La imperfecta paz

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Sakura fue la primera en salir. Sus ojos se habían empañado y eso fue un fuerte golpe que lo sacó de su letargo. Naruto y Kakashi se disculparon y la siguieron.

Suspiró ¿Que podía hacer él? No fue algo planeado, ni siquiera había tenido la oportunidad de elegirlo, cuando se dió cuenta ya estaba enculado hasta el cuello, incluso aún le costaba aceptar que lo estaba.

Se puso de pie, recorrió la corta distancia que había desde el sillón hasta su cuarto. El picaporte sé sintió cálido. Ella estaba ahí. Solo una puerta los separaba. Recordó la calidez de su cuerpo, la suavidad de su piel, el dulce de su aroma y el sabor embriagante de cada fluido que había trago de ella.

Abrió la puerta y se lamió los labios al ver como unos suculentos glúteos era aprisionados por unos ajustados jeans.

Dios bendiga al creados de las tangas.

- ¿Que querían?

Su pene erecto no fue un impedimento para recordar el "porqué" no había aceptado ir con su equipo.

- Invitarme a comer.

Para ella no pasó desapercibido el reproche que irradiaba por cada poro de la piel del azabache. Siempre era igual desde que habían empezado esa extraña relación.

- Debiste haber aceptado - su comentario no fue con mala intención. Lo adoraba, pero aún no estaba preparada para exponerse. El solo pensarlo le ponía los nervios de punta y su ansiedad la perturbaba.

Sasuke la miró con una advertencia clara en los ojos.

- Cocina algo.

Suspiró con cansancio. Era una actitud demasiado infantil y no encajaba con el porte del chico que estaba frente a ella.

Entre ellos había una comunicación silenciosa. Una que casi siempre comenzaba con una discusión, para pasar a los besos agresivos que iban cambiando hasta volverse suaves y amorosos.

Se querían, de eso no había duda alguna. Si no fuera el caso, no habrían tenido noches tan perfectas como la de ayer.

Se puso de pie.

Mientras el equipo siete estuvo en la estancia, ella había aprovechado para vestirse.

En la cocina encontró todo lo necesario para hacer un desayuno completo, algo que hubiese sido imposible hacía menos de medio año. Y suspiró una vez más. La situación se estaba volviendo insoportable. Comprendía a Sasuke, por lo mismo hacía todo lo posible por complacerle, el problema era que él no la entendía a ella.

Media hora más tarde lo sintió entrar a la cocina y caminar a su espalda. Ella ya había terminado, todo estaba servido.

Sasuke le besó el hombro y suspiró cansado, tan o más fastidiado que ella. Cada día se volvía más gruñó, y se esforzaba más y más por complacerlo, por sustituir con sumisión esa petición que temía cumplir.

- Ya, por favor - esas palabras le oprimían en pecho a la peliazul. Él se exponía y a veces se sentía sumamente injusta. Le dolía verlo hacer algo que no era propio de él, que le quitaba la escencia de la que se había enamorado - hay que decirle.

No creyó que llegarían tan lejos. En un principio ambos no salían de la estupefacción. Fue extraño que dos personas tan diferentes despertarán en la misma cama. A ella el corazón le latía rápido con fuerza, hasta escucharlo dentro de su cabeza. Se había asustado, le había dado su virginidad a un completo extraño. Por su parte Sasuke solo la había visto como una más, de hecho no sé lo había pensado mucho al momento de abordarla afuera del restaurante de barbacoa hasta que la vio completamente ebria. Había bufado con enfado, podrían Creerlo el ser más traicionero en el mundo, pero no se aprovechaba de una mujer ebria... O eso creyó al principio.

¿Se considera violación?

Claro que sí.

Todo enojado estuvo dispuesto a llevarla hasta su distrito, y así hubiese sido si ella no hubiera empezado a hablar y a sonreír.

El sublime cambio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora