. Te voy a dar algo muy bueno.

Hinata sacó la lengua y lamió a lo largo de todo el falo. Le dió un beso incluyendo su lengua a la cabeza hinchada y sonrojada, para después meterla en su boca hasta que le causó una arcada. Sasuke le tomó del pelo y empezó a marcarle un ritmo rápido y profundo.

Era exquisita la boca de Hinata. Cálida y suave, con vida. Su lengua hacía círculos al rededor de la cabeza y luego la chupaba como si de una paleta se tratara. Era magnífica en el arte de la felación y él le había enseñado, así como le enseñó a montarlo, a darle la espalda, a tomarse la piernas mientras la penetraba, a hacerlo terminar con sus enormes senos.

Y Hinata era una estupenda aprendiz. Todo lo hacía perfecto y a la primera.

Excepto una cosa. Algo que solo de recordarlo le llenaba de furia.

Sin advertirle hizo sus moviéntos más enérgicos, ahogandola, y terminando en su boca.

– Déjame ver.

Hinata abrió la boca con el simiente en ella. Lo saboreaba como si del más dulce néctar se tratara y están impaciente por tragarlo.

– Traga.

Y así lo hizo.

A pesar del coraje que había hecho hacía unos segundos, terminar le ayudo a relajarse. Se sentía lánguido y cansado. En la expresión de Hinata desapareció el deseo y regreso la inocencia. Lo miro con sus enormes ojos plateados y después sonrió.

Le parecía tan dulce. Se entregaba a él. Una entrega total y ese era el problema.

– Hice tu comida preferida.

Sasuke no contestó, solo se acomodó el boxer, gruñó y se sentó en el comedor a esperar ser servido.

Faltaba menos de un mes para que empezará el verano, pero el clima aun era frío. Llovía la mayoría de los días y el sol rara vez se asomaba entre la nubes. Habida sido una primavera un tanto lóbrega.

Hinata tomó asiento frente de él y al instante captó la ceja levantada y la mirada entre interrogante y molesta de Sasuke.

Ella no tenía la culpa, era el quien decidía salir así y sentarse en la mesa. Pero eso nunca lo diría.

Se puso de pie y lentamente fue quitándose la ropa hasta quedar en ropa interior al igual que él.

Si iban a comer juntos, sería en condiciones iguales.

Sasuke vio como iba callendo cada prenda y para cuándo quedó con la pequeña braguita y el sostén de encaje, ya estaba duro otra vez. Pero esta vez no se distraería de lo que tenía que decir... Al menos no mucho.

Hinata caminó a la ventana y la cerró. También corrió la cortina oscura y encendido las luces para volver a tomar asiento frente al hombre que amaba.

Ambos empezaron a momento en silencio y con lentitud.

Ninguno lo diría, pero ambos disfrutaban de ver al otro. Admiraban la belleza del otro y para ninguno había un ser más hermoso.

Para Sasuke, Hinata era un hada, con una piel inmaculada y perfecta. Ojos grandes y expresivos. Boca de labios rojos y carnoso. El sonrojo constante en sus mejillas la hacía lucir tierna. Hinata era suya. La flor más perfecta del jardín, la más pura, la honesta... La más leal.

– Sabes hoy me enteré de una pequeña cosa.

Hinata no dijo nada. Solo esperó a saber lo que él estuviera dispuesto a decirle.

El sublime cambio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora